Mientras en 2022 la política santafesina se movió en torno a la oposición y la posibilidad de la conformación de un frente único en el que están confluyendo socialistas, radicales, PRO y el intendente Pablo Javkin, 2023 arrancó con movimientos en el peronismo.

Diciembre fue el mes de gestos inequívocos de distanciamiento del gobernador Perotti con el gobierno nacional y las movidas del cristinismo y el peronismo nacional. A juzgar por el desplante que hizo el diputado perottista Roberto Mirabella al bloque oficialista en la fallida última sesión del año, el no pronunciamiento del gobernador en torno al fallo de la Corte nacional y el rechazo a la posibilidad de promover juicio político a la Corte, Perotti no piensa en reeditar en 2023 la alianza electoral con Cristina Fernández, al menos a la hora de armar listas para las primarias.

Más bien sus movimientos apuntan a reguardar lo propio y profundizar una versión de peronismo de pago chico. Es un intento por consolidar su cuota de poder sea cual fuere la suerte del peronismo en las próximas elecciones. Por eso el plan A es bastante conocido: el 11 de diciembre ir del sillón del brigadier a la Cámara de Diputados como jefe de un bloque político. También acelera el armado en algunos departamentos a partir del alineamiento de jefes comunales, porque pretende influir en la Cámara de Senadores a partir de 2024, ya sea con la reelección de los seis senadores que se alinearon con su gobierno, disputándole internas a otros que mantuvieron autonomía estos años y peleando algún departamento más a los radicales. El objetivo final de Perotti es hacerse fuerte en la Legislatura. El interrogante es si puede repetir en las urnas la victoria de los dos gobernadores que lo antecedieron y cuál es la mejor estrategia para lograrlo.

Cuando le preguntaron por la sucesión, el rafaelino accedió al juego y puso dos nombres sobre la mesa como posibles precandidatos. Su histórico operador político Mirabella y el del senador nacional Marcelo Lewandowski.

Sin embargo el senador le respondió con un segundo gesto de autonomía política. El primero había sido cuando mandó al senador Miguel Rabbia abandonar el bloque perottista en la Cámara alta, en noviembre pasado y hacer un monobloque.

Ahora dijo que no se siente parte del gobierno provincial, que a pesar que defendió la gestión desde el Senado provincial hace tiempo que no lo consultan ni escuchan y que hasta lo tratan como a un enemigo. Recordó que defendió mucho al gobierno cuando era parte del bloque de senadores provinciales oficialistas, bancada que enfrentó al de Armando Traferri y hasta votó por su desafuero. “Creo que en la ciudad de donde vengo, el gobernador tiene más afinidad con el intendente Pablo Javkin que conmigo”, remató.

El juego pareciera claro. Perotti menciona indistintamente a “su” Mirabella y a Lewandowski. Deja en claro que los tiempos del candidato a sucederlo los maneja él y que definirá sobre la línea de llegada cuál de las dos cartas le es más conveniente. Refiere a ambos como piezas de su redil, una forma también de desconocer los gestos de autonomía de Lewandowski.

El senador dijo claramente: no soy perottista, no estoy ahí, soy algo distinto al perottismo. Se quejó de que estuvo ahí y que no se lo reconocen. Que lejos de un gesto de generosidad, el gobernador lo menciona como potencial candidato, pero a Mirabella lo manda recorrer la provincia y a mostrarse en Buenos Aires con una montaña de recursos y toda la gestión atrás. Mientras que a él lo quiere hacer dar la pelea con un escarbadientes: sin recursos y sin apoyo de la gestión.

“¿Por qué le cederíamos el territorio, los recursos económicos, la gestión? Eso no lo hace ningún mandatario mientras pueda. Si gana te desconoce, te nombra todo el gabinete… En todo caso estas cosas se deciden en el marco de acuerdos más profundos”, rechazan desde la Casa Gris. Perotti insistirá con Mirabella mientras tanto, porque es suyo y porque el bajo nivel de conocimiento e intención de votos que todavía muestra lo convierten en un precandidato que irá a la pelea con el piso de votos de Perotti y su gestión.

Las declaraciones de Lewandowski son relevantes porque significa quien hoy es el peronista mejor posicionado electoralmente no se reconoce del espacio del gobernador, por lo tanto si fallase el plan Mirabella, Perotti debería hacer lo que los gobernantes salientes prefieren no hacer por una cuestión de poder interno y continuidad de ideas y gestión, que es negociar la sucesión con su partido.

Bajo las actuales condiciones Lewandowski optó por no esperar más y pararse en el lado no perottista del peronismo santafesino. Tal vez sea temporalmente para fortalecer su posición, o tal vez definitivamente. Cada cosa a su tiempo.

