“Ya está saliendo el sol

que es sin duda mi Dios.

Aunque no cierre el ojo en toda la semana

y tenga ganas de desmayarme en la cama,

voy a salir a recibir su bendición, oh Dios”.

("Está saliendo el sol”, Intoxicados)

Una ciudad que quema. El calor de un verano anticipado solo aporta aire caliente a las llamas prendidas hace rato con el fuego de la violencia, la criminalidad, los enfrentamientos, la falta de oportunidades, el desconcierto. Nadie puede, quiere, o se atreve a apagarlo del todo. Las brasas siguen encendidas, pero muchos y muchas se animan a caminarlas. Dan la mano, tejen lazos, siembran paz. Y construyen refugios donde entra un viento fresco y mucho sol.

Es domingo 27 de noviembre. Un grupo de personas, en su mayoría jóvenes, se congrega en la Alianza Francesa, en San Luis 846. Suman más de 60 los y las convocadas por Silvina Leto, maestra y practicante de yoga. Cargan sus mats, botellas de agua y llevan ropa liviana o deportiva. Vienen a darle los 108 saludos al dios hinduista Surya (Suryanamaskar), una práctica espiritual que consiste en hacer, justamente, 108 veces, movimientos corporales para honrar al sol. Dejan entrar a una casi outsider del universo yogui –practiqué yoga menos de un año– para hacer la experiencia y sumarse a esta colectividad del amor. Quizás suene a un exagerado y trillado lugar común pero la energía desplegada por los y las practicantes es esa misma: sonreír, guardar silencio, abrazar, cuidar al otro y otra, conectarse con uno/a mismo/a, enlazándose con los demás.

Desde un rincón del auditorio –un salón distinguido de piso de madera con lámparas antiguas y un escenario decorado con lucecitas blancas e instrumentos que luego serán utilizados por los músicos Sofía Sacchi, Julián Rossi e Ivan Topolevsky– se puede ver la ronda formada alrededor de un pequeño altar con imágenes de maestros hindúes en donde se dejan ofrendas florales. Luego, cada uno regresa a su mat y de a poco, se apagan las voces y solo se escucha el resoplar de grandes ventiladores que remueven el aire. Unos minutos antes de las 17.30, aparece Leto vestida de negro, su rostro descansado, una sonrisa amplia. Da la bienvenida a cada participante con caricias, dialoga con las mujeres y los pocos varones ya acomodados y listos para iniciar el rito.

Hace años la maestra rosarina organiza este homenaje al sol y cada vez son más multitudinarios. Micrófono en mano, recuerda la importancia de tener un propósito (sankalpa) que guíe lo que vendrá. También puede ser un agradecimiento el que sostenga el ritmo de la práctica espiritual que precisa desarrollarse con confianza, entrega y sin esperar nada a cambio. Silvina invita a llamar a los maestros personales y al dios que habite en cada corazón y explica los motivos personales que la empujaron a organizar, una vez más, el encuentro:  se perdió en un bosque junto a unas alumnas y para evitar las ramas bajas de los árboles en medio de la noche, llena de miedo e incertidumbre, debió agacharse varias veces, lo que le recordó los movimientos honrados al dios Surya. Para ella fue un signo.

La dulzura del canto de Sofía Machi fue el arrullo perfecto para empezar a moverse. Primero fueron los brazos y las piernas, después el cuerpo entero, un baile personal, una descarga suave del peso arrastrado hasta acá. Los saludos al sol estaban por iniciarse, cuando Silvina recordó: “La práctica es conocimiento, es verdad. Recibí la vida sin resistencia, observá lo que es”. A las 7 de la tarde, el rito ya era realización. La maestra organizó los primeros movimientos: Suryanamaskar consiste en una secuencia de doce posturas que se efectúan una tras otra siguiendo el ritmo de la respiración, en un sentido y a la inversa, siempre volviendo a empezar. “Esto es una reverencia a la vida, ofrecé tu propósito en cada ronda, recordá qué te trajo hasta acá”, murmuraba la guía a modo de acompañamiento, de impulso.

El DJ Iván Topolevsky hacía sonar su máquina con vibraciones ancestrales. Una ayudante caminaba lentamente por el salón humeando un incienso cuyo olor envolvía el ambiente. Música y perfume recreaban un nuevo espacio, un ahora diferente, repleto de cuerpos inclinados y erguidos, una y otra vez, desacompasados pero unidos. La sensación de formar parte de una misma onda, de una corriente, y en simultáneo mirarse adentro, sentir el propio corazón latiendo sus fortalezas y debilidades.

“Que tu propósito te sostenga sin resistencia, no hay lucha, recibís. No pidas, recibí. No luches, aceptá, surfeá la ola. Con cada pensamiento estás creando. Hacé lo que quieras liviano”, se escuchó decir a Leto en medio de las inclinaciones que al sucederse requerían más y más esfuerzo. Muy pocos participantes pararon a descansar, casi todos y todas terminaban la secuencia y volvían a reiniciar el ritual: manos al pecho, brazos al cielo, luego al suelo, pierna derecha hacia atrás, a continuación la izquierda, cuerpo al piso, frente al suelo y enseguida, el pecho elevado hacia adelante sostenido por los brazos tensos. Levantarse nuevamente y repetir lo mismo 108 veces, renovando la energía a partir de la concentración en el sankalpa sabiendo que al final la recompensa será la sensación de haberlo dado todo y la confianza en, que ese poder de entrega permitirá abrir caminos espirituales hacia una vida mejor.

