Quienes buscaban “La Tierra sin mal”, nuestros antepasados, que recorrieron esta tierra como también los que atravesaron los océanos; llevaban en su propio ser, dibujado entrañablemente, el mapa preciso de su incansable búsqueda.

     Los cuentos y leyendas de las culturas de todos los tiempos contienen relatos conmovedores de eternos buscadores que, luego de gastar muchos años y mucha vida transitando enormes y misteriosas geografías, volvían a veces derrotados y hasta decepcionados; para terminar encontrando el Pájaro Multicolor, el Águila Dorada o la  Planta Exótica, símbolos de la felicidad buscada, allí nomás: en su propia casa o en su misma aldea.

     Un reflejo de este “hallazgo sorpresivo” puede ser una experiencia propia si prestamos atención científica a cómo está constituido nuestro mismo cuerpo: somos una hermosa “cooperativa” formada por 50 billones de socios buscando vivir y ser felices. Cada una de nuestras células son INTELIGENTES, SOLIDARIAS Y RESPONSABLES. Inteligentes porque reciben información y actúan en consecuencia, pasando también información genética a las nuevas generaciones de células.

     Todas nuestras células son responsables porque cada una hace bien lo que sabe y tiene que hacer para bien del conjunto y son solidarias porque todas trabajan para un fin común que es sostener y multiplicar la vida.

     Allí!...Aquí!...Muy cerca! En nuestro propio cuerpo tenemos y somos el “Mapa” y el “Programa” para gestar, sostener y celebrar “La Tierra sin mal” que anhelamos; El Otro Mundo Posible.