“Todos nos hemos tenido que adaptar; Pichón Riviere, un psicólogo social muy reconocido, decía que ´la salud mental y la física tienen que ver con la capacidad de adaptación´, debemos tener flexibilidad para afrontar los desafíos y las adversidades que nos plantean el desarrollo de los niños sobre todo en tiempos como los que nos tocan atravesar”, respondía   Andrea Agustini, licenciada en Fonoaudiología, docente de la Escuela de Fonoaudiología.

LA CONSULTA

´Se trata de un niño de 3 años y 5 meses que aún no se expresa como corresponde para su edad. No forma oraciones al hablar, solo menciona una palabra sobre lo que quiere; agua, galleta, zapato. O en su defecto, señala. Siempre ha estado en cuidado de guarderías, porque ambos padres trabajamos. No obedece las instrucciones que le dan y en ocasiones llora inconsolablemente cuando no le permiten hacer lo que él quiere. Tiene buena retentiva. Es muy activo, pero a veces tiene actitudes que me preocupan, como perder la mirada y no escucharme. Aún no deja el pañal. Me preocupa que tenga algún trastorno. ¿Debería preocuparme o simplemente esperar a que alcance su madurez y desarrolle el habla´?

LA RESPUESTA

“En relación al desarrollo del lenguaje hay ciertos parámetros esperados que están en relación con la edad. La preocupación de los padres se da en general cuando ven que sus hijos no se expresan como lo hacen otros niños a esa misma edad. O, cuando el niño no recurre al mismo lenguaje de un hermanito mayor a su edad.

En relación a lo esperado, los tres años es una etapa de gran despliegue en el lenguaje en los niños en general. Aparecen una gran cantidad de palabras. Las frases consolidadas. Esto puede coexistir en algunos niños con algún problema articulatorio propios de instancias del desarrollo corporal; como es la adquisición de la erre.

En líneas generales, un niño de la edad de la consulta, se expresa, se comunica. En este caso la madre habla de buena retentiva, tanto si la misma se refiere a la buena memoria o a la buena comprensión, nos da un indicio que cuenta con factores favorecedores para el desarrollo del lenguaje.

Muchas veces no encontramos frente a un desfasaje entre lo comprensivo y lo expresivo. O, a veces, los niños tienen procesos muchos más rápidos en la comprensión, de lo que pueden producir conversando.

De todos modos, se trata de una edad para hacer consultas con un especialista fonoaudiólogo. Los pediatras son quienes primero advierten estos fenómenos y recomiendan conductas a seguir a los padres. Y los derivan.

En este caso la madre habla de la guardería; estos espacios en general son favorecedores del desarrollo de los niños entre los que se encuentra el lenguaje; ya que esos lugares potencian la relación social con pares. Allí al niño se lo ve interactuar y jugar y rápidamente los encargados comunicarán a los padres lo que ellos observan y que valga la pena destacar.

Lo que recomendamos es que a partir de la charla con el pediatra se pida en caso de ser necesario la consulta con el profesional especialista en fonoaudiología, para que al hacer la evaluación del lenguaje dentro del desarrollo de ese niño. Para que se indague si hay antecedentes de relevancia.

Pero en el caso que manifiesta la madre de la consulta, creemos que esa conducta a esa edad es un caso para consultar.

Cada grupo familiar aporta lo suyo para el desarrollo de cada niño y nunca debemos perder de vista la singularidad. Pero sabemos que, desde el punto de vista del desarrollo y lo esperable en un niño que ha tenido una evolución sin mayores inconvenientes; con un embarazo normal y un parto a término y sin dificultades. Donde no hubo factores de riesgo ni durante el embarazo y después de nacido. Si se trata de un niño con sus sentidos desarrollados. Un niño que desde el punto de vista motriz cuenta con los logros propios de su edad: camina, corre, salta, se trepa; intenta valerse por sí mismo. En fin, un niño activo. Son características que condicen con esa edad.

Debemos, por otra parte, tener en cuenta que el tema de los berrinches es también propio de los tres años. Tengamos en cuenta que ésta suele ser una etapa de quiebre para el niño en lo vincular. A esta edad de los tres años se la suele llamar la edad del NO; además de ser la edad de los POR QUÉS con la encendida curiosidad por saber cómo funciona el mundo. Junto a esto aparece la negación a seguir indicaciones u oponerse a los límites. Pero en la medida que los papás y el entorno puedan sostener normas coherentes y plantear claramente los límites mediante la palabra, el niño los va incorporando y adaptándose. Esto depende de cómo se maneja el entorno adulto de ese niño.

CÓMO IMPACTAN PANDEMIA Y CUARENTENA

Debemos tener en cuenta que estamos atravesando un contexto inédito que ha puesto de manifiesto aspectos que nadie tenía en claro, sobre todo en cómo sobrellevar las restricciones y los cuidados.  Tuvimos, adultos y niños, que incorporar nuevos hábitos; y reforzar algunos que ya teníamos pero que no eran suficientes. Pero, veamos, tenemos que ayudar a los niños a sobrellevar la falta de contacto con sus pares; el tema de las pantallas y su exposición casi ilimitada al pasar a ser un recurso educativo imprescindible.

No podemos evaluar aún, con objetividad y claridad qué impacto tiene sobre ellos ni sobre nosotros, ya que nos ha cambiado y ha movido estructuras.

En él mientras tanto vemos que los papás han tenido la oportunidad de compartir más tiempo físico con sus hijos; y, esto, en un punto puede ser muy beneficioso y puede haber fortalecido el vínculo y establecido nuevas maneras de compartir, jugar y comunicarse. Esto mismo, digámoslo pudo haber generado también situaciones críticas: mamá y papá desbordados y niños alterados.

Todos nos hemos tenido que adaptar; Pichón Riviere, un psicólogo social muy reconocido, decía que “la salud mental y la física tienen que ver con la capacidad de adaptación”, con tener flexibilidad para afrontar los desafíos y las adversidades.

*Andrea Agustini, licenciada en Fonoaudiología, docente de la Escuela de Fonoaudiología; una de las escuelas junto a las de Enfermería y de Medicina, que funcionan en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario.