El reloj se clava en las doce del mediodía. Para muchos, es un momento esperado del día. El instante para parar un rato, meterle una pausa al vértigo matinal y tirarle algo al estómago para conseguir energía para completar la otra mitad de la jornada. Otros preparan el almuerzo o emprenden la titánica tarea de ir a buscar a los chicos a la escuela en medio del tráfico furioso. En las localidades más chicas que rodean a Rosario como un cinturón, el ritmo es otro. Y así se pueden imaginar cientos de actividades, de situaciones y de movimientos de gente. En medio de ese hormiguero pateado por un pie gigante y a la vez invisible, en el aire de Radio 2 aparece Pablo Montenegro con su AM/PM

Al Mediodía, Pablo Montenegro. Con esas consignas y esas iniciales, fue pensado el nombre del programa que arrasa con todo desde las 12 hasta las 14 en la radio más escuchada de Rosario. Con su inquieto equipo de columnistas, productores y movileros, Pablo se mueve como pez en el agua en el medio que califica como "invencible" porque "le da vuelo a la imaginación". 

Pablo Montenegro en plena conducción de AM/PM (Alan Monzón/Rosario3)

Pablo, que además conduce Domingo para armar (los domingos de 9 a 12 también por Radio 2) y está al frente de Telenoche y de Cada Domingo, por la pantalla de El Tres, puede hablar con fundamentos de las diferencias entre el universo televisivo y el radial. Y convoca a la emoción cuando se refiere a sus comienzos frente a un micrófono, bastante lejos pero a la vez muy cerca de Rosario. 

1-¿Cómo podrías definir al programa AM/PM? ¿Cómo se piensa, se produce y se lleva a cabo todos los días? ¿Cuál es tu búsqueda diaria?

-AM/PM es un programa pensado para satisfacer las necesidades de un oyente que transita la ciudad en una hora pico como la del mediodía: que está arriba del auto yendo a buscar a los chicos al colegio o a hacer un trámite, que va en el bondi o caminando con sus auriculares entre un mundo de gente; y tiene la dinámica de un programa de plena mañana porque a esa hora estamos todos a mil. Quizás en los pueblos, a donde también llega la señal de Radio 2, el ritmo al llegar las 12 se empieza a aquietar de a poco, pero en Rosario estamos en plena vorágine. Por eso hay lugar central para la información, con datos sobre cómo están los accesos o los cortes de calle por determinadas manifestaciones (que generalmente son en esos horarios) o para el desarrollo de los títulos más importantes del día, pero no olvidamos que el objetivo final es que el que nos escucha se divierta y sienta que nuestra compañía le depara un buen momento.

Pablo Montenegro en plena conducción de AM/PM (Alan Monzón/Rosario3)

-Los contenidos empiezan a tomar forma desde muy temprano, pero el hecho de tener dos programas previos muy completos nos deja el desafío de pasar los temas por nuestro tamiz y de encontrar interlocutores que aporten otro punto de vista, diferente al que se viene escuchando desde antes. También tratamos de estar despiertos como para detectar cuáles son los comportamientos de la gente de la ciudad, las tendencias, qué le preocupa y qué entretiene al rosarino medio, de qué se está hablando en las calles. Imaginamos a nuestros oyentes como personas de alma joven, inquietos, interesados en los problemas de las sociedades modernas, apasionados por el devenir de nuestra ciudad y el desarrollo del país. Así, hablando como se habla en la calle pero respetando las formas de un medio de comunicación, buscamos ser rigurosos en la información, perspicaces y divertidos. Si nos sale en un 30% del ideal, nos damos por satisfechos.

2-¿Qué es la radio para vos?

-Además de una pasión irrefrenable por hacerla y escucharla, la radio es información y entretenimiento, casi en la misma proporción. La información por sí misma ya no es el diferencial, como pasaba hace 20 años: ahora la gente, y sobre todo las audiencias más jóvenes, se informa por redes sociales, por Twitter o Whatsapp. Entonces el dato es importante, pero la diferencia la marca el modo en el que ese dato llega a tus oídos: cómo lo presentás, cómo lo adornás y cómo combinás todos los condimentos: cortinas musicales, tonos, variedad de voces, silencios. El plato que a mí me gusta comer, como oyente, no se reduce sólo a qué tan informado está el periodista o qué tan profundo puede ser el análisis de la información; para mí, escuchar radio es una experiencia mucho más completa, y las formas tienen un lugar preponderante.

