Un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard llevó a cabo un estudio para evaluar de qué manera influyen sobre el cuerpo los horarios y momentos del día en los que se ingiere la comida, una temática que durante los últimos años ha generado debates sobre cómo puede incidir en la suba o pérdida de peso.

Durante su investigación, cuyos resultados se publicaron en la revista Cell Metabolism, los investigadores pidieron a un grupo de personas obesas o con sobrepeso que probaran dos horarios de comidas diferentes con dietas idénticas.

Uno de los grupos respetó el desayuno, almuerzo y cena, con su última comida seis horas y media antes de acostarse y siguiendo esta dieta durante seis días seguidos. En tanto, el otro tenía su desayuno y almuerzo cuatro horas más tarde, y la cena dos horas y media antes de acostarse.

A medida que se desarrollaban las pruebas, los participantes de ambos grupos informaban regularmente cuáles eran sus niveles de apetito. También se les hicieron análisis de sangre a lo largo del día, se les midió la temperatura corporal y su respectivo gasto de energía.

Por otro lado, los investigadores también recolectaron biopsias de tejido adiposo para medir la forma en la que el cuerpo de los participantes almacenaba las grasas.

Cuál es el mejor horario para cenar

El estudio que llevó adelante la universidad estadounidense demostró que comer tarde hace que se quemen menos calorías, tiende a aumentar el hambre y provoca cambios en el tejido adiposo. Además, incrementa el riesgo de obesidad.

En las conclusiones, los investigadores explicaron que comer más tarde aumentaba el hambre de los participantes, disminuía la cantidad de calorías que quemaban y favorecía el almacenamiento de grasa. Estos efectos, con el tiempo, pueden provocar aumento de peso, según indicaron.

Los investigadores concluyeron que cuando se come muy tarde se aumenta el riesgo de obesidad.

"Cuando las comidas se retrasan cuatro horas y todo lo demás permanece igual, se queman menos calorías, hay un mayor impulso por la comida y se experimentan cambios en el tejido graso que promoverían el aumento de peso", señaló Frank Scheer, autor del estudio.

A partir de los resultados, los investigadores concluyeron que cuando se come muy tarde se desencadena una serie de mecanismos fisiológicos y moleculares que aumenta el riesgo de obesidad.

Es por esto que recomiendan mantener los horarios de cada comida lo más temprano posible: almorzar entre las 12:00 y las 13:00 horas, y cenar ligero unas seis horas antes de irse a dormir.

Esto no solo aumenta los niveles de leptina, la hormona de la saciedad, lo que ayuda a reducir la ingesta calórica, sino que además acelera la quema de calorías porque el metabolismo está más activo y se acumula menos grasa.