En tiempos líquidos, un piso de 20 o 25% de intención de voto y una militancia activa y comprometida “es un montón”, dice un peronista que de kirchnerista no tiene nada pero por experiencia conoce el valor de todo aquello que se ofrece en el gran bazar de la política.

Cristina Fernández es la única que ostenta esa fortaleza, lo que la vuelve imprescindible en el delicado momento que transitan el peronismo y el gobierno nacional. Por eso el pedido de condena que hizo la fiscalía la reinstaló en el centro de la escena. Sea por amor o necesidad, cosechó apoyo en todo el arco peronista y de cuatro presidentes latinoamericanos en ejercicio. También hubo movilización en plazas de todo el país, convocadas desde una proclama defensiva: “Si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar”. Y siguió con un murmullo entre signos de interrogación: ¿y si todo esto es el puntapié inicial para el operativo clamor Cristina 2023?

 “No vienen por mí, vienen por ustedes”, profetiza Cristina. El juicio de Vialidad le da la oportunidad de reafirmarse como garante del “ni un paso atrás” de las políticas sociales de sus gobiernos. Esta fue la idea central de los oradores en la plaza 25 de Mayo de Rosario el jueves pasado y en el resto del país.

La vicepresidenta y su sector están convencidos de que el juicio no es por lo que le haya pedido o permitido hacer a José López y Lázaro Báez, sino porque conserva ese 20/25% de apoyos y como no la pueden correr por las urnas lo hacen con la Justicia.

Volviendo al dirigente peronista no kirchnerista del principio, dice que los que tienen poder en serio, los que al mirar un mapa de Argentina ven poco más que Vaca Muerta, yacimientos de litio y una gran proveedora de alimentos de exportación, registraron la oportunidad de llevarse puesto al peronismo. No porque no comulgan con sus principios, sino porque las peleas internas y el descontrol macroeconómico comprometen sus negocios de escala global. ¿Qué están viendo? Ven a Cristina acorralada en los tribunales, a un gobierno que para evitar un escenario irreversible juega la carta de Massa ministro de Economía, y a los gobernadores peronistas preocupados por salvarse en sus provincias.

Probablemente Cristina esté viendo lo mismo, por eso toma la ofensiva, ocupa la escena y planta batalla. Construye su propio discurso sobre el juicio Vialidad, conduce a la militancia. Claro que omite respuestas y corre el eje como le achaca la oposición, pero se aferra a “sus verdades”. Reversiona el famoso “Conmigo no” de Beatriz Sarlo. Para muestra basta un par de nombres de empresarios. Esta vez fueron Gutiérrez y Caputo en el teléfono de López, mañana pueden ser otros.

Con Cristina en el centro de la escena, Macri también juega. Ambos se retroalimentan mutuamente, se sienten cómodos uno con el otro. Cuando se cruzan, miran al resto desde arriba. Los dos comparten una misma fortaleza: si las elecciones fueran mañana, ganarían sus respectivas primarias. La grieta no va a abandonar la política argentina así nomás.

Distinto es qué ocurriría con las generales. Las chances de Macri y Cristina crecen si los dos son candidatos cara a cara. Un verdadero festival del voto rechazo, una elección que empodere al menos rechazado. En cualquier caso cabe preguntarse cómo harían para gobernar.

Esa cuestión es la que vuelve prudente a Macri cuando le preguntan si será candidato. Está convencido de que “para hacer lo que hay que hacer” la tolerancia social con él sería mucho menor que con otra figura. Por eso en Córdoba esta semana dijo que no está anotado en la carrera presidencial. Igual deja la puerta abierta: tiene ciento por ciento de conocimiento, por lo tanto no tiene apuro.

Ahora juega de jefe político. En Córdoba le cerró la puerta a los coqueteos de un sector de la UCR con Schiaretti y se reserva el control de calidad sobre cualquier peronista que arrimen a Juntos por el Cambio. Surfea la interna del PRO, un día con gestos hacia Horacio Rodríguez Larreta, otro día a Bullrich, y para bronca de ambos otro día levanta a María Eugenia Vidal. Detalle: el PRO sigue siendo porteño ciento por ciento. Su objetivo es que el partido amarillo no se contamine de “tibieza radical”. En su concepción, el PRO es un partido de halcones. Algunos creen que eso le impide crecer hacia el centro; otros lo festejan porque ven que a los socios radicales les cuesta procesar los posicionamientos más duros y que los pone a debatir sobre cuánto correrse a la derecha para no regalarle electorado al PRO. Volvió a pasar esta semana cuando Facundo Manes desafío a su propio bloque de diputados al desmarcarse del pedido de juicio político al presidente Fernández. Lo propio hizo el jujeño Gerardo Morales.

Por debajo de Macri la interna por quedarse con la precandidatura presidencial es descarnada entre el jefe de Gobierno de CABA y Bullrich. Ambos dedican recursos y promesas para fidelizar intendentes, legisladores y dirigentes variopintos. Bullrich se aferra a la identidad de halcón PRO, en la línea de Macri. Rodríguez Larreta busca una construcción más amplia, que lo nutra de apoyos radicales.

