La memoria, contracara del olvido, tiene límites difusos. No es un cajón rotulado, un compartimento estanco. Se parece más a un universo que se expande y se nutre de diversas fuentes. Crece cuando se le añaden capas. Cuando se vincula el Terrorismo de Estado impuesto en Argentina desde el golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976, que se conmemora esta semana y cerrará el domingo con una gran marcha, con otros hechos de nuestra historia que primero fueron negados, luego desconectados y que ahora se buscan anudar. ¿Qué tiene que ver la masacre de indígenas en Napalpí ocurrida hace un siglo con esta fecha? Mucho, sobre todo si se contrastan las motivaciones, orígenes y las consecuencias que muchos años después marcan a las comunidades y modifican nuestros presentes.

Daniel Naporichi, dirigente de la comunidad qom local, invitó a un seminario de reflexión que se realizará el próximo jueves y afirmó a Rosario3: “La actividad la hacemos el 21 de marzo, previo al 24, Día Nacional por la Memoria, verdad y justicia, porque aún hoy tenemos hermanos desaparecidos originarios en democracia”.

El referente del barrio Rouillón resumió que la Masacre de Napalpí ocurrió el 19 de julio de 1924 en la región del Chaco. Fue una matanza de cientos de personas de los pueblos originarios qom y moqoit (o toba y mocoví) a manos de la Policía chaqueña y grupos paramilitares de los estancieros regionales.

Población de la Reducción de Napalpí (Archivo General de la Nación-AGN).

 

Se originó por una protesta ante las condiciones de trabajo, de esclavitud, en las plantaciones de algodón. “Los hermanos originarios se amontonaban para el reclamo porque les pagaban muy poco en el obraje para hacer los postes, por la leña y por la cosecha de algodón. No le daban plata, solo mercadería para las ollas grandes donde todos comían", fue parte del testimonio de una de las sobrevivientes de la masacre, Militona Enrique. 

"Por eso –completó– se reunieron y reclamaron a los administradores pero los patrones se enojaron, y también el gobernador en ese momento”.

Militona Enrique tenía 26 años en aquel momento. Si bien murió en 2008, su relato grabado fue traducido e incorporado al juicio que se realizó en 2022 y que determinó la responsabilidad del Estado en aquel genocidio. La misma figura legal, genocidio, fue utilizada para describir los homicidios, las torturas, violaciones y robos de bebé de la última dictadura cívico militar.

Además de esa mujer, fue clave la historia de vida de Rosa Grillo, la última sobreviviente de la Masacre de Napalpí, que falleció el año pasado. Tenía 16 años en 1924 cuando escapó de la matanza y vivió hasta los 115. Su testimonio formó parte del Juicio por la Verdad.

Naporichi señaló que “Napalpí” significa en qom “lugar de los muertos”. Fue fundada en 1921 como una “reducción de aborígenes”, zonas donde eran desplazados los pueblos originarios, y el nombre actual es Colonia Aborigen, provincia de Chaco.

El miedo que apaga una lengua

 

Uno de los expositores en el seminario que se realizará en Rosario será David García, de la Fundacion Napalpí en la ciudad de Resitencia. García valoró el juicio que concluyó con una sentencia en 2022: “Los resultados reivindicaron el esfuerzo y la lucha de las comunidades sobre los derechos, el poder creer nuevamente en la justicia. Que la justicia favorezca a las comunidades indígenas es también poder restablecer distintos valores de la misma cultura”.

El integrante de la fundación bajó ese concepto a un efecto concreto sobre “el territorio donde pasó la masacre y sus pobladores que vuelven a recuperar el idioma”.

“Para nosotros fue fundamental reorganizarse en la comunidad y promover la visibilización de lo que sucedió realmente. Lo positivo que tuvo el juicio es que la comunidad se empoderó. Y también el hecho de valorar nuevamente la palabra, el idioma en este caso, ya que la causa más fuerte de la masacre fue el dejar de hablar el idioma. Hoy por hoy la comunidad lo está recuperando; eso ha traído el juicio: la confianza de poder hablar tu idioma públicamente. Algo que por muchos años ellos no podían hacer porque había temor y eso es lo importante”, explicó.

