Cada 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Hipertensión, con el objetivo de promover la concientización y los esfuerzos para prevenir, diagnosticar y controlar la hipertensión arterial. Se trata del principal factor de riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen al menos 1.300 millones de personas en el mundo con hipertensión. De ellas, sólo el 42% es tratada y un 46% desconoce de qué se trata. A grandes rasgos, puede definirse como presión demasiado alta en la sangre de los vasos sanguíneos.

Hipertensión

La presión arterial saludable suele oscilar en una mínima de 80 y 84 mmHg y una máxima de 120-129. Las cifras más bajas de las mínimas también pueden considerarse habituales si no presentan síntomas. A su vez, la normal-alta se sitúa en una máxima de 130-139 y mínima de 80 y 89. En personas diabéticas, los niveles superiores a 140 también se consideran altos. Por todo ello es clave controlarse con especialistas para que determinen lo saludable en el propio organismo y, de esa forma, poder llevar un mejor control

Para la OMS, una de las metas es reducir un 25% los casos de hipertensión en el mundo, comparando el período 2010-2030.

Síntomas

La OMS sostiene que, la mejor forma de conocer la existencia de una tensión alta, es acudir a un centro de salud o farmacia para que el personal sanitario la tome. Si bien no hay síntomas concretos, sí pueden aparecer dolores de cabeza, visión borrosa, dolor en el pecho, entre otros; aunque no es necesario.

Factores de riesgo

El riesgo de padecer hipertensión aumenta con el sobrepeso y la obesidad, la falta de actividad física, la ingesta de comidas muy saladas, las dietas ricas en grasas saturadas y trans y pobres en frutas y verduras; así como el consumo de tabaco y alcohol. Por eso, cambios en los hábitos de vida pueden ayudar a reducir la tensión arterial.

Sin embargo, hay otros factores de riesgo que no se pueden modificar y es el caso de los antecedentes familiares de hipertensión, la edad y la concurrencia de otras patologías como la diabetes o nefropatías, según la OMS.

Si las personas hipertensas no controlan su enfermedad pueden padecer complicaciones como daños cardíacos graves, de hecho, el exceso de presión puede endurecer las arterias de forma que el flujo de sangre y oxígeno que llega al corazón se reduce. En este caso, puede provocarse dolor torácico, infartos, insuficiencia cardíaca o ritmo cardíaco irregular lo que puede conllevar muerte súbita. Pero, además, puede causar la obstrucción o rotura de las arterias que transportan la sangre y el oxígeno al cerebro y desembocar en un accidente cerebrovascular.

 

Fuente: EFE.