Nada es contundente en la política argentina, lo que hoy es no, mañana puede ser contundentemente “si”. Hay decenas de ejemplos. Menem casi llega en 2003 (después de ser lapidado públicamente por sus fracasos y tropelías de corrupción en su década de gobierno), Cristina en el Poder es un ejemplo del “#novuelvenmas” del 2015 al “#ellavolvio” con todo en 2019.

Macri se fue mal, muy mal del Poder Argentino. Traicionado y empujado desde adentro mismo de su espacio. No votado por su electorado que también esperó que el fuese “otra cosa”, se transformó -a fruto del esfuerzo de su propio fracaso- en un hombre invisible para la política argentina. O molesto, según el momento. No habló, no escuchó, se calzó un traje raro con el Fútbol y la FIFA y se fue lejos. Lejos. El duro geriátrico que la política tiene para sus derrotados.

No había más Mauricios en las frases del diálogo Cambiemos, sino Horacios, Patricias, Colos, Maria Eugenias. Incluso la posibilidad de seducir a los Javieres que como una tromba avanzan en las consideraciones de una población adicta a los calmantes para no prender fuego todo.

El fracaso de la gestión de Alberto Fernández, la locura del oficialismo en transitar esta cornisa con todos los riesgos suicidas posibles, lograron revitalizar una frase del General Perón; esa que dice “no es que yo sea bueno, sino que los me sucedieron fueron peores”.

Macri quiere volver a la cancha con esa lógica. Lo quieren hacen entrar sabiendo que jugó pésimo pero que “tal vez, podría, con experiencia, y sarasa” jugar distinto el próximo partido.

El miércoles de esta semana que pasó Elisa Carrió, volvió a ser un lanzallamas. Salvo Macri y Larreta se llevó puesto en declaraciones picantes a todos los dirigentes de Cambiemos. A todos. Repartió críticas sobre la ética y la decencia de un partido que también incluye a corruptos. Con el argumento de “ustedes saben que yo no miento”.

Algunas curiosas postales de la semana marcaron el entusiasmo de Macri de desoír a quienes desde adentro de Cambiemos le habían pedido con firmeza que ni se le ocurra volver como candidato a Presidente.

El jueves estuvo en Rosario. Aeropuerto, Fundación Libertad y Aaprecid. Lugares seguros donde jugó de local casi siempre. Apenas bajó del avión un grupo de estudiantes secundarios, con sus Padres y acompañantes, que esperaban su vuelo a Bariloche lo trataron como se tratan a las celebridades en los aeropuertos. Macri no paró de sonreír y posar para fotos. Para sus colaboradores, acostumbrados también a las puteadas o los maltratos, fue un buen recibimiento.

Macri subió al auto rumbo a la charla en la Fundación Libertad sonriente. El cariño de la gente, es tal vez el efecto más narcótico del Poder que desea toda personalidad política. Y lo tuvo, ahí. En ese momento.

La charla para los convencidos tuvo un tono distinto. No era el político que había fracasado y que desde el lugar de ex presidente promovía e impulsaba ideas coincidentes con las del auditorio. En ese ámbito, la Fundación Libertad, se vivió como una real alternativa de volver al Poder y limpiar a Cristina de la agenda. Ese mediodía y en ese lugar Macri volvió a ser Mauricio.

La tercera postal fue su llegada con el Titán Martin Palermo al 30 Congreso Aapresid en el salón Metropolitano. Caminó lugares cómodos. Fue festejado, saludado, abrazado. Algo pasó. Ya no había muecas tensas de un sector de electorado que en 2019 optó por votar a Alberto Fernández por la decepción que les había resultado el macrismo.

El viernes al mediodía en la Costanera Porteña la cúpula Pro en Happening. Todos menos María Eugenia Vidal, ausente con aviso. Macri, Larreta, Bullrich, Santilli, Ritondo, Pinedo, De Andreis, Schiavoni y el diputado nacional por Santa Fe Federico Angelini.

Entrañas, con ensalada, gaseosas, agua y algún postre al final. Macri en el centro de la mesa tratando de enfriar el fuego de Carrió. Bajarle el tono a una discusión considerada “fuera de tiempo”. Es la primera vez en mucho tiempo que nadie nadie mencionó a Javier Milei en una reunión del Pro.

A los presentes les llamó la atención la centralidad del ex presidente. Como en el futbol, pedía la pelota y la distribuía. De estar escondido, de asumir distancia, el viernes lo vieron moverse por toda la cancha.

Más allá de los entusiasmo de sus partidarios y de algunos que vuelven a verlo como una opción para el camino que vendrá la lógica política indica que el combustible democrático necesita de disenso real.

A la propia Cristina, al oficialismo en crisis, le es necesario opositores que se lleven la marca elevada que generó el crecimiento de Milei. El regreso de Macri a la escena de la política es el oxígeno que necesita el debate. Un rival para una Cristina acorrala por la justicia.

Y ese no es un dato menor, los argumentos de defensa de la vicepresidenta son útiles si Macri está activo y en el centro de la escena. Los abogados de Cristina quisieron tumbar a los fiscales de la causa de vialidad por haber jugado al futbol con quien hoy quiere ser una opción de Poder. Vale la pelea si es así. No con Macri retirado en la FIFA. A Cristina también parece convenirle Macri candidato y en acción. Ese es también, en este proceso, un argumento de defensa en una causa que desborda de pruebas en su contra.

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