Por todo eso, la actividad del próximo jueves en la Sede de Gobierno de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) cruza fechas y aniversarios de genocidios, lo que también habilita preguntas. Una, por ejemplo: ¿qué idiomas dejaron de hablar los jóvenes, los estudiantes, los obreros organizados después del Terrorismo de Estado?

Comida y caramelos desde el cielo

 

Antes de la matanza, durante el mandato del presidente argentino Marcelo Torcuato de Alvear y el gobernador del Chaco, Fernando Centeno, se prohibió a la comunidad de Napalpí emigrar a los ingenios azucareros de Salta y Jujuy.

El objetivo era retenerlos en la zona para no evitar la pérdida de mano de obra. Las condiciones de trabajo y alimentación eran deplorables.

Un millar de habitantes se refugió en las montañas cercanas como forma de huelga. Se oponían al trabajo en las plantaciones de algodón a cambio de ropa y vales, que no podían convertirse en dinero.

Hasta que el día 19, un avión biplano Curtiss JN-90, conocido como el Chaco II, sobrevoló la zona arrojando comida y caramelos.

Foto del avión que sacó del etnólogo alemán Roberto Lehmann-Nitsche (AGN).

 

En ese momento, según el resumen histórico, los indígenas salieron a recogerlos. Cayeron en una de las emboscadas más crueles de la historia nacional. Poco más de 130 policías y terratenientes dispararon y golpearon con machetes a familias enteras.

La masacre duró 45 minutos pero las secuelas en los sobrevivientes duraron toda su vida. El cuerpo de policías asesinó a 423 habitantes: los hombres fueron mutilados o se les decapitó para colgar luego su cuerpo, mientras que las mujeres fueron violadas.

Hallazgo durante los trabajos, en 2019, del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

 

En los Juicios por la Verdad, se documentaron más de 200 personas asesinadas, mutiladas y enterradas en fosas comunes (niñas, niños, mujeres, hombres, ancianos y ancianas).

Los que huyeron fueron perseguidos. No debían quedar testigos. Pero unos 38 niños y 15 adultos escaparon.

El jueves 19 de mayo de 2022, el veredicto de la jueza federal Zunilda Niremperger tomó en cuenta las voces de sobrevivientes y sus descendientes, las pruebas documentales y análisis de especialistas.

Informe del delegado de la Reducción de indios Enrique Lynch Arribálzaga. Octubre 1915. (AGN).

El fallo consideró que se trató de crímenes de lesa humanidad cometidos en el marco de un proceso de genocidio de los pueblos indígenas.

El seminario en Rosario

 

El jueves 21 de marzo a las 9 se desarrollará el “Seminario de Reflexión sobre el Genocidio Indígena en el Chaco Argentino”, en Maipú 1065 (sede de la UNR), organizado por el Comité Cultural de los Pueblos Originarios.

El espacio propone debatir y brindar elementos sobre el genocidio perpetrado contra los pueblos originarios por parte del Estado Argentino, específicamente en el Gran Chaco Argentino, abarcando Masacres como las de San Antonio de Obligado, 1887; San Javier, 1904; Napalpi, 1924 y Rincón Bomba, 1947.

“En la Argentina, el genocidio de los pueblos indígenas fue consumado de manera sistemática, planificada y fue una política de Estado. Basado en el exterminio por las tropas nacionales, la deportación, las masacres, la apropiación de niños y mujeres que eran esclavizados, entre otras no menos importantes acciones”, señala la invitación.



“En esta línea –agrega– se propone compartir y debatir diferentes vías de aproximación y estudio sobre la articulación entre el imaginario, la memoria en los procesos de construcción identitaria, el juzgamiento como crímenes de lesa humanidad en Juicios por la Verdad, el derecho a la verdad, el principio de no repetición y las medidas de reparación necesarias”.

Entre los expositores participarán: Oscar Talero de la Comunidad Qadhuoqte del Pueblo Qom, Sabino Irigoyen, hijo de Melitona Enrique, sobreviviente de Napalpí, David García y Ana Noriega de la Fundacion Napalpí, Federico Carniel y Diego Vigay, fiscales del Juicio por la Verdad por la Masacre, los antropólogos Fernando Pepe, María Claudia Villareal y Juan Nobile (del Equipo Argentino de Antropología Forense), y Victorio Ramírez de la Comunidad de Colonia Aborigen.