Cuando se ponga en duda el proyecto, hay que sacar a relucir la imagen del cuerpo técnico argentino en Qatar 2022. Ya sé que un penal pudo haber cambiado todo, pero para llegar a ese penal decisivo hace falta una idea y mucho trabajo. No importa cual sea. Eso quedó claro. Y Argentina pasó mucho tiempo sin ideas o descreyendo de ellas. Además, habrá que decir, la dirigencia del fútbol no abonó mucho a esta teoría. Por suerte, las cosas se acomodaron. Cesar Luis Menotti fue consultado a 24 horas de la final sobre Scaloni. El Flaco reconoció que no conocía tanto su trabajo. "Pero con Aimar voy a cualquier lado", dijo en Radio 2. 

Aimar se llama Pablo Cesar por Menotti. Y Aimar es hijo de la herencia de José Néstor Pekerman. También Scaloni, Samuel y Placente. Hoy José estuvo en la cancha de nuevo sufriendo por Argentina. 

Era el año 1994 y Julio Grondona llamativamente realizaba una suerte de convocatoria abierta para cubrir la vacante de coordinador de las divisiones menores de AFA. Pekerman no tenía un curriculum que rompiera los ojos, pero presentó una carpeta con su proyecto y fue el que más convenció a Don Julio. 

Luego del escándalo en Portugal en 1991, donde la selección (dirigida por Mostaza Merlo) fue condenada por su juego brusco y se le prohibió participar en Australia 1993, llegó el ciclo Pekerman con un proyecto integral de juveniles.

Un año después, en Qatar, sí, en Qatar, la selección sub 20 dirigida por José se coronaba campeón del mundo. El 28 de abril de 1995, en Doha, el elenco de José Pékerman venció 2-0 a Brasil en Doha con goles de Leonardo Biagini y Francisco Guerrero.

Más abajo, en la sub 17 ya venían trabajando Lionel Scaloni, Walter Samuel y Pablo Aimar. Dos años más tarde, en Malasia 97, el equipo de Pekerman volvió a coronarse. El cuerpo técnico de hoy ya brillaba.

Pasaron los años, Pekerman siguió dejando huellas. Argentina ganó el 2001, esos jóvenes de varias camadas se unieron y fueron jugadores de la selección mayor. A muchos también los marcó Marcelo Bielsa. No ganaron, es verdad. Les costó mucho. Hoy en otro lugar dejaron la continuidad de la huella que a ellos los marcó. 

Lionel Messi también fue campeón juvenil. Fue en Holanda en 2005. Parecía todo muy fácil con su talento. Pero no fue así. Leo comió banco con Pekerman en la eliminación por penales ante Alemania en 2006 y ahí empezaron las críticas.

Tampoco fue fácil para Di María, que hizo el gol de la final de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 con Checho Batista en el banco. 

Los resultados se comieron a varias generaciones de talentosos futbolistas. Muchos masticaron la bronca de las eliminaciones, las finales perdidas y las críticas. Demasiado desorden en AFA tras la muerte de Grondona, las pujas por el poder, la comisión normalizadora, el 38 a 38; Gerardo Martino, Edgardo Bauza, Jorge Sampaoli; Chiqui Tapia. 

El caos de 2018 hizo que algo germinara. Menotti volvió a la AFA y confió en los herederos de Pekerman para conducir. Al margen del juego, valía la pena recuperar la seriedad. Y el trabajo a largo plazo. Y la idea. Esa idea que por un tiempo quedó olvidada en un baúl. Ahora llegó el resultado, pudo no ser. Por suerte, esta vez sí, pasó. Somos campeones del mundo. El futuro es inabarcable, pero ojalá siga habiendo una idea.