Apia de Roma es la última novela de Viviana Rivero. Es la primera vez que la cordobesa se va tan atrás en el tiempo.
La historia comienza con la muerte del esposo de la protagonista y es una exhaustiva investigación sobre el rol de la mujer en una época en la que nunca dejaban de ser niñas ante la Ley. Como en todas sus novelas, hay romance, un elemento que para muchos opaca la calidad "histórica".
En absoluto. La autora de El alma delas flores, una de las diez finalistas del Premio Planeta 2019, se pronuncia en contra de esa doble vara machista sobre el subgénero.
Hija de escritor premiado, en casa de Rivero sin embargo, el mandato iba en contra de las letras. "Para loco, ya está tu padre", solía decirle su mamá. Hasta que, ya abogada, cayó en sus manos Suite francesa de Irene Némirovsky. Probó dejar de litigar un año y ponerse a escribir y ya nunca dejó de hacerlo. Lleva 16 libros publicados.
–¿Por qué Roma?
–No me había ido nunca tan atrás en el tiempo. Hace mucho que quería escribir una historia de Roma antigua, pero necesitaba estudiar mucho, no estaba con tiempo. Cuando encontré el tiempo, empecé a investigar, a estudiar... me tomé muchos meses, muchos libros, muchas, muchas charlas con profesores de Derecho romano hasta que finalmente digo, ya estoy lista y estaba fascinada de poder escribirlo porque había encontrado cosas muy interesantes, y sobre todo que nos podían llegar a interesar en este momento, como el rol de la mujer.
La lucha de género te hace ver de otra forma toda la historia. Descubro cómo estas mujeres que no tenían capacidad jurídica, porque pensemos que en Roma la mujer era una eterna niña, de la tutela del padre pasaba a la del marido. Si se morían ambos, estaban bajo la tutela del hijo varón y si no había ningún hombre en la familia, necesitaba nombrar un tutor. Ella no podía hacer ninguna actividad jurídica o de altos económicos porque no tenía capacidad jurídica, era una niña ante los ojos de la Ley.
Algunas encontraban ciertas puertas “ilegales” y lo lograban. Esto me llamó mucho la atención: cómo la mujer desde ya estas épocas intentaba salirse de los límites. No era una lucha de género porque cada una, individualmente, hacia esto. No eran todas juntas pidiendo por sus derechos, como tal vez lo vemos ahora. Iba descubriendo algunas perlas, como por ejemplo un banco creado por mujeres y para mujeres para beneficio de mujeres. Funcionaba fuera de la legalidad: eran mujeres que lograban tener un tutor, tutores que nombraban ellas. Los elegían, les pagaban por esa tarea y esto les daba un poco de libertad.
–Con la novela histórica, parecen persistir los prejuicios de género. Cuando la escriben los hombres es novela histórica, cuando lo hacen las mujeres es “romántica”... ¿Cómo hacés para superar esa etiqueta? ¿Te pesa?
–A veces sí, porque me privan a mí de muchos lectores. Hombres grandes no, a un señor de 75 años ya no le importa, agarra el libro y no le importa la tapa que tenga y lo lee y vuelve a comprarte, pero el hombre más joven tiene sus prejuicios.
El otro día, Santiago Posteguillo, el autor español que ganó el Premio Planeta dijo algo –me lo contó Luz Gabás– en una conferencia. Le preguntaron si él escribía novela histórica y si tenía amor o no, y dijo "cuando un hombre escribe novela histórica y le pone una historia de amor dicen que es novela histórica, pero cuando una mujer escribe una novela histórica y tiene algo de amor, ya es una novela histórica romántica". Es lo que vos estás diciendo, ya por el hecho de que quien la escriba es una mujer, ya se considera que es romántica. Yo creo que Posteguillo cuando contestó esto nos hizo un gran, gran favor,
(Esa idea) es menospreciar a la mujer cuando escribe.
–¿Cómo armás tus novelas? ¿Primero llega el tiempo histórico, después el tema o la trama o al revés?
–Casi todo el mismo tiempo. Primero el detonante mío interno. Todos mis libros tienen un alma, es el tema profundo que va dando vueltas a través de todo el libro y después voy armando la historia junto con el contexto histórico. Va apareciendo todo junto, no es que es una cosa todo junto en mí porque voy investigando, recién ahí voy a la notebook y empiezo a escribir.
–Te llevamos a la Segunda Guerra Mundial, decís que con Suite francesa de Irene Némirovsky te convertiste en escritora, ¿que te pasó con ese libro?
–Yo me crié en una casa con un padre escritor, era un buen escritor con premios importantes ganados, pero él no podía vivir de la literatura. Entonces él trabajaba para mantener a su familia y escribía de noche, escribía los sábados, los domingos, entonces en mi casa, mi mamá decía "acá nadie va a seguir carreras que tengan que ver con la literatura porque para loco está tu papá".
