Todo parece prolijamente escrito. Tan prolijo que asusta. Argentina le devolvió el 3 a 0 de 2018 a Croacia. Cuatro años y medio pasaron de allá hasta acá. Argentina se refundó tras una de las peores afrentas sufridas en una Copa del Mundo. No tanto por los resultados, cualquiera queda eliminado en octavos de final, sino por el desquicio que fue aquella competencia para la selección. Pero de ese cuerpo técnico, del que parecía que nada era rescatable, nació un entrenador, que nadie hubiera adivinado y por el que casi nadie hubiera apostado, que rearmó a una potencia y de a poco la fue devolviendo a su lugar con un mandamiento fundamental: rodear a su estrella para que sea amo y señor de un ciclo que el domingo puede coronarse con el tercer título mundial para el país.

La semifinal ya es historia, De Paul abraza y alza a Lo Celso en el centro de la cancha en el medio de los festejos con una felicidad imposible de disimular. Gio está tan feliz como si hubiera jugado. 

Todo parece armoniosamente escrito. Di María no gastó energías, ni una sola, para llegar pleno a la final. Fideo interrumpe los festejos para abrazarse con Modric, su ex compañero en Real Madrid.

Scaloni hizo ingresar a los tres jugadores de campo que aún no habían debutado. Unos minutos para Foyth, Dybala y Correa. Para Armani y Rulli ya será casi imposible si no ocurre nada extraño prohibido llamar brujas, pero son muy importantes para un grupo que esta vez sí, de verdad, incontrastablemente, es una muestra indestructible de unión y confraternidad.

“Estoy disfrutando mucho de este Mundial a pesar del primer partido”, dice Leo emocionado. Ni se acuerda de la molestia en el isquiotibial del primer tiempo que aterró a un país futbolero entero. Las victorias son sanadoras. Y si se producen en una semifinal de una Copa del Mundo, mucho más.

Todo parece prolijamente escrito. Messi igualó al alemán Lothar Matthäus como el futbolista que más partidos jugó en una cita ecuménica. Y el domingo lo va a superar. Leo también se transformó en el máximo goleador argentino en mundiales superando ahora a Batistuta.

La historia mundialista comenzó en el mismo escenario con una derrota frente a Arabia Saudita, un golpazo como aquel frente a Camerún en Italia 90. Ojalá el final del camino sea diferente. Aquel equipo perdió la final.

“Puertas para adentro sabíamos que podíamos lograr esto”, repiten Messi, De Paul y Otamendi antes de aclarar que todavía falta uno más.

Argentina es el país que más hinchas llevó a Qatar sumando todas las etapas del torneo y el mundo árabe parece haber elegido a la selección argentina como propia. Salvo que el rival del domingo sea Marruecos, el estadio volverá a vestirse de celeste y blanco.

En Qatar, en 1995, Argentina fue campeón mundial Sub 20 contra todos los pronósticos. Allí arrancó la irrepetible era Pekerman, que obtendría 5 títulos mundiales casi consecutivos.

Gran parte de este cuerpo técnico creció de la mano de José.

Todo parece armoniosamente escrito, falta un solo capítulo para que se cumpla la profecía del capitán: “No los vamos a dejar tirados”, dijo tras el tropezón del debut.