Después de remar 22 días y atravesar más de 1.200 kilómetros por el río Paraná, la campaña “Remar Contracorriente por el Agua y la Vida” llegó este sábado a Rosario para cerrar una iniciativa que busca frenar el “ecocidio” que implicaría relicitar la llamada “Hidrovía”, que implica, sobre todo, profundizar el dragado sin estudio de impacto ambiental.
La travesía náutica, que partió el 1° de marzo desde Clorinda, provincia de Formosa, arribó por la tarde a las playas de la Rambla Catalunya, en un cierre que tuvo una radio abierta, recepción de los remeros militantes y música en vivo.
La llegada contó con un acto de bienvenida, con la presencia de Jorge Fandermole. Luego, se inició un Festival de música del litoral y cierre con cumbia. A las costas rosarinas arribaron entre 150 y 200 embarcaciones, aunque la mayoría de ellas se sumaron en el último tramo. Pero un grupo reducido, son los que iniciaron la travesía desde Formosa, entre ellos el pescador y activista ambiental Luis “Cosita” Romero. Esta campaña se inspira en otra remada del año 1996 contra la construcción de una gran represa hidroeléctrica del Paraná Medio, con un protagonista que repite la gesta: el propio Romero.

Horacio Enríquez, director de la Fundación Eco Urbano y uno de los organizadores, dijo a Rosario3 que llevar el canal “hasta los 44 pies cuando hoy está en 32 o 34” sin análisis técnicos ni consultas públicas generará impactos en la naturaleza y en las comunidades de la región, con “ciudades que se verán jaqueadas para tener acceso a agua potable (como ocurrió hace poco en Victoria) o por la contaminación del barro removido en el lecho”.
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“La travesía fluvial de Remar Contracorriente por el agua, la vida y la soberanía tiene por objetivo visibilizar, informar y contagiar a las comunidades de la Cuenca del Plata y otras, porque los problemas se repiten. Tenemos una mirada crítica de cómo tratamos a nuestros grandes ríos en América Latina, que es el continente de los ríos”, explicó.
En esta edición, casi 30 años después, se pensó “contra el proceso licitatorio que busca reprivatizar el río Paraná y que tiene un pliego que permitiría profundizar y dragar aún más el canal troncal”, siguió Enríquez.
“Quieren llevar la vía navegable hasta los 44 pies cuando hoy está en 32 o 34. Son tres metros por cien de ancho por cientos de kilómetros desde la desembocadura en el Río de la Planta hasta Timbúes, en el norte del Gran Rosario”, amplió.

Para el titular de Eco Urbano, de Entre Ríos, si esa apuesta se concreta, “estaría generando un impacto enorme, un ecocidio en un contexto de crisis climática con quema de humedales, efluentes y agroquímicos”.
“Creemos –continuó– que es un atropello a nuestra soberanía, que con tantas provincias afectadas se tomen estas decisiones sin estudios técnicos de impacto ambiental de lo que generaría. Por ejemplo, que ciudades se vean jaqueadas para tener acceso al agua potable, o la contaminación por el barro removido en el lecho. Queremos alertar y tratar de incidir en esta decisión inconsulta”.
El pedido es sensato: “Que los barcos se adapten a nuestro río y no que nuestro río se vea alterado e impactado por una lógica absolutamente economicista que piensa al río Paraná"
"Que un río con su biodiversidad, su cultura, identidad y saberes se tome simplemente como una autopista líquida. Una vía para el transporte de bienes y commodities, con una lógica donde prima solo la cuestión de los costos y las ganancias pero se ponen en juego las generaciones futuras”.
La campaña empezó el 1° de marzo en Clorinda, Formosa, y después de 22 días terminó este sábado 22 de marzo, Día Mundial del Agua, en la Rambla de Rosario. La idea fue convertir a las playas públicas del norte rosarino en una “usina cultural y ambiental de cuidado intergeneracional” para poder decir: "Un río no se vende, se defiende".
