La foto inaugural ya se sacó y las conducciones de todos los partidos involucrados marchan decididas hacia la construcción de una gran alianza opositora en la provincia que reúna a Juntos por el Cambio y el Frente Progresista. Sin embargo, aún hay mucho camino por recorrer para cerrar ese armado y todavía hay sectores que amenazan con no subirse a un colectivo que –entienden– los llevará por una ruta ideológica que está en las antípodas de la propia.

Las tensiones en todos estos meses previos a la foto que los dirigentes de la inminente coalición se sacaron esta semana en el local del Partido Demócrata Progresista (PDP) se expresaron, fundamentalmente, desde las agrupaciones que encarnan los dos extremos de esto que algunos ven como un Frente Demasiado Amplio (FDA): el PRO por derecha, el socialismo por izquierda.

¿Cómo digerir internamente una alianza con sectores a los que se criticó despiadadamente, a los que durante años se puso como límite para cualquier construcción conjunta y con los que históricamente hubo diferencias insalvables en temas clave como el rol del Estado, reforma laboral, política impositiva, seguridad y una larga lista de etcéteras?

Del lado del PRO, la cuestión parece saldada por la existencia de un objetivo mayor para el que un triunfo opositor en Santa Fe, donde las elecciones serán desdobladas de las nacionales pero en una fecha cercana, sería un antecedente fundamental: el regreso a Casa Rosada, ya sea con un “segundo tiempo” de Mauricio Macri o, más probable, con Patricia Bullrich u Horacio Rodríguez Larreta a la cabeza. También porque lo ideológico nunca fue en esa agrupación un condicionante que pudiera imponerse a lo pragmático. 

Pero en el socialismo, si bien la mayoría de los dirigentes entiende que hoy no hay espacio para terceras fuerzas y la posibilidad de sostener el esquema de tercios de las últimas dos elecciones a gobernador se terminó con la muerte de Miguel Lifschitz, los cortocircuitos y los riesgos de escisión continúan.

La conducción del partido, ahora encabezado por quienes se consideran herederos de Lifschitz, demoró pero ya definió su adhesión al nuevo frente. El sector de Antonio Bonfatti, que supo ser de lo más refractario al macrismo, desde hace muchos meses empuja para que el PS se suba al gran acuerdo opositor, con la convicción de que no hay margen para otra cosa. 

Pero en Fuerza de Territorio, movimiento que a nivel provincial lidera el intendente de Santa Fe Emilio Jatón y que tiene como principal figura en Rosario al secretario de Salud, Leonardo Caruana, hay un fuerte debate interno entre quienes sostienen que hay que dar la pelea por dentro del gran armado opositor y quienes sostienen que el socialismo marcha hacia su propia destrucción si termina como furgón de cola de Juntos por el Cambio en un Frente Demasiado Amplio (FDA).

Miradas antagónicas

No es un tema de fácil resolución. Estos dirigentes hoy son parte de la gestión de Pablo Javkin, que está alineado con la idea de armar un frente de frentes desde el minuto cero y puede convertirse, como candidato, en uno de sus principales beneficiarios. Pero ellos plantean como “inviable” su participación en ese armado, al menos en Rosario, y sugieren que los espacios progresistas que acompañan al  intendente corren el riesgo de diluirse, en un razonamiento que en un punto se toca con el de dos dirigentes clave de Juntos por el Cambio: Maximiliano Pullaro, radical que en su momento se arriesgó y dio el salto desde el Frente Progresista; y Federico Angelini, referente del PRO. Ambos siempre creyeron que no necesitaban sumar a Javkin y el PS para ganar la elección en Santa Fe, pero ahora deben revalidarlo en una interna que es un partido a jugar y por lo tanto no tiene el resultado puesto.

“No hay posibilidad de conciliar identidades políticas con la idea de levantar el cepo, abrir la economía. Tampoco con el modelo educativo de Larreta o el de seguridad de Bullrich. Tenemos miradas antagónicas; se dice armemos un programa, pero lo que se está discutiendo es una subsistencia política”, sostuvo off the récord uno de estos dirigentes, consultado por Rosario3.

Para sostenerse 30 años en el gobierno de la ciudad, el socialismo, de la mano de Héctor Cavallero, Hermes Binner, Miguel Lifschitz y Mónica Fein, consiguió durante ese tiempo ser expresión política de un entramado social amplio, que en ese período dividió su voto a nivel nacional, algo que se vio facilitado por el desdoblamiento electoral. El sufragio cruzado PS-kirchnerismo existió incluso en los comicios de 2019, en los que Alberto Fernández se consagró presidente.

Esos sectores, creen los socialistas que rechazan el FDA, son los que quedarán sin representación en el esquema de alianzas que se plantea ahora. Es la misma lectura que hacen en otro sector del PS, Bases (que lideran Eduardo Di Pollina y la ex ministra de Educación Claudia Balagué), que ya decidió ser parte de un acuerdo con otro ex integrante del partido, Rubén Giustiniani, el radical disidente Fabián Palo Oliver y el periodista Carlos del Frade, todos diputados provinciales que buscarán pescar en esa pecera para poder seguir ocupando posiciones legislativas.

