Pasaron diez minutos de las 21 de esta noche de enero y el locutor del programa A la Vuelta (Radio 2) anunciaba el tema musical que estaba finalizando al aire. Era “Wake up alone” (Despertar solo), en la voz de Amy Winehouse. En línea, escuchando la música, aguardaba el comienzo de la entrevista el reconocido y querido conductor de radio y televisión Julio César Orselli para desandar algunos recuerdos y contar de qué va su día a día, trece años después de haberse despedido de Canal 3, donde trabajó la mayor parte de su carrera en los medios.

Disfruto de estar solo y no lo cambiaría por nada, en este momento de mi vida.

“Ese tema que pusieron en la apertura es muy bueno, me encantó, me hizo bien escucharlo, aunque no entendí la letra porque está cantado en inglés”, dice Julio –con su voz nítida y su timbre inconfundible– en el comienzo, y después de que el locutor le traduce el título, él repite: “Mirá, «Despertar solo», lo que me pasa a mí todos los días; todo tiene que ver con todo, por algo me había gustado ese tema, remarca riéndose y cuenta que vive y despierta solo, aunque eso no significa que se sienta mal, sino todo lo contrario. “Despierto bien, contento, con ganas de arrancar el día. Disfruto de estar solo y no lo cambiaría por nada, en este momento de mi vida. Descubro cosas nuevas todos los días estando solo. Los tiempos los manejo yo, las relaciones humanas también; vas donde querés, no donde te obligan, no lo cambio por nada, ahora”.

Julio nació en Bell Ville, provincia de Córdoba. Descubrió su vocación en la infancia, animando fiestas escolares; después, empezó a grabar anuncios para los comercios de su ciudad; más tarde se radicó en Rosario para probarse en la televisión de la ciudad y quedó como conductor del noticiero. Con el tiempo, se fue afianzando y cada mediodía, miles de familias le abrieron las puertas a su tono amigable y simpático y de su mano, al clásico magazine de la TV rosarina: De 12 a 14.

Tiene tres hijos y cuatro nietas con quienes ahora puede compartir y celebrar la alegría que la vida laboral suele dejar en suspenso o interrumpir durante muchos años. También tiene muchos amigos, pero cuenta que cuando llega la noche, le gusta estar en su casa, con sus pensamientos, sus recuerdos, sus fotos, sus alegrías y sus tristezas también, “porque todo ser humano las tiene”.

El límite es cuando vas a tu lugar de trabajo y decís «Uy no quiero llegar».

Luego de partir de Televisión Litoral, en 2011, Orselli siguió trabajando dos años más en LT8, hasta que un día puso fin a su trabajo en los medios. “Me llegó una etapa de cansancio, de hastío. No le encontraba la vuelta a mi estado anímico; no al programa. Entonces, lo planteé en la emisora, lo entendieron y desde ese momento dejé de hacer radio y televisión diariamente. Grabo de vez en cuando para alguna emisora de mi ciudad y siempre estoy haciendo cosas con el micrófono que es mi hermano de toda la vida”.

Julio Orselli en la conducción del clásico del mediodía.

Para quienes disfrutan de hablar frente a un micrófono o una cámara de televisión, es difícil identificar el momento límite en que el ciclo ha concluido y hay que pensar en otros horizontes. “El límite es cuando vas a tu lugar de trabajo (en mi caso, hacia el micrófono y la cámara, al encuentro de los compañeros de trabajo, en la empresa) y decís «Uy no quiero llegar». Eso me pasó durante muchos meses y me iba dando cuenta de que me estaba desgastando en lo personal y en lo profesional y que estaba tirando a la basura muchos años de laburo y dedicación. Cuando empecé a notar eso –sin que haya tenido alguna rosca fea con alguien del canal, ni nada de eso– dije: «Este es el momento oportuno de decir basta». Me psicoanalicé, busqué un buen profesional, no fue una cosa intempestiva. Lo charlé casi tres meses con mi analista y lo decidí. Y estoy contento de haberlo hecho porque me hizo bien”.