El último saludo ocurre a las 19.32. La energía desplegada se asienta en el lugar, se puede percibir en el suelo, al recostarse con los ojos cerrados. Llega el descanso y la plenitud de haber llegado. La permanencia en ese estado dura unos minutos, ya es hora de jugar. Sí, de ese modo continúa el encuentro, con un ejercicio particular que volverá a manifestar la experiencia de la conexión. Hay que cubrirse los ojos o bien cerrarlos y esperar en pie que se acerque alguno de los colaboradores con las señales que fueron explicadas anteriormente: una mano en la cabeza indica que hay que permanecer el silencio, una mano en el hombro es una invitación a cantar y ser tomado por las muñecas implica que hay que dejarse mover. Estas propuestas ejecutadas a un ritmo elegido ocasionan un recorte onírico en este tiempo que se desentiende de los relojes. Los cantos se superponen y los ecos los alargan, los elevan. La oscuridad detrás de los párpados refuerza el impacto del coro improvisado. Por un instante, algo así como el cielo.

El final es musical como el inicio. Cantante y guitarrista regresan al escenario a interpretar un vals y la propuesta es bailar. Las parejas van y vienen, todavía suspendidas en el clima místico. De a poco, se va despertando a un renovado estado de paz y alegría que se concreta en un abrazo colectivo. Un largo aplauso resuena en la Alianza Francesa. De a poco se irá vaciando el auditorio. Lo dejan atrás tres horas después, jóvenes y adultos reconfortados y repletos de buenas intenciones y necesidad de cambio. Una pequeña gota de agua arrojada a la hoguera.

Afuera ya es de noche, pero está saliendo el sol.

Los 108 saludos a Surya, por Silvina Leto

Surya (el Dios Sol) es una de las deidades más importantes de los Vedas. Por lo general tiene un loto en cada mano y es usualmente mostrado en un carro llevado por el cielo por siete caballos o un cabello con siete cabezas. Además, lo muestran con cuatro manos, tres sostienen una rueda, una caracola y una flor de Loto y la cuarta en modo protector. Su cochero es Aruna, Dios del Alba, que lleva una fusta en su mano. Siendo la fuente de luz y calor, tiene la capacidad de controlar las estaciones y el poder de conceder o retener la maduración de las cosechas. Si la economía se basa en la agricultura, Surya es colocado entre los más importantes de los dioses, sobre todo para las comunidades agrícolas. A su vez es conocido, como Savita, Surya fue muy popular en los tiempos antiguos, pero más tarde perdió un poco de importancia frente a Vishnu.

Sin embargo, es el Dios a quien se le canta a diario el famoso Gayatri Mantra (rezo) cada vez que sale. Cada mañana uno puede ver cientos de devotos que cantan los mantras y ofrecen agua al Dios Sol. Pequeñas imágenes y representaciones visuales del Dios Sol pueden ser vistas en los templos de otros dioses, pero raramente tiene un templo hecho exclusivamente para él. Una de las excepciones es el famoso templo del Sol en Konarak en Orissa.

La práctica de los saludos al sol sirve como un recordatorio de la maravilla y la interconexión del universo. 108 Surya Namaskar ofrece un código para el despertar, un código para nuestra propia naturaleza. Se cree que podríamos alinearnos con el ritmo de la creación y, en última instancia, poner fin a nuestro ciclo de reencarnación.

Pautas

1. Surya Namaskar puede ser realizado por todos los grupos de edad.

2. La salud y la fuerza en general se restauran a través de Surya Namaskar.

3. Se recomienda a las personas que sufren de ataque al corazón, las que están embarazadas y las que están en procesos de restaurar el equilibrio del cuerpo físico y mental que tomen una opinión médica antes de comenzar con esta práctica.

4. Afecta la mente, el cuerpo, el intelecto, las emociones y el alma.

5. Si la respiración se acelera mientras practicas Surya Namaskar, descansa un poco y luego retoma justo cuando el grupo comienza una ronda nueva.

6. Surya Namaskar permite activar del 95% al 97% de los músculos.

7. La práctica diaria de Surya Namaskar equilibra los tres doshas.

8. Ayuda a mantener más oxígeno en las células.

9. Practicar Surya Namaskar quema muchas calorías y reduce masa corporal y peso corporal.

10. Se activan los chakras o canales energéticos.

11. Sea amable con el cuerpo y sea consciente del estiramiento y la tensión del cuerpo.

12. Después de terminar la práctica de Surya Namaskar, no coma ni beba bebidas frías en exceso. Deje que los tejidos musculares se asienten primero antes comenzar a beber o comer.

¿Por qué 108?

El número 108 tiene algunos secretos divinos.

ॐ 108 ha sido considerado durante mucho tiempo un número sagrado en el hinduismo y el yoga.

ॐ 108 representa la totalidad de nuestra existencia.

ॐ Hay 108 cuentas en Rudraksha mala (guirnalda) para cantar Mantra.

ॐ La astrología habla de 12 signos del zodíaco y 9 planetas (12x9) = 108

ॐ La Astrología Védica declara 27 Constelaciones en nuestra galaxia, cada una con 4

direcciones (en otras palabras, cae bajo el Aire, el Fuego, el Agua y la Tierra), por lo que (27X4) = 108 cubre toda la galaxia.

ॐ Nuestra tabla periódica moderna tiene 108 elementos.

ॐ El hasio, el 108º y más pesado elemento de la tabla periódica, tiene 108 protones.

ॐ La distancia promedio del Sol y la Luna a la Tierra es 108 veces sus respectivos diámetros.

ॐ Hay 108 Upanishads.

ॐ Hay 108 marma sthana (puntos vitales o lugares sagrados del cuerpo) en nosotros.

ॐ Si dibujamos una estrella de cinco puntas (que representa a un ser humano) dentro de un círculo (un planeta) y encontraríamos 108 grados mirándonos desde todos los ángulos.