Esta semana, la historia de Anne, una diseñadora de interiores francesa de 53 años, sorprendió al mundo. Convencida de que estaba viviendo una relación amorosa por internet con Brad Pitt, no solo se separó de su marido bajo una falsa promesa de casamiento, sino que también envió una cuantiosa suma de dinero al estafador que usurpaba la identidad de la estrella de Hollywood. Bajo el pretexto de que necesitaba ayuda financiera para un tratamiento contra el cáncer y que sus cuentas habían sido congeladas durante su divorcio con Angelina Jolie, Anne fue manipulada emocionalmente para transferir más de 800,000 euros a su supuesto amor. Sólo cuando el actor fue fotografiado junto a su actual -y verdadera- pareja, Inés de Ramón, Anne descubrió que había sido víctima de una elaborada estafa.

La mujer francesa fue contactada a través de Instagram, donde una persona que se hacía pasar por Pitt, aprovechándose de herramientas de inteligencia artificial generativa, le enviaba selfies, mensajes y canciones. Incluso llegó a enviarle una foto del pasaporte del actor, para convencerla de que se trataba de él mismo, reforzando la credibilidad del engaño. A lo largo de los meses Anne fue construyendo un vínculo emocional profundo con este supuesto Brad Pitt, quien supo ganarse no solo su confianza, sino también su corazón, a través de románticos mensajes.

Anne se divorció de su esposo para casarse con Brad Pitt. Resultó ser una estafa.

Este caso, tan inverosímil como trágico, pone de manifiesto cómo los estafadores crean y explotan vínculos construidos pacientemente para llevar a cabo fraudes que no solo destruyen patrimonios, sino también vidas enteras. El de Anne no es un hecho aislado. En Rosario, a más de 10,000 km de Francia, Mónica*, de 72 años, también cayó en las redes de una estafa romántica similar. En su caso, el engaño llegó a través de Facebook, donde recibió un mensaje del supuesto actor neocelandés Martin Henderson, protagonista de series como “Virgin River” (Un lugar para soñar) y “Grey's Anatomy”.

“Un fin de semana, mi mamá llamó a uno de mis hermanos para pedirle 1500 dólares, lo que nos pareció rarísimo porque ella no es de pedir esas sumas de dinero”, cuenta Laura* a Rosario3. “Mi hermano fue hasta su casa para preguntarle si era porque quería hacer un viaje o algo por el estilo, y ella le contó que en realidad quería pagarle el pasaje a una persona con la que estaba saliendo desde hace un mes, un actor de Nueva Zelanda”. 

La explicación dejó desconcertado al hermano de Laura. Intrigado y buscando entender un poco mejor la situación, le pidió que le cuente más detalles sobre esta relación. Entonces Mónica le mostró algunas fotos que había recibido del supuesto Martin Henderson, quien, según explicó, la había contactado a través de uno de los tantos grupos de fanáticos de la serie “Un lugar para soñar” que hay en Facebook.

El actor neocelandez Martin Henderson alertó sobre estafas en su nombre.

“Mi mamá lo primero que hizo fue descreer de que el actor quería tener algo con ella, porque mi mamá tiene 72 años y él cincuenta y pico”, relata Laura. “Pero él, de alguna forma, la fue llevando a través de conversaciones diciéndole que ella le había llamado la atención, que podía parecer que en realidad le gustaban las chicas jóvenes pero no era así, que él no es como aparece en las redes. Hasta que, finalmente, la convenció, porque la empezó a bombardear con mensajes todos los días y básicamente habían entablado una conversación de pareja. Sin ninguna cuestión subida de tono ni nada por el estilo, pero sí que era rutinario. Preguntas de estilo '¿Cómo estás? ¿Qué comiste? ¿Qué haces? Qué ganas de verte...' Hasta le hizo descargar Telegram y otra aplicación para chatear por ahí“, detalla.

“Mi mamá descree de que se trate de una inteligencia artificial, porque él no le hace videollamadas, pero sí vídeos suyos doblados al español donde le dice que es la única forma de poder comunicarse con ella, porque él no sabe español y ella no habla inglés. Entonces mi mamá se lo cree”, confiesa Laura. La estrategia del estafador es meticulosa y persistente. A pesar de los esfuerzos por remover los perfiles del supuesto actor, estos volvían a surgir día tras día, retomando incansablemente el contacto con su madre. “Llegué a eliminar más de treinta, pero es imposible; siempre aparecen nuevos y le siguen escribiendo”.

Capturas del chat entre el estafador, person ... do a un actor neocelandés y Mónica, su víctima.

Este tipo de estafadores suelen buscar aislar a sus víctimas de sus seres queridos, que podrían alentarlas sobre el engaño. En un claro ejemplo de manipulación emocional, “él le insistía en que todavía no era el momento de contarle a nadie sobre su relación, mucho menos a los hijos, porque él era más joven y nosotros podíamos sentir celos”, relata Laura. “Incluso dejamos de insistir tanto sobre el tema porque él le decía que juntos iban a superar todo lo que estaba ocurriendo”, agregó.

“En un momento mi mamá le cuenta que se acercaba su cumpleaños, y ahí él encontró la excusa para pedirle el dinero. Hasta llegó a decirle que si mi hermano no podía darle la plata, hablara con su representante para buscar otra forma, que también podían ser pesos. Nos pareció rarísimo, porque ¿quién va a querer pesos? Pero bueno...”. 

