No niego que el resultado es importante, y que cambia rotundamente la sensación final. Pero, al menos en este caso puntual, me parece una injusticia hacer un análisis de esta selección en base a ello.

Ojalá el domingo a las 3 de la tarde estemos todos festejando el título de campeones tras 36 años. Sería un acto de justicia, con esta selección argentina, con el cuerpo técnico y especialmente con Lionel Messi, el indiscutible mejor jugador del mundo de los últimos 20 años. Sería el corolario perfecto a su extraordinaria carrera. Lo sueña él y lo soñamos todos. Y posiblemente se le (nos) dé. Pero si el resultado es adverso, el análisis no puede (ni debe) ser diferente.

Esta selección, este cuerpo técnico y el propio Lionel ya se ganaron largamente el reconocimiento de todo el país. Han hecho vibrar, disfrutar y soñar a 47 millones de argentinos durante las últimas semanas. Con fútbol, con goles pero fundamentalmente con una actitud que contagia y nos llena de orgullo a todos los argentinos.

Ver a Messi, a sus 35 años, correr y gambetear rivales con tanta facilidad emociona, pero también emocionan las atajadas decisivas del Dibu, los cruces y la personalidad de Otamendi, los goles de Julián, la mente de Enzo, la inteligencia y la humildad de Scaloni y el corazón de todos.

Esta selección nos representa en todos los sentidos y sería injusto que un mal resultado final cambie ese concepto. Por eso, GRACIAS MUCHACHOS! Ojalá haya un acto de justicia y Argentina consiga su tercera estrella mundial pero pase lo que pase, GRACIAS! Ustedes se metieron en el corazón del pueblo como poca gente pudo. Y eso vale tanto o más que un campeonato Mundial.