3-¿De qué manera estuvo y está presente la radio en tu vida y en tu formación? ¿Quiénes fueron tus referentes radiales?

-La radio siempre ocupó un lugar preponderante en mi casa. Mi abuelo escuchaba tangos a la noche, sentado en su silla con el aparatito sobre las piernas; con mi papá, cuando no podíamos ver a Independiente por la tele (porque en los 90 sólo se televisaban tres partidos por fecha), escuchábamos la transmisión de Rivadavia o Continental; y a mediados de los ’90, cuando se instalaron las primeras radios en Berabevú, el pueblo en el que crecí, empecé a acompañar a mi viejo a su programa de fútbol local y me quedé enamorado de ese medio. Después de cinco programas ya era el operador; a los diez programas estaba dando la información de las divisiones inferiores; y con 14 años tenía con un amigo programa propio y relaté mi primer partido de fútbol de primera en la FM Joven de mi pueblo. Fui operador, conductor, columnista, relator, comentarista. Desde esa época, hace ya 25 años, nunca dejé de salir al aire.

Pablo Montenegro en plena conducción de AM/PM (Alan Monzón/Rosario3)

Crecí escuchando a Antonio Carrizo, Larrea, Lalo Mir, Fernando Bravo, Dolina. En Rosario pude trabajar con muchos conductores que, queriendo o sin querer, se transformaron en referentes: uno fue Jesús Emiliano (hoy director de Radio 2), que fue el que me trajo a esta radio para participar de las transmisiones de fútbol. Otro que me marcó fue Luis Novaresio: me tocó compartir muchos años mis reemplazos en deportes en Diez Puntos y verlo trabajar era impresionante. Llegaba a la radio dos horas antes y se encerraba a leer los diarios, lo que le daba un manejo muy completo de la agenda, pero además conducía con una dinámica y una variedad en los climas y los tonos que siempre me maravillaron. Y por suerte también alcancé a compartir un par de veranos con Nacho Suriani, que tenía un magnetismo evidente con el micrófono y un romance con sus oyentes. 

4-También sos un conductor de televisión muy reconocido en la ciudad, ¿cuáles son las principales diferencias que podés establecer entre esos dos universos?

-La televisión creo que te encorseta un poco más, porque tiene otros tiempos y a la actividad intelectual hay que agregarle la corporal: en la radio uno puede estar hablando de algo serio con una postura relajada, mientras que en televisión tienen que ir en sintonía una con la otra. Pero la radio tiene para mí una condición que la hace invencible: le da vuelo a la imaginación, te permite ser mucho más creativo e imprimirle a los contenidos un sello más personal. Siendo conductor de un staff numeroso, tenés el desafío de que todo suene armónico y por eso confío mucho en el oído de radio que fui cultivando con el paso de los años.

5-¿Cómo imaginás a la radio en el futuro o hacia dónde te gustaría que vaya este medio que tantas veces han dado por muerto y sigue vivo?

-Todos los diagnósticos que la daban por muerta han fallado por una simple razón: la radio es una compañía que no exige más que abrir los oídos, mientras que todos los demás medios de comunicación demandan otros sentidos. Por ende, es imposible consumir contenidos audiovisuales mientras uno transita en su vehículo o está trabajando. Y en la ciudad, pasamos mucho tiempo en esos estados.

Pablo Montenegro en plena conducción de AM/PM (Alan Monzón/Rosario3)

En ese sentido, la radio quizás tenga a los podcasts como sus principales adversarios en el terreno de lo estrictamente sonoro, pero con las plataformas que permiten escuchar los programas de radio on demand, o incluso fragmentos de los mismos, no les temo en lo más mínimo.

Es más, creo que hasta la “televisación” de algunos programas de radio la enriquecen, porque le permite llegar a públicos que podrán hacer el camino inverso: al ver la imagen y el sonido, quizás después prueben sólo con el sonido y se den cuenta de la magia que tiene escuchar a un tipo hablándote al oído a kilómetros de distancia.