Cansada, Laura decidió escribirle al estafador, identificándose como la hija de Mónica y dejándole en claro que sabía que todo esto era una manipulación utilizando inteligencia artificial. La respuesta que recibió la sorprendió: “Entiendo que pienses que soy una IA, porque parece increíble que me haya enamorado de tu madre, pero ya nos vamos a conocer. Ya voy a ir a Argentina cuando termine de grabar la temporada”.  

A pesar de que Mónica finalmente entendió que no debe enviarle dinero, la situación se volvió más compleja desde el plano emocional. “Él le dice que está deprimido porque no puede verla, que el gobierno lo persigue y que no puede salir del país. Que quisiera que ella le envíe algo para poder tener de recuerdo, todas cosas así”, precisa Laura. Esta confusión emocional es una de las estrategias más comunes que emplean los estafadores, quienes combinan la presión financiera con el juego psicológico para mantener a la víctima cautiva.

“Ella me terminó reconociendo que sí, que entendía que era todo falso, pero que de alguna forma no podía dejar de escribirle. Se metió en su vida, en su psiquis. Es como una adicción que tiene ahora, lamentablemente”, confiesa Laura.

“¿Qué es lo que lleva a esta mujer de 72 años a sostener este vínculo, a pesar de saber que es un vínculo ficticio, en el que la otra persona estaría obteniendo un rédito económico? El punto es: ¿qué mantiene viva la fantasía?”, se pregunta la doctora Paola Rádice, médica psiquiatra, ante la consulta de Rosario3. “En el imaginario puede ser un actor de Nueva Zelanda, puede ser Brad Pitt, puede ser un bot de IA, pero de alguna manera nos da una compañía en donde nos estamos sintiendo elegidos, donde nos posiciona en un lugar de importancia y donde siempre ofrece una una devolución positiva”, explica la especialista en salud mental.

“¿Qué es lo que lleva a esta mujer de 72 años a sostener este vínculo, a pesar de saber que es un vínculo ficticio, en el que la otra persona estaría obteniendo un rédito económico? El punto es: ¿qué mantiene viva la fantasía?”, se pregunta la Dra. Paola Rádice, médica psiquiatra.

El componente emocional es, precisamente, lo que hace que las víctimas sigan atrapadas en la red de los estafadores. Mientras más personal y convincente sea la manipulación, mayor es la dificultad para reconocer el engaño, ya que terminan creyendo que la relación tiene un valor genuino. Y en muchos casos, son ellas mismas quienes, sin darse cuenta, proporcionaron la valiosa información personal sobre la que se construyó la mentira.

“Esto es parte de una tendencia que venimos observando desde el año pasado, en la cual los atacantes, utilizando herramientas de inteligencia artificial, se hacen pasar por una persona que no son”, explica a Rosario3 Roberto Rubiano, ingeniero informático especialista en ciberseguridad. “Si a esto le sumamos la información que compartimos en redes sociales sobre gustos y preferencias, como bandas de rock, equipos de fútbol, películas o temas de actualidad, los atacantes pueden trazar un perfil muy específico y preciso para aumentar la efectividad de su ataque. En el caso de esta señora, es probable que en algún momento haya manifestado su admiración por el actor. Aprovechando esa información, lograron diseñar un ataque tan certero.”

 Aunque parezca increíble, este tipo de fraude es cada vez más común. Solo en España, en septiembre de 2024, la Guardia Civil detuvo a cinco personas que se hacían pasar por Brad Pitt para estafar a mujeres, en el marco de la denominada "Operación Bralina". Los estafadores contactaban a sus víctimas a través de páginas de fans del actor en redes sociales, establecían relaciones sentimentales falsas y las convencían de financiar proyectos inexistentes o de resolver problemas económicos, logrando obtener un total de 350,000 euros de dos mujeres que confiaron en ellos. Estos casos son solo la punta del iceberg en una modalidad delictiva que combina el uso de inteligencia artificial con tácticas de ingeniería social.

Buen consejo de un falso Messi generado por IA.

“Si nos encontramos ante una situación donde podemos estar frente a alguien que no es quien dice ser, lo aconsejable es tratar de apelar al sentido común”, recomienda sabiamente Rubiano. “Por ejemplo, se puede intentar poner a prueba a la otra persona con algún desafío. Seguramente recuerdan la escena del teléfono público en Terminator 2, donde le preguntan por el nombre del perro; es como hacerle un CAPTCHA humano. En esencia, se trata de afinar los sentidos. Desconfiar, validar con la mayor cantidad de recursos posibles, y no necesariamente con algo tecnológico. A veces, lo más simple, como preguntar cómo está el clima hoy o algo cotidiano, puede revelar algo que el atacante no sepa responder o resolver, demostrando a quién tenemos realmente enfrente”.

La vulnerabilidad emocional se ha convertido en la puerta de entrada perfecta para estafadores cada vez más sofisticados que, aprovechando herramientas avanzadas de inteligencia artificial generativa, construyen identidades falsas casi imposibles de distinguir de una real. La pregunta ya no es si podremos distinguir entre lo verdadero y lo ficticio, sino cómo podemos protegernos en una era donde el amor virtual puede tener consecuencias devastadoramente reales.