Es rara la situación del país. Atraviesa una crisis macroeconómica con fuerte afectación en la inflación, el mercado cambiario y las reservas del Banco Central, pero eso no desmoronó la actividad económica, el empleo y la recaudación del Estado. No hay ninguna provincia que tenga problemas para pagar sueldos o esté en déficit.

Tablero santafesino

Eso hace preguntar por qué el gobierno santafesino voluntariamente deja ir tan lejos el conflicto con los estatales. Los recursos los tiene, la recaudación se sostuvo mejor de lo que esperaba. Y en cambio la inflación superó la paritaria acordada, lo que justifica el pedido de todos los gremios de adelantar porcentajes. En marzo el gobernador dijo que su compromiso era que los sueldos no perdieran con la inflación. Ahora se agarra de la letra escrita: estamos cumpliendo lo que se firmó, dice.

En 2019 la masa salarial de los trabajadores del Estado provincial representaba el 37% del total de los recursos. En 2021 fue 34%. ¿El gobierno está usando la inflación para una segunda vuelta de ajuste a los salarios? En la oposición van por más: hay quienes creen que tener escuelas cerradas, hospitales a medio funcionar y la administración paralizada es parte del ahorro.

Después de cuatro semanas de conflicto y sin convocatoria a paritarias, el conflicto no tenía otro destino que escalar. Los gremios redoblaron medidas y el gobierno siente que tiene que mostrar fortaleza política antes de sentarse en la mesa de negociaciones, el próximo jueves. Esa es la razón por la que anunció descuentos masivos sin haber siquiera mostrado una oferta. Al menos tuvo la prudencia de esperar a que se liquiden los sueldos de agosto, lo que le da tiempo: todo septiembre para negociar y a último momento dar marcha atrás si hubiera acuerdo.

No habrá tales descuentos, de lo contrario sería un despropósito. Sin embargo, el hecho de haber asumido esa postura generó descontento en sectores del peronismo. Diez días atrás los bloques de diputados peronistas votaron una resolución en apoyo a la reapertura de paritarias que el Ejecutivo negaba. Esta semana se le dio preferencia a un proyecto del massista Oscar Cachi Martínez que establece la cláusula gatillo por ley para evitar pérdida de poder adquisitivo y sortear la conflictividad que arrastra la inflación. A su vez dirigentes de La Corriente y del Movimiento Evita cuestionaron el anuncio de descuentos. “Ni siquiera hay una respuesta a los trabajadores estatales, a los que increíblemente un gobierno peronista decide descontarle los días de paro", disparó Busatto este sábado en un plenario donde fue muy crítico del gobernador Perotti y que marcó una acérrima defensa del rossismo a Cristina Fernández.

Perotti se debe haber sorprendido al ver a un sector del Partido Socialista reunido con su amigo, el gobernador cordobés Juan Schiaretti. Participaron Mónica Fein y Clara García como corolario de un encuentro de legisladores socialistas de todo el país. Cabe recordar que el socialismo cordobés integra la alianza gobernante en esa provincia. Schiaretti ya recibió a Dios y a María Santísima en los últimos meses, lo que motivó cortocircuitos internos en la UCR, del PRO y no será distinto en el Partido Socialista, todo como parte del eterno amague del cordobés a una candidatura nacional. De hecho el comunicado oficial del PS dice que Fein “fue recibida por el gobernador cordobés y lo convocó a asumir protagonismo de cara al 2023”, con críticas por igual al gobierno nacional por su enfrentamiento con la Justicia y a “la respuesta destemplada de un sector de la oposición que pidió desde juicio político al presidente a la instauración de la pena de muerte en el Código Penal”. 

La otra novedad del espacio opositor pasó por el radicalismo. Mientras la senadora Carolina Losada se tomará hasta noviembre para definir una hipotética candidatura a gobernadora en la que ya pocos creen que se dé, Maximiliano Pullaro esta semana empezó a poner todas las cartas de su juego sobre la mesa. Escenificó en público su acuerdo con el santafesino José Corral y Adriana Molina, que sería la precandidata a intendenta en la capital, y la ex diputada del PRO Gisela Scaglia, a la que algunos insisten en mencionar como su potencial compañera de fórmula. Aunque Pullaro asegura que nada de eso está hablado y que también hay conversaciones con el socialismo.

Mientras tanto, el intendente Pablo Javkin juega, aunque a menor ritmo, muy demandado por la complicada agenda de la ciudad. Su plan para postularse a gobernador en 2023 tiene una primera base de contención en un espacio donde están incluidos los intendentes ligados al socialismo de Villa Gobernador Gálvez y Santa Fe, además del sector que referencia el ex gobernador Bonfatti, el sector Radicales Libres y el barlettismo santafesino.