Y un día se nos murió un pedazo grande de la vida. Es injusto que en plena friolera de la noticia más triste nos gane nuestro dolor. Nuestro ombligo. Que nos pongamos a pensar en nuestras penas y pesares. Ponernos por delante de semejante congoja. Es que con Diego se nos va la esencia más pura de nuestros años felices. Miles de millones en el planeta hoy dejamos definitivamente de ser jóvenes. Si algo nos quedaba de ese espacio del calendario tan maravilloso que es la niñez o la juventud como patria del hombre, como símbolo de los tiempos, hoy se marchan con el último vuelo de Diego.

Qué difícil es escribir la palabra muerte con alguien que nos llenó la vida. Que la militó a su manera, con su magia única y su zurda impredecible, siempre artística. Siempre subversiva. Capa y espada a favor de los “sures” del alma. De los desamparados de la tierra. Diego lo gambeteo todo, inclusive sus propias desdichas. Mil y una contradicciones en el medio de los infinitos placeres que regaló en cada campo de un mundo que hoy lo llora con lágrimas de pibito desolado en los confines del cuore.

Diego como poeta de la existencia más profunda. Del regate menos pensado, como aquel a Juan José en la noche que todo el Bernabéu lo aplaudió de pie, de más está decir que “Pelusa” vestía la camiseta del Barca. O el “Que sea, que sea” en el relato de Víctor Hugo al ver al “pato” Fillol y al “conejo” Tarantini ya de rodillas y Diego en el punto más sublime por coronar su obra en la imponente noche de oro y barro de la Bombonera porteña. “Barrilete cósmico de que planeta viniste”. “Los ovnis escuchan el golpeteo de los tapones por la tangente de la tierra”. La misma tierra que hoy llora tu adiós más triste. Tu partida tan virulenta como inexplicable.

Como siempre Diego nos deja sin palabras y preguntándonos cómo fue que hizo para esconder nuevamente la paloma en la galera. ¿Cómo fue?. ¿Cómo lo hiciste?. Los trucos no se explican, se gozan. No hay rincones que alcancen para llorar tu partida Diego. No los hay. No los habrá.

Mañana quizás podamos decir o escribir otras cosas, la historia se ocupará de colocarlo en el parnaso tan merecido. Hoy es dolor y sin consuelo.