En el 2020 la humanidad se ha enfrentado a un hecho sin precedentes: la COVID-19 es una enfermedad infecciosa con altos índices de morbimortalidad, que alcanza a todos los habitantes del planeta y se ha diseminado a una velocidad inédita. La ciencia una vez más, ha encontrado una herramienta eficaz, y ya se dispone en el mundo de varias vacunas desarrolladas y aprobadas por los organismos regulatorios de distintos países, siguiendo los protocolos correspondientes en tiempos de pandemia.

Las vacunas han salvado millones de vidas. Hay evidencia científica sólida que apoya estos hechos: la viruela, por ejemplo, logró erradicarse gracias a la implementación de campañas globales de vacunación. La importancia de estas campañas de vacunación se pone también de manifiesto en la drástica disminución de otras patologías virales como el sarampión y la poliomielitis, casi erradicadas mundialmente, así como de otras tantas enfermedades que han asolado vastas regiones del planeta.

La Universidad Nacional de Rosario apoya decididamente el proceso de vacunación en marcha y expresa su preocupación frente a las sistemáticas campañas de desacreditación en curso. Al mismo tiempo, reclama un tratamiento responsable de la temática relacionada con las vacunas contra COVID-19 y recomienda enfáticamente a la población reparar en información oficial emanada de las autoridades sanitarias y construida en base al rigor científico.

La aplicación de las vacunas no responde a una decisión individual sino colectiva; consecuencia de una sociedad que atiende y cuida el bienestar general. Desde el primer día de la pandemia, la UNR puso todos sus recursos a disposición del Estado y la sociedad para hacer frente a la emergencia. Hoy volvemos a hacerlo poniendo a disposición nuestras voces informadas y especializadas, docentes e investigadores de extraordinario prestigio nacional e internacional, y las capacidades de logística, infraestructura y de recursos humanos que puedan ser de utilidad para la campaña de vacunación en curso.

Vencer la pandemia requiere de compromiso genuino y responsable, individual y, sobre todo, colectivo y solidario. La comunidad universitaria y científica asume su rol ante este desafío.