De los buenos y de los otros

 

Entre los mejores recuerdos de su carrera como conductor y presentador –que se nutre de transmisiones en vivo en el Luna Park y en estadios deportivos, animaciones de carnavales y fiestas provinciales, además del trabajo en los medios– Julio destaca la visita del Papa Juan Pablo II a la ciudad de Rosario, en 1987. “Hicimos una transmisión entre los dos canales –3 y 5– junto con Orlando Silvio Davó, y lo seguimos durante todo el trayecto desde que llegó al aeropuerto. No había ni satélite, ni celulares, pero por una línea especial que armaron con la empresa telefónica, se transmitió aquello y yo tuve la suerte de estar al lado del Papa y darle la bienvenida, en el Monumento a la Bandera”.

Entre los peores, incluye “la caída de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001; la etapa de la subversión, las muertes y algunos hechos trágicos como la caída de aviones; los asesinatos y accidentes". Remarca que aunque es locutor y presentador (y no periodista a cargo del desarrollo y análisis de las noticias), también le afectaba ese tipo de información con la que se sentía involucrado. Esos fueron momentos difíciles del trabajo. “Todo lo que significaba un drama humano a mí me hacía mal, se me notaba en la cara y se me iba esa frescura que debe tener un presentador”.

Mientras Julio cuenta, anda y desanda parte de su historia profesional, el WhatsApp de la radio no para de recibir mensajes con saludos y reconocimientos para el histórico showman de los mediodías de El Tres: “Qué emoción escucharlos –dice Betty–, un día encontré a Julio en un café y lo reconocí por la voz, pero me dio vergüenza decirle lo feliz que me hacía reconocerlo”. Y él celebra el halago.

La radio, el pase y las anécdotas autorreferenciales

 

Julio escucha Radio 2 aunque le gusta viajar con el dial y también con la imaginación. Entre las emisoras que escucha, hay varias de Buenos Aires, pero prefiere no “irse” tanto con el oído a otra parte. “No me gusta perder contacto con la ciudad donde vivo y viven también mis hijos y mis nietas. Me gusta saber qué pasa acá”. Usa las redes sociales, pero sin interactuar. “Entro para ver, enterarme y chusmear, pero no para participar. No hago el ida y vuelta”.

¿Por qué me tengo que tragar todos esos comentarios autorreferenciales en un medio masivo de comunicación?

Pero hay un rasgo de los programas radiales en general, cada vez más arraigado como costumbre, que él no comparte: el de relatar anécdotas y cosas personales al aire, exponiendo la vida privada de los comunicadores. “No me gusta lo autorreferencial. No me gusta el manijeo, la promoción mutua que hacen algunos periodistas y locutores sobre sus vidas, algo que –según aprendí de chico– no había que hacer. Qué caracho le importa a la gente si tenés dos hijos, si llevaste a tu hijo a la escuela y te fuiste corriendo a la radio a hacer un turno o cualquier otro tema personal –se pregunta–. Eso no me gusta y se está usando mucho, sobre todo en el famoso «pase» (segmento horario que comprende los últimos minutos de un programa y los primeros del siguiente, en el que los conductores de ambos envíos dialogan sobre diversos temas) en que hacen comentarios personales y se miran mucho el ombligo. ¿Por qué me tengo que tragar todos esos comentarios autorreferenciales en un medio masivo de comunicación?”, insiste.

Del psicoanálisis a la asociación libre

 

Para cerrar la charla, invitamos a Julio a un ping-pong de diez preguntas de respuesta rápida, al toque y sin pensar demasiado, que completan un escaneo fugaz, antes del top que llama al informativo:

Vida: disfrutarla

Futuro: nunca me voy a dormir sin saber qué voy a hacer mañana.

Amor: me falta por estas horas, pero lo disfruté cuando lo tuve.

Un gusto: los tallarines de mi mamá y la pastafrola de mi hija.

De 12 a 14: un hermoso recuerdo y una gratitud tremenda por todo lo que le regaló a mi profesión.

Boca Juniors: Lo máximo. Veo y escucho todos partidos.

Algo imprescindible: la salud y los amigos.

Algo que detestes: la falsedad y la prepotencia.

Algo por lo que vale levantarse a la mañana: ir a caminar, a ver a los afectos, a tomar café con los amigos.

Lo que todavía no hiciste: pedir perdón, porque a veces tuve que hacerlo y no lo hice. Tendría que tener esa oportunidad.

Saludo final y música: "Otro día de verano ha venido y se ha ido, en París o Roma, pero yo quiero ir a casa", canta Michael Bublé", en "Home" (hogar), para el cierre en la radio, que sigue sonando.