Si bien tener discusiones o diferencias en pareja es totalmente normal, lo clave es que las mismas no se tornen constantes, sobre todo si el foco está puesto en una única temática. En este aspecto, expertos recomiendan no evitar la discusión pero sí comenzar a indagar por qué se genera y cómo empezar a resolver esa problemática en particular.
En este aspecto, sostienen que existen tres ejes claves en donde se centra la gran mayoría de las discusiones, y animan a resolverlos en conjunto:
-El dinero: Las diferencias en la forma de administrarlo pueden generar muchas tensiones, por ejemplo, si uno quiere ahorrar y el otro gasta sin pensar; uno siente que está siendo responsable, el otro que lo controlan. Por eso, es clave hablar del tema con honestidad desde el principio. Poner en claro cómo se manejan las finanzas y llegar a acuerdos puede evitar muchos malos momentos.

-La división de tareas: Cuando una sola persona siente que carga con todo (desde limpiar hasta hacer las compras), aparece el resentimiento. No es solo una cuestión de platos sucios o ropa para lavar, sino de respeto y equilibrio. Sentirse valorado y acompañado también pasa por estas cosas del día a día y organizarse conscientemente por medio del diálogo es una buena solución. En algunos casos, se realizan fichas o agendas semanales con tareas divididas para cada uno.
-Las metas a futuro: Si uno quiere una vida tranquila y el otro sueña con aventuras constantes, o si uno quiere tener hijos y el otro no, es lógico que haya fricción. Las metas personales y las compartidas tienen que estar alineadas en cierta medida, o al menos discutirse abiertamente. Si no, la relación puede llegar a un punto en el que se siente estancada o sin salida.

En conclusión, el gran problema surge cuando no se escucha, no se habla o no se resuelven las cosas. Identificar estos puntos clave puede marcar la diferencia entre una relación que crece y una que se va desgastando poco a poco.
Fuente: GQ.