La República Democrática del Congo tiene una de las tasas de violación más altas del mundo. Según un estudio del American Journal of Public Health se calcula que aproximadamente 48 mujeres son violadas cada hora.
Moises Bagwisa, oriundo de la zona, fue entrevistado por la plataforma de noticias BBC News y confesó que el sexo con su esposa "era como pelear". "No me importaba la ropa que estaba usando, solo le arrancaba todo", confesó. Sus relatos refieren a la violencia sexual perpetuada a su esposa Jullienne y su caso está lejos de ser el único.
Incluso contó cómo la violentó cuando estaba embarazada de cuatro meses y tuvo que ser internada. "Me di vuelta y le di una pequeña patada en el estómago", cuenta, mientras describe que ella cayó al suelo y estaba sangrando. Los vecinos la llevaron rápidamente al hospital.
¿El motivo? Julienne había estado ahorrando dinero para los gastos del hogar a través de una organización local de mujeres. Antes del ataque, se había negado a entregarle la suma a su marido. "Es cierto, el dinero era suyo", dice Moises Bagwiza. "Pero como saben, hoy en día, cuando las mujeres tienen dinero se sienten poderosas y lo demuestran".
Crisis de la masculinidad africana moderna
Según la BBC News, este resentimiento se encuentra en el corazón de la llamda "crisis de la masculinidad africana moderna".
Durante siglos, los hombres de la zona fueron educados con ideas de lo que significa ser un hombre: fuerza, indiferencia emocional, protección y ser el proveedor de su familia.
Sin embargo, con el tiempo los roles de género han cambiado. Según señalan, el empoderamiento femenino combinado con los altos niveles de desempleo masculino, ha frustrado los ideales de virilidad masculinos.
Para hombres como Moises Bagwiza, que una mujer tenga independencia financiera es una amenaza. "Pensé que me pertenecía", aseguró al portal mencionado. Y continuó: "pensé que podía hacer lo que quisiera con ella. Cuando volvía a casa y ella me preguntara algo, la golpeaba".
Pero la causa principal de violación en República Democrática del Congo es mucho más profunda, según Ilot Alphonse, cofundador de la ONG "Congo Men's Network" (Red de Hombres del Congo), con sede en la ciudad de Goma.
Según la organización citada, la violencia sexual es recurrente debido a un conflicto de larga duración en el territorio: para los grupos armados, las violaciones son moneda corriente.
"Hemos heredado esta forma de tratar a las niñas como súbditos. Los hombres creen que tienen derecho a tener relaciones sexuales todo el tiempo", dijo Alhponse.
También admitió que en el pasado fue tanto perpetrador como víctima de violencia. "En la escuela nos golpearon, en casa nos golpearon, y en el pueblo organizamos sesiones de lucha", describió Ilot.
"Baraza Badilika": la masculinidad positiva
Con los años, se retomó a la "Baraza Badilika" (en español "círculo de cambio"), un espacio de reunión al que le anteceden las reuniones de hombres, en donde se juntaban para resolver los problemas de la comunidad e iniciar a los niños en la virilidad.
Si bien antiguamente su asistencia era únicamente masculina, esta nueva convocatoria del siglo XXI le otorga roles de liderazgo a las mujeres.
Para Alphonse, la razón del traspaso de roles se debe a que los conflictos armados arrasaron con tantas vidas que los espacios de reunión y virilidad fueron casi erradicados. Esto fue lo que inicialmente generó una falta de modelos masculinos para los hombres jóvenes.
Cada semana, alrededor de 20 hombres se reúnen en la Baraza durante dos horas para aprender sobre masculinidad positiva, igualdad de género y paternidad. Los talleres son supervisados por un mediador hombre y una mujer, que utilizan películas y libros ilustrados. Así buscan "reconfigurar los cerebros" de quienes ejercen violencia sexual.
Ilot está decidido a llegar a "todos los hombres" en República Democrática del Congo con su filosofía de masculinidad positiva. "Soñamos con ver el final de todas las formas de violencia en este país, para que podamos construir una sociedad para hombres, mujeres, niños y niñas", dijo.