Giustiniani, consultado por Rosario3, anticipó que ese acuerdo, que busca convertirse en "frente antigrieta", definirá en un par de semanas su nombre y sus primeras líneas de campaña. También que la idea no es pelear solo espacios legislativos sino “presentar candidaturas en todos los niveles”.

El factor Caruana

 

Fuerza de Territorio tiene un candidato a intendente que, por nivel de conocimiento y trayectoria, puede ser potente: Caruana. ¿Pero se postularía por dentro del FDA, o por fuera? ¿Acaso en acuerdo con el sector de Bases, Giustiniani, Del Frade y Palo Oliver?

Las opiniones están divididas. El sector más refractario al nuevo frente, en el que se enrola el funcionario de Desarrollo Humano municipal Luciano Vigoni, apuesta a la identidad propia y a  una política de alianzas con sectores de centroizquierda, con la convicción de que la conducción del partido “rifa el destino del PS como fuerza progresista”. Pero otro grupo, que se referencia a nivel provincial con Emilio Jatón y tiene entre sus representantes más importantes a Susana Rueda, cree que no hay margen para romper, aunque ello, como describió una fuente consultada para esta nota, implique “masticar vidrio desde hace meses”. 

Quienes quieren dar la pelea por dentro remarcan algo que es fundamental: no es lo mismo lo que pasa en Rosario que en el resto de la provincia. En las localidades más chicas donde el no peronismo es gobierno, el frente de frentes es un hecho incluso anterior al acuerdo de las cúpulas provinciales. Se da naturalmente: por un lado por el rechazo a un gobierno provincial por el que se sienten maltratados; por el otro, por la cercanía humana que ya tienen entre sí los dirigentes locales de ciudades y pueblos donde todos se conocen con todos. Es decir, no hay allí “pruritos ideológicos”.

En Santa Fe, en tanto, la firme posibilidad de que Jatón gane las Paso y sea reelecto también facilita ser parte del acuerdo. 

Entonces, para Rosario, en lugar de la ruptura plantean “llevar candidatos que nos representen y hacer el esfuerzo por ganarles la interna. Presionar desde adentro para que las líneas de gobierno sean progresistas”. La convicción es que el PRO y la Ucedé, los “socios” que más los incomodan, no tienen peso electoral en la ciudad y que si la militan “con el cuchillo entre los dientes”, la candidatura de Caruana tiene posibilidades. En todo caso, unos y otros esperan ahora una definición del secretario de Salud, que en estos días se encuentra de vacaciones en la provincia de Córdoba y no manifestó aún de manera explícita su voluntad de competir.

El nocaut y los fantasmas

Aun con estos ruidos, el armado del gran frente opositor se mantiene firme. “Madura el nocaut”, sostuvo una fuente del radicalismo, entusiasmada porque los acuerdos parecen cerca de formalizarse y porque la posibilidad de que la UCR lidere el gobierno provincial asoma como una posibilidad firme como nunca.

La idea de este dirigente es que lo que viene es pasar de la etapa de diagnóstico sobre lo actuado por la gestión Perotti, a una más propositiva. Es decir, a los socios del nuevo frente los unió hasta aquí el hecho de ser oposición, lo que falta es mostrar que también pueden ser parte de un mismo oficialismo. 

Para eso, esperan que en los próximos días los equipos técnicos que trabajan desde hace semanas presenten los primeros lineamientos de una futura plataforma electoral y hacer una exposición pública en torno a un primer tema, que podría ser Educación. 

“Van a ser planteos generales”, adelantó la fuente consultada por Rosario3. Una forma de evitar que se hagan públicas diferencias que claramente existen, por ejemplo en torno a la Eduación Sexual Integral (ESI).

Así será, en definitiva, en todos los temas. Una plataforma de lineamientos generales, para que en todo caso los matices se definan a través de las primarias. “La historia la escriben los que ganan”, bromeó, pero no tanto, este dirigente.

Mientras tanto, cerca de Javkin, sostienen que en la propuesta de gobierno deben tener preponderancia las políticas que ya se trabajan desde las gestiones municipales que hoy lleva adelante la oposición.

Justamente en la de Rosario manejan programas importantes algunos de esos dirigentes que plantean la ruptura, como Vigoni. El referente de Fuerza de Territorio es director local del Plan Nueva Oportunidad, una política pública orientada al trabajo integral y territorial con jóvenes de entre 16 y 30 años que fue una de las fortalezas de la gestión provincial de Lifschitz y que Perotti discontinuó al igual que, en Educación, pasó con el Vuelvo a Estudiar, piloteado por la dirigente de Bases Claudia Balagué.

¿Quedarán esos proyectos dentro de la plataforma electoral del armado opositor y quienes los llevaron adelante, afuera?

Es una posibilidad y a algunos dirigentes de peso les preocupa que los tironeos ideológicos compliquen la construcción política común. Sobre todo porque la antipolítica es un fantasma que, para ellos, no se debería desatender, pues empieza a reflejarse con fuerza en algunas encuestas que muestran que también en Rosario Javier Milei, una expresión electoral que se referencia pura y exclusivamente en el enojo, hoy tiene un nivel de penetración impensado poco tiempo atrás.