Yo soy abogada y trabajé muchos años de abogada. Y cuando llega a mis manos el libro de Irene Némirovsky me gustó porque dije, tiene una comprensión perfecta. Escribe suficientemente fácil para que todos lo entiendan. Habla del amor, es un libro muy respetado y tiene una historia de amor. Habla de los problemas sociales, porque cuenta cuando París fue invadida por los nazis, cómo actuó el típico parisino. Muestra situaciones miserables, de miedo, otras sublimes, valientes, de todo.
Entonces muestra un problema social. Me encantó cómo trataba todo de una manera que podía leerlo cualquiera porque en mi casa siempre había una conversación en la mesa que era que si vos escribís muy bien, no ibas a poder vivir de la literatura como le pasaba a mi padre porque eran pocas las personas que estaban preparadas para leerte; y que cuando escribís un libro que está muy fácil, demasiado popular, no era tan bueno, entonces nadie quería escribir.
Yo no quería escribir, pero cuando llega este libro a mis manos, yo digo esta mujer tiene todo esto y yo me siento preparada, quiero escribir como ella. Y ahí es que escribo mi primer libro que fue El secreto bien guardado que tiene la serie en Netflix con el mismo nombre.
–¿Cómo fue el paso de vivir de la literatura? ¿Merodeaba el fantasma de tu mamá que decía que no se podía?
–En mi caso yo tenía un libro que se vendía mucho, que era Secreto bien guardado. Se estaba vendiendo en todo el país, todavía no había traspasado fronteras. Actualmente mis libros se venden en muchos países y se traducen y todo, pero en ese momento tenía ese vendiéndose mucho en Argentina. Escribí un segundo libro que fue Mujer maestra y ganó el primer premio de novela histórica en un certamen nacional y era dinero en efectivo, entonces yo dije creo que puedo vivir de esto, tengo el texto, tengo un libro que se vende mucho, uno que ganó un premio... Y entonces decido dejarle todos mi juicios a una colega amiga. Le digo, te dejo todo, voy a dejar por un año y me voy a ir a escribir un tercer libro, si me va bien no vuelvo más; si me va mal, en un año me tenés de nuevo trabajando.
Y me acuerdo que me fui a a escribir el libro Y ellos se fueron y fue best seller también. Me encerraba desde las 7 de la mañana, mandaba a mis hijos a la escuela y me quedaba a escribir. En vez de ir a Tribunales con los tacos altos, me quedaba en zapatillas en casa y escribí. Y ellos se fueron todavía se sigue editando.
Es más divertido ser escritora que abogada.
–¿Cómo es tu proceso creativo?
–Yo no tengo nunca el síndrome de la hoja en blanco, la verdad que no, no me pasa. Al contrario, me falta tiempo. Yo tengo muchas historias en la cabeza, pero escribir es algo lento, es algo minucioso, delicado. No podés escribir tantos libros y ni hablar que después hay que salir a promocionarlos, pero para mí el proceso es maravilloso. Yo siempre digo que dos horas de escritura son como media hora de vida real, ¿no? Estás dos horas y crees que estuviste media hora de tu vida sentada. Es algo apasionante.
–¿Cómo es ser escritora de best sellers? ¿Te mete presión?
–A veces me preguntan qué hay que tener para ser best seller, no hay nada especial, sino todo lo contrario. Sos muy común, por eso es que escribís un libro con una mirada que es muy común a mucha gente y la gente se siente identificada cuando lee tu escritura porque tiene una mirada parecida.
En la vida de mis personajes siempre pasan cosas muy malas, pero siempre es una mirada esperanzadora. Creo que las personas que me leen tienen esa mirada que creen en el género humano, más allá de todo lo malo que pase, de todo lo malo que es capaz, también es capaz de lo más alto, lo más sublime. Creo que eso tiene el best seller, una mirada muy común a mucha gente.
Yo pienso en Isabel Allende y nos gusta mucho a millones de personas en el planeta porque probablemente ella tiene una mirada de la vida parecida a la mirada que tenemos varios. Entonces creo que eso también pasa con mis libros, tengo una mirada, parecida a muchos.
–¿Cuál de todos tus libros fue el que más disfrutaste?
–Cada libro ha tenido su etapa en mi vida, no tengo uno determinado. Por ejemplo, El alma de las flores se ganó un premio en España. Ese es un libro muy querido porque yo creo que tiene mucha calidad, fue un libro bastante complejo, con mucha ingeniería. Entonces lo he disfrutado mucho, así que cada libro tiene lo suyo. El secreto bien guardado fue mi primer libro, eso también ha tenido algo fuerte en mi interior.
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