Desde 1995, los países del mundo se reúnen en la Conferencia de las Partes (COP). Es la Cumbre Anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Este año es la número 28. La COP es el órgano supremo de esta convención que estableció las normas y expectativas fundamentales para la cooperación climática global. El objetivo final es realmente complejo: tratar de reducir el uso de combustibles fósiles en todo el planeta Tierra.

Si hay algo que solo los negacionistas desmienten, son los impactos severos del cambio climático. En el 2023, éste se ha hecho evidente en todos los rincones en forma de sequías, inundaciones, incendios, huracanes, y todo tipo de eventos meteorológicos. En el Acuerdo de París en 2015, se consensuó que hay que mantener la temperatura media del planeta en los 1,5°C respecto de niveles preindustriales. De lo contrario, la Tierra se irá achicharrando hasta ser inhabitable. Los expertos afirman que el calentamiento global podría rozar los 3°C si no se actúa urgente. 

Lo cierto es que la COP 28, tiene tantas contradicciones en sí misma, que pareciera que solo un milagro puede ayudar a cumplir algún mínimo objetivo. El asunto base es eliminar gradual y lo más rápidamente posible el uso de petróleo, gas y carbón. Mientras tanto, se va realizando una transición hacia las energías renovables y no contaminantes. El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, sigue siendo muy enfático en este asunto. Su discurso no tiene medias tintas: “No podemos salvar un planeta en llamas con una manguera de combustibles fósiles”.

Este año fue récord de asistencia al encuentro, en Dubai, con más de 70.000 participantes. Incluidas las delegaciones de los casi 200 países miembros y mil directivos de empresas y de organizaciones filantrópicas. Primera paradoja: ¿Cómo llegan? Muchos de ellos en avión privado. El año pasado a la cumbre de Egipto viajaron más de 400 jets. Informes de diversas ONGs advierten que los aviones privados son 10 veces más contaminantes de carbono que los de pasajeros y 50 veces más que los trenes. Aunque algunos magnates, como Bill Gates lavan su conciencia explicando que “cuando vuelo, compro combustible aéreo sostenible con bajas emisiones de carbono elaborado a partir de combustibles alternativos a los fósiles”.

Otro de los grandes cuestionamientos de este año, fue el lugar de la cumbre y el anfitrión. Emiratos Árabes Unidos, un país que construye islas artificiales en el mar y pistas de esquí en pleno desierto, se ubica en el séptimo lugar dentro de los mayores productores de petróleo del mundo. Con el agravante de que tiene proyectado aumentar su capacidad de producción de petróleo y gas natural a corto plazo. A esto se le suma que el hombre encargado de las negociaciones de la COP 28 es el Sultán Ahmed Al Jaber. Éste ejerce el cargo de ministro de Energía y de Presidente de Adnoc, la principal empresa petrolera de su país.

Días antes del encuentro, la cadena británica BBC denunció tener “documentos informativos filtrados” que mostraban que Emiratos Árabes Unidos tenía previsto cerrar acuerdos de combustibles fósiles con al menos 15 países entre los que se encontraban Brasil, China, Colombia y Reino Unido. Lo que fue desmentido por Al Jaber a un grupo de periodistas: “Estas acusaciones son falsas, inciertas, incorrectas y no precisas”. 

Otra paradoja de las cumbres de cambio climático es que éstas son controladas por las empresas que más emiten gases de efecto invernadero. La ONG Corporate Accountability publicó un informe en el que alerta que en los últimos 20 años lobbistas de energías fósiles, que incluyen a personal declarado de las cinco grandes petroleras (ExxonMobil, Chevron, Shell, BP y TotalEnergies) han asistido al menos 7.200 veces a las negociaciones sobre cambio climático de Naciones Unidas. Ello, sumado a que su participación ha aumentado un 25 por ciento este año.

A estos hechos se le agregan los previsibles de cada año. La inasistencia de los líderes de los dos países más contaminantes del mundo: China y Estados Unidos. Ni Joe Biden, ni Xi Jinping se presentaron. Sólo enviaron delegados. Aunque hay que reconocer que en 2022 en Egipto, el presidente norteamericano sí se hizo presente. Lo que hubiera sido una sorpresa era la presencia, por primera vez, de un Papa en una COP. Pero finalmente Francisco desistió por problemas de salud

El cambio climático es una muestra cabal del mundo en el que vivimos. El 86 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero es producido en el hemisferio norte. Mientras que el hemisferio sur representa el 14 por ciento. Otra paradoja más. Los países ricos y contaminantes incumplen los compromisos pactados. Pero son éstos los que le exigen a los más pobres o del “sur global”, los mismos niveles de responsabilidad por los daños que ellos mismos provocan. Son demasiadas contradicciones y hay muy poca voluntad política.