Irrumpió así en un espacio que hace rato aspiran a representarlo como precandidatos a gobernador Marcos Cleri, Leandro Busatto y Eduardo Toniolli. Los tres están referenciados en corrientes nacionales diferentes pero propias del subconjunto kirchnerista. Esa identidad definida contrasta con Lewandowski, al que camporistas, rossitas y evitistas observan con resquemor por preservarse en silencio y evitar definiciones de fondo mientras tempestuosas olas agitan las gestiones y las internas de los oficialismos provincial y nacional.

Esa imprecisa identidad del senador dentro de las múltiples identidades que cohabitan el universo peronista, la compensa con preminencia en intención de voto, dato en el que acuerdan todas las encuestas. Lejos de ser niveles de adhesión extraordinarios, pero son los mejores que tiene hoy para mostrar el peronismo. En términos cuantitativos al menos, el mejor punto de partida para unas elecciones que se presentan muy chivas para el PJ, más con toda la oposición unificada enfrente.

Sin embargo no todos creen que esos números estén reflejando lo que se decidirá en el momento de la elección. “El que sea el candidato de Cristina ya tiene 20%”, dicen en La Cámpora, seguros de que el voto fidelizado de la vice se trasvasa a sus elegidos en el territorio.

Ese lugar aspira a ocuparlo el diputado nacional Marcos Cleri, para quien Lewandowski debería pelear la intendencia de Rosario. “Todos lo apoyamos en la candidatura a senador (en 2021), ahora es la mejor chance para que el peronismo gane Rosario, que es la ciudad donde tiene más votos, en el marco de un acuerdo colectivo y sumando a Ciudad Futura, en un frente ampliado del centro a la izquierda pero con identidad peronista”.

Lewandowski no descarta Rosario, pero tampoco piensa resignar la ventaja que lo puede hacer candidato a gobernador, al igual que en 2021 lo hizo senador nacional cuando el propio Perotti y Cristina bajaron a sus preferidos porque no medían y lo eligieron a él.

Aunque no lo diga, también Perotti y Mirabella quisieran (y les conviene) que el senador pelee la intendencia. Intuyen que Cleri o algún otro precandidato kirchnerista es un rival interno más fácil de vencer, no solo porque hoy mide menos, sino porque un candidato identificado con el cristinismo le deja el campo libre al perottismo para juntar todo aquello que no sea el voto no kirchnerista, a diferencia de Lewandowski, que ya demostró capacidad para perforar esas categorías.

Ahora bien, pararse en el lado no perottista del peronismo santafesino es todo un desafío. Implica ser la síntesis de un espacio muy diverso que deberá reflejar en Santa Fe lo que se arme a nivel nacional como continuidad o en reemplazo del Frente de Todos, pero en cualquier caso con Cristina Fernández como principal referente y ordenadora de las corrientes kirchneristas que en el territorio se recelan y disputan espacios y protagonismo entre ellas.

Atentos a cómo subió el tono Lewandowski, se cae de madura la pregunta: ¿hubo últimamente o habrá próximamente alguna charla entre el senador Marcelo Lewandowski y la vicepresidenta Cristina Fernández para conocer miradas e intenciones mutuas con respecto al escenario electoral en Santa Fe?

Este análisis sobre dónde quedaron posicionadas las piezas del tablero peronista santafesino no puede cerrar sin dejar sentadas un par de cuestiones.

En primer lugar, que el peronismo se encamina a una Paso con dos candidatos, uno del gobierno provincial y otro con respaldo del armado nacional. Al menos desde los años 90 esa ecuación se ha repetido salvo en una excepción que hubo un tercer sector que compitió.

Segundo, que Lewandowski haya mostrado autonomía del perottismo no quiere decir que se cerraron las puertas a la posibilidad de que sea el candidato de ese sector. Teniendo el control del aparato gubernamental y los recursos, el gobernador siempre tendrá chance de convocarlo. Lo que está en juego es si es con los tiempos, las formas, el liderazgo y la jefatura de Perotti o una negociación porque llega al final de mandato y no tiene un candidato competitivo para sucederlo.

En tercer lugar, hasta aquí no se mencionó al factor Sergio Massa. Si fuese candidato a presidente, habrá desde Nación otra opinión potente. Podría decirse que Massa ya está en campaña, porque sus chances se juegan con la gestión en Economía. ¿Pujará por tener candidato propio en Santa Fe? ¿Armará con Cristina teniendo en cuenta que el kirchnerismo tiene más desarrollo territorial que el massismo?

Un cuarto escenario, improbable porque sería inconveniente para todos, es que implosione lo que hoy conocemos como Frente de Todos. Si eso ocurriera, inevitablemente la onda expansiva alcanzaría al espacio no perottista del peronismo santafesino.