A las 12 del mediodía un hombre bajó por la diagonal Reconquista y se chocó con una Plaza de Mayo colmada. Abrió los ojos grandes, se puso las manos en la cabeza y gritó: “Salió el pueblo a la calle, vamos carajo”. Quienes los escucharon, sonrieron y asintieron porque puede que esa sea la forma más popular de contar lo que ocurrió desde temprano en Buenos Aires este 25 de mayo donde además de los 50 años de la asunción de Cámpora, los 20 del inicio del gobierno de Néstor Kirchner, miles de personas esperaban ansiosas escuchar a Cristina Fernández.
Las nubes grises estuvieron amenazando desde la primera hora del día, pero poco le importaba a la gente, llegaban preparados: botas de goma, pilotos y paraguas celestes y blancos desfilaban entre pastelitos y humo de choripanes. Sí, el fuego se prendió contra todo pronóstico y miles de historias dijeron presentes por distintos motivos.
Los 1.500 kilómetros, la panza y las memorias
Contra una de las vallas que rodea el inmenso escenario de casi 15 metros de largo, más dos pantallas gigantes a cada uno de los lados, se encuentran Leonor y Sergio, un matrimonio salteño que viajó a la Capital por un único motivo: acompañar a Cristina.
“En el 2001 perdimos todo, hasta la casa. Nos fuimos a vivir con mi suegra, estábamos mal”, comentó el jubilado que admitió ser radical hasta el 2003 cuando llegó Néstor Kirchner y su compañera.
“Yo me inscribí al plan Jefas de Hogar y conseguí trabajo otra vez”, apuntó Leonor. Se miraron y casi al unísono respondieron: “Con ellos nos cambió la vida”. Por eso este jueves viajaron más de 1500 kilómetros para “agradecerle y acompañarla en lo que sea que proponga”. Leonor sacó la bandera que tenía enrollada, sonrió para la cámara y Sergio apuntó: “Está muy feliz de estar acá, quiere verla en vivo”.
Otra es la historia de India y su familia que viven en Capital y la pequeña tiene más movilizaciones que años porque su mamá Noemí y su papá Gabriel la llevaron desde la panza a cada acto del Frente de Todos.
Este 25 de mayo llegaron a la Plaza convocados por la convicción y “la esperanza” de que Cristina sea candidata. “Le debemos la dignidad”, comentaron y aseguraron que si “no es ella” acompañarán la decisión que tome su líder como hicieron con Alberto “a pesar de todo”.
La militancia sigue arrimándose a las esquinas del centro. Algunos se saludan a lo lejos con los dedos en V, otros corren a abrazarse. Hay gente en las veredas, en las calles, en los balcones. Se sacan fotos, cantan, aplauden. Las bombas retumban entre el tumulto. Creen que falta poco para que la incertidumbre termine.
En un rincón, solo y notablemente emocionado Guillermo se acomodó para una foto. Tiene 76 años y es de Castelar. Toda su vida fue docente y peronista pero con el kirchnerismo tenía un sabor agridulce. “Hasta hace poco, cuando Cristina mencionó a la generación diezmada, me decidí y acá estoy”. Dejó de hablar porque un nudo le sujetaba la garganta. Los recuerdos lo dejaron sin voz unos segundos.
Cuando se recuperó comentó que no volvió a ver a sus compañeros desaparecidos, que colaborar en la construcción de la memoria fue siempre un gesto que recalcar tanto de Néstor como de Cristina y que “ojalá sea Wado” quien siga el camino del gobierno popular. Detrás de él, un joven levantó sobre los hombres a un niño, en su remera sobresalía una leyenda brillosa : “Bajando un cuadro, educaste a miles”.
Pasadas las 13.30 comenzaron a circular bandejas de guisos entre las columnas de las agrupaciones. Media hora después las imágenes de Eva, Perón, Néstor y Cristina goteaban. En segundos el cielo estalló y nadie se movió de donde estaba.
Entre el agua y el barro, miles de personas siguen esperando en Plaza de Mayo que Cristina Fernández de Kirchner marque el camino, que diga quién y por qué. No quieren escucharla por televisión, prefieren pasar horas esperándola porque la fe de que sea ella la candidata sigue presente. Siguen ahí "porque por Cristina lo que sea". Siguen por amor.
"Una más y no jodemos más"
A las 15.30, media hora antes de lo anunciado, comenzó a sonar el himno. Sobre el escenario la vicepresidenta rodeada de mandatarios pero además de su familia, entre ellos, sus nietos. En las calles, generaciones enteras gritaron “o juremos con gloria morir”. Pero segundos después, a pesar de la gran cantidad de personas aglomeradas y empapadas por el diluvio, Cristina comenzó a hablar y sus seguidores hicieron silencio para escucharla.
“Qué dijo, qué dijo”, fue la pregunta que circuló en el tumulto porque a pesar de la enorme estructura que armaron para el evento, la voz de la vicepresidenta llegaba entrecortada por el bullicio. Algunos escucharon a su “comandanta” por auriculares, otros se resignaron y solo se quedaron para demostrarle a Fernández de Kirchner el cariño mientras cantaban “una más y no jodemos más, una más y no jodemos más”.
Hubo lágrimas y abrazos. Fueron a escuchar un nombre y no sucedió. Lejos de la desilución, respondieron con mensajes de cariño. El fervor no se detuvo. Al contrario, una y otra vez, los presentes, alimentaron la esperanza. “Ojo que no dijo que no hoy”, apuntó una mujer envuelta en un piloto verde y los de al lado estuvieron de acuerdo con ella y le respondieron al ritmo de “Presidenta, Cristina presidenta”. Así una y otra vez.
El resúmen de este 25 de mayo es entonces que en Argentina, miles de personas siguen creyendo en la política como herramienta de construcción y en Cristina como conductora del modelo de país con el que sueñan.