Hay cinco tipos principales de virus que causan hepatitis: A, B, C, D y E, siendo las hepatitis B y C las de mayor relevancia por ser las que pueden evolucionar a formas crónicas y progresar a cirrosis y cáncer de hígado. Se estima que el 57% de los casos de cirrosis y el 78% de los casos de cáncer primario de hígado son causados por los virus de la hepatitis B y C. Por ello, la meta propuesta por la OMS es la de reducir en un 90% la incidencia y en un 65% la mortalidad asociadas a las hepatitis B y C.

Se estima que en el mundo hay 325 millones de personas infectadas por los virus de las hepatitis B y C; que solamente un 10-19 % de los casos saben que lo están. Esto representa un enorme desafío a la Salud Pública dado que son enfermedades silenciosas durante décadas hasta desembocar en cirrosis, cáncer y/o muerte.

Juntas, las hepatitis B y C, generan 1,4 millones de defunciones al año, cifras iguales o superiores a las del VIH, malaria y TBC. Este es un dato importante para concientizar a los que definen políticas públicas durante la pandemia de la Covid-19, dado que implementando las recomendaciones de la OMS se podrían evitar miles de muertes diarias, ya que a diferencia de la Covid las hepatitis virales tienen vacunas altamente probadas así como tratamientos antivirales de enorme eficacia. Que en plena pandemia de la Covid-19, cuando la salud pública está en el centro de la mirada de la política y de los formadores de opinión, las hepatitis víricas sigan matando a miles de individuos por día resulta como mínimo una enorme pérdida de oportunidad de salvar vidas.

La región de América Latina y el Caribe ha logrado avances significativos en términos de vacunación, y todos los países han incluido la vacuna contra la hepatitis B en sus programas de vacunación para niños. A pesar de ello, solo el 42% de los niños reciben la dosis de la vacuna contra la hepatitis B prevista al nacer.

También se encuentran disponibles pruebas para la detección y diagnóstico de hepatitis B y C. Sin embargo, el acceso al tratamiento de la hepatitis B y C con antivirales de acción directa es muy limitado en la Región. Diecisiete países informan que tienen estos medicamentos para tratar las hepatitis B y C crónicas, pero el número de personas que lo reciben es muy limitado.

Es por ello que la OMS pide a todos los países que colaboren para eliminar las hepatitis como problema de salud pública de aquí a 2030 reforzando las siguientes estrategias de intervención sanitaria:

-Proteger a los lactantes de la infección por HBV. Todos los recién nacidos deberían ser vacunados al nacer y recibir posteriormente al menos 2 dosis adicionales

-Detener la transmisión de madre e hijo. Todas las embarazadas deberían someterse al diagnóstico de HBV, VIH y sífilis y recibir el tratamiento necesario.

-No dejar a nadie atrás. Todas las personas deberían tener acceso a los servicios de prevención, pruebas y tratamiento de las hepatitis, incluidas las personas que se inyectan drogas, los reclusos, los migrantes y los grupos de población más afectados.

-Ampliar el acceso a las pruebas y al tratamiento. Las pruebas y el tratamiento oportunos de la hepatitis vírica pueden prevenir el cáncer de hígado y otras enfermedades hepáticas graves.

-Mantener los servicios esenciales relativos a la hepatitis durante la pandemia de Covid-19. Los servicios de prevención y tratamiento de la hepatitis son esenciales incluso durante la pandemia de Covid-19.