La industria textil es una de las más contaminantes del planeta, solo superada en este triste ranking por la industria petrolera. Tal vez esto no esté tan a la vista debido a que, cuando se habla de contaminación, los esfuerzos parecen concentrados en plásticos y basura electrónica.

Pero las imágenes del basural de ropa instalado en el desierto de Atacama, en Chile, muestran una realidad ineludible. Según se informa, en ese lugar se tiraron 21.000 toneladas de ropa en 2021.

Veamos algunos números para comenzar a entender un panorama por demás de serio.

  • 80.000 – 100.000 millones de prendas vendidas a nivel mundial
  • 92 millones de toneladas de ropa van a la basura en el mundo (el 60 % de la ropa producida a nivel mundial termina en la basura en menos de un año)
  • Cantidad de agua necesaria para fabricar un par de jeans: alrededor de 10.000 litros (o cuatro camisetas equivalentes a 1 kg de algodón)
  • 20% de la contaminación de agua potable a nivel mundial proviene de tinturas y productos de acabado
  • La industria textil produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos


Los puntos conflictivos en el poder contaminante de la industria textil se centran en:

1. Agua: grandes volúmenes usados para fabricar ropa y contaminados por colorantes
2. Poder tóxico de los colorantes vertidos en el agua
3. Uso de pesticidas, especialmente para el cultivo del algodón
4. Ropa descartada no biodegradable

Teniendo en cuenta estos puntos veremos qué está haciendo la industria para encarar este tema respecto de nuevos materiales para confección de prendas.

Nuevos materiales para nuevos tiempos

 


Usar materias primas tradicionales (algodón, cuero, fibras sintéticas derivadas del petróleo) tiene un alto impacto ambiental. Cultivar algodón, el denominado “oro blanco” en la antigüedad, implica usar grandes volúmenes de agua, junto con pesticidas y fertilizantes que terminan contaminando las napas de agua. Se estima que la mitad de la fibra usada en la industria textil a nivel mundial es algodón. El cultivo orgánico del algodón (libre de pesticidas, con cuidado del suelo y las condiciones de trabajo entre otros puntos) viene ganando cierto lugar aunque su nivel de producción es unas 100 veces inferior al del algodón común.

Con respecto al cuero, su producción está asociada con crueldad animal y uso de grandes cantidades de agua por las curtiembres junto con la generación de desechos tóxicos como cromo, sulfuro y recortes de cuero, entre otros, por parte de estas empresas.

Por su parte, las fibras sintéticas no son degradables y provienen de la también contaminante industria petrolera.

En base a todo lo expuesto y considerando que un 97 % de las materias primas provienen de fuentes vírgenes y solo un 2% de fuentes reciclables, la industria textil viene explorando nuevos materiales obtenidos de fuentes naturales y que sean reciclables o degradables con mínimo impacto ambiental.

Una clasificación inicial muy simplificada puede agrupar a estos nuevos materiales en:

• Alternativas al cuero
• Textiles reciclables
• Tejidos de base biológica
• Materiales carbono negativo

Alternativas al cuero

Los nuevos desarrollos que buscan reemplazar a este material tradicionalmente utilizado incluyen materias primas de origen vegetal (cactus nopal (Desserto), piña (Piñatex), hongos (Mylo y Reishi)), células animales cultivadas en laboratorio (VitroLabs) y fuentes vegetales más minerales sin plásticos (Mirum).

En la ciudad de Rosario un grupo de investigadoras del Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos Rosario (UNR.IPROBYQ.CONICET) asociados con el sector privado se encuentran desarrollando un cuero ecológico en base al hongo reishi (nombre japonés del organismo Ganoderma lucidum) cultivado sobre residuos de la agroindustria. Esta colaboración público-privada lleva el nombre de Mycorium Biotech y el pasado 10 de mayo ha cerrado una ronda de inversión pre-seed con el fondo de inversión SF500.

