Daniela, una rosarina de 36 años, baja las escaleras desde avenida Libertad al centro de cómputos de La Libertad Avanza, en las barrancas de barrio Martin, motosierra en mano. Está encendida, por un rato es el sonido que más se escucha a metros del acceso vidriado al salón, incluso más que el grito –por momentos ensordecedor– que parte desde adentro. “Presidenteee, Milei es presidenteee, Milei es presidenteee”, cantan militantes y simpatizantes de Javier Milei, el mandatario electo tras imponerse en el balotaje sobre Sergio Massa, en Rosario. 

Son las 20.30, hace pocos minutos que el candidato peronista reconoció públicamente su derrota en las elecciones y que llamó al ganador. La máquina, transformada en un símbolo de la campaña libertaria y utilizada, otra vez, por el líder de La Libertad Avanza en su primer discurso como presidente, es casi tan grande como ella y tiene escrito Milei 2023 en la sierra. “Me la prestó un amigo”, cuenta con una mezcla de alegría y efusividad que le brota por los poros. 

-Vengo de una familia radical, antiperonista y antikirchnerista. A la política la veía de lejos, pero era porque los políticos hablaban sin decir nada. En la pandemia me empecé a informar más sobre las ideas de la libertad, me di cuenta que entendía de política.

Su amigo es Alan. De anteojos y remera negra, le saca fotos y filma con el celular a Daniela mientras blande la motosierra. Después la guardan en su auto y prometen volver a sacarla en el Monumento, el lugar elegido para continuar los festejos de una noche a la que definen como histórica.

A reventar: el centro de campaña libertario en la ciudad.

Alrededor, el fervor se extiende por todos lados. El sentimiento de preocupación que se respiraba en el mismo lugar luego de la primera vuelta ahora quedó hecho trizas con el triunfo de Milei en las urnas. Así lo expresan Lucas y Giani, con una larga bandera argentina de palo en mano, dos militantes libertarios que aquel 22 de octubre especularon en charla con Rosario3 sobre qué podía pasar en el balotaje: “Estábamos cagados, pero te dijimos que éramos optimistas, ¿te acordás?”.

Mientras habla Massa en Buenos Aires, en el búnker rosarino de La Libertad Avanza hay cientos de cuerpos apretados, transpirados y calientes que explotan de felicidad. Celebran su victoria y llueven dólares impresos con la cara de Milei, pero también insultan con fuerza y al unísono al candidato de Unión por la Patria. 

Benjamin tiene 23 años y trabaja en la Bolsa de Comercio. Charla con Juan, un amigo y compañero de fiscalización, y asegura que un triunfo del peronista no hubiera perjudicado en nada su situación laboral y económica, aunque sí la de muchos argentinos y sobre todo jóvenes que no pueden proyectar un futuro con la incertidumbre de un escenario complejo: población enojada, inflación del 140 por ciento y crisis de representatividad. “No nos damos cuenta del cambio que hubo”, dice

Dólares con la cara de Milei impresa en el búnker libertario de Rosario.

Entre los que agitan también está Rodolfo, un odontólogo de 53 años. Se acerca a los pibes y se mezcla en la conversación con otra mirada, la de alguien que vivió otras épocas y contextos sociales y políticos. Apoyó a Mauricio Macri en 2015 y 2019 porque es “anticorrupción” y cuenta que convenció a varios conocidos que iban a votar en blanco para que apoyen a Milei. 

Entre remeras con leyendas del presidente electo y banderas negras y amarillas, destaca la figura de un hombre alto con una máscara de león. Gonzalo tiene 29 años, es rosarino “de Alberdi y del río”, pero vive en Amsterdam (Holanda) hace nueve años: “Vine a fiscalizar y a votar. Este país es lo mejor que hay, no hay nada igual en el mundo”.

Otro detalle que no pasa inadvertido es el fuerte apoyo de los libertarios a la vicepresidenta Victoria Villarruel, la defensora de genocidas, que estará a cargo de las áreas de Seguridad y Defensa. Es unánime, todos los presentes en avenida Libertad 94 reivindican su figura. 

Son expresiones, caras, personajes que le dan vida al festejo libertario en la ciudad en medio de abrazos que se multiplican, lágrimas de felicidad y fervor, mucho fervor. La noche alcanza su punto máximo de efusividad cuando Milei, pasada las 22, camina hacia el escenario en Buenos Aires para dar su primer discurso como presidente electo. Acá, siguen cada una de sus palabras y gestos desde las pantallas colocadas en el frente y una de las paredes del recinto. 

“No hace falta que te diga nada”

Antes del estallido que provocó la victoria de Milei, en el centro de campaña libertario hubo señales que lo anticiparon. Bien temprano, antes de las 19, en un clima de distensión y tranquilidad un dirigente de La Libertad Avanza contaba cómo había transcurrido la jornada en los lugares de votación cuando, de fondo en una pantalla, el sobreimpreso de un canal de Buenos Aires se preguntaba si este martes “habrá Banco Central”.

“Ya no hace falta que te diga nada”, le respondieron a Rosario3. La sentencia anticipaba la derrota de Massa, aún cuando no se conocían datos oficiales.

La escalera rumbo al centro de campaña de Milei.

Casi tres horas después, con todo resuelto, el búnker repleto de gente y el rugido del león más fuerte que nunca, un referente de los fiscales del espacio político recordó que “hace siete años éramos nueve personas, hoy cubrimos el 95 por ciento de Santa Fe”. Asocian parte del triunfo a la importancia del trabajo de fiscalización en cada escuela, algo que luego también diría Milei extendido a todo Argentina. 

Lágrimas

A poco más de 20 cuadras de Queens, la otra cara del domingo de balotaje está frente al Centro Cultural Atlas, en Mitre entre San Lorenzo y Santa Fe. Allí confluyó la militancia peronista, primero con esperanza, después a la espera del milagro y, al final, con la necesidad de canalizar de alguna forma la tristeza por la derrota de Massa. 

Pasadas las 18, el tránsito ya estaba cortado en esa cuadra del centro, donde cientos de militantes aguardaban los resultados después de la calurosa jornada electoral. Pero los rostros decían todo: gestos serios, miradas de preocupación y mucha gente sentada en los cordones, resistiendo para no mirar de frente la cruda realidad. 

Antes del anocher, la militancia peronista copó la calle frente al Atlas.

Eluney y Sofía, dos jóvenes militantes de Ciudad Futura, intentan buscar explicaciones a lo sucedido. Están derrumbadas. Sienten “decepción y miedo” por lo que mostraron las urnas y por los tiempos que vienen para Argentina. En ese momento, el candidato de Unión por la Patria empezaba a hablar, ellas se levantaron para acercarse al Atlas y escucharlo.

Ese lugar, que el 22 de octubre fue el epicentro de las celebraciones rosarinas por la victoria de Massa en las generales, ahora estaba dominado por un silencio poderoso, solo alterado por las lágrimas y los abrazos contenedores. Postal de una herida que tardará en cicatrizar