Textiles reciclables

Circulosa y NuCycle (algodón de ropa reciclada) y Fryske Trui (mezcla de sweaters de lana reciclados mezclados con lino de Frisia).

Tejidos de base biológica

En este caso, las materias primas y técnicas aplicadas para obtener materiales destinados a la industria textil son variadas así como el grado de desarrollo de los productos finales. Entre otros podemos nombrar:
- Fibras de ortiga (materiales frescos en verano y abrigados en invierno) y loto (materiales similares a la seda y el lino).
- Clarus: fibras naturales de cáñamo, algodón y lana convertidas en materiales de alto rendimiento con iguales propiedades que los sintéticos.
- Kintra: un poliéster a base de maíz o trigo totalmente biodegradable. Alternativa al poliéster.
- Interwoven: telas hechas a partir del sistema de raíces de la hierba (aún en desarrollo).
- Bananatex: material fuerte, flexible y duradero obtenido de bananeros en Filipinas. El material se recubre con cera de abejas que lo hace impermeable. Código abierto para que otras empresas lo adopten.
- On-journey: tejido hecho de polvo de carbón activado de roble ubame que se amasa en fibras de algodón/rayón antes de tejer.
- Cupro: tela de rayón creada a partir de las fibras difusas alrededor de la semilla de algodón. Bemberg es una de las marcas reconocidas de cupro la cual no contribuye a la contaminación química.
- Re.Verso: hilos y tejidos reciclados hechos en base a lana y cachemira pre y pos consumo.
- Spinnova: hilos fabricados de pulpa de madera. Propiedades similares al algodón y a la lana de cordero. Aún en desarrollo.
- Trino: mezcla de fibras de eucalipto y lana merino para la fabricación de calcetines (50 % de este material y el resto nylon reciclado).
- Tencel: virutas de madera de eucalipto, abedul o roble que se procesan en una pulpa. Seguidamente se disuelve, se filtra y se hila. El resultado final es una tela muy suave que se siente como algodón o seda y es duradera, absorbente y transpirable.

Materiales carbono negativo

Su producción usa dióxido de carbono, ya sea de la atmósfera (AirCarbon, alternativa al cuero) o de las acerías (LanzaTech).

En un gran número de situaciones, grandes marcas se han asociado con empresas que trabajan en estos temas para aplicar estos desarrollos en sus productos.

Comprar sin parar

Muchos culpan, y justificadamente a la “moda rápida”, estimulada desde algunas grandes cadenas para vender más cantidad, a menores precios y con temporadas de renovación constante. El informe McKainsey 2019 indicó que la ropa se desechaba en la mitad del tiempo comparado con 15 años antes.

Con respecto a la producción, un informe de Naciones Unidas indica que entre 2000 y 2014 se duplicó la cantidad de ropa lo cual tiene elevado impacto a nivel ambiental, ecológico y social.

Al drama ambiental se suman cuestiones igualmente graves como explotación infantil, trabajadores subcontratados y condiciones de trabajo deplorables.

Las declaraciones de la cantante y ambientalista británica Elle L resumen de manera contundente la situación. “Hay una presión real para comprar y no hay un freno para disminuir la producción y el consumo excesivos. Precisamos mejores etiquetados para que la gente sepa lo que compra, necesitamos un impuesto o una prohibición de las fibras sintéticas que causan daños ambientales graves y que contribuyen a la crisis de los microplásticos", expresó.

En tiempos donde lo efímero reina y lo nuevo es viejo antes de nacer necesitamos replantear prioridades y necesidades. Citando a Elle L, "necesitamos un cambio de mentalidad sobre la producción y el consumo excesivos.” El cambio se ha iniciado. Ahora debe profundizarse.

 

Claudio Pairoba es bioquímico, farmacéutico y doctor por la Universidad Nacional de Rosario. Master en Análisis de Medios de Comunicación y Especialista en Comunicación Ambiental. Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y la Red Argentina de Periodismo Científico. Acreditado con la American Association for the Advancement of Science (Science) y la revista Nature.

Notas y materiales relacionados

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