No saben con certeza cómo ingresó el coronavirus a la casa, pero a fines de abril, en pocos días, una familia completa de la ciudad de Rosario resultó contagiada y casi todos debieron ser hospitalizados.

La primera que comenzó con síntomas fue la madre. El 28 de abril pasado, Raquel (54 años, diabética) fue internada en sala común del hospital Eva Perón, con problemas respiratorios y a las pocas horas pasó a terapia intensiva, donde permaneció un mes.

El 1° de mayo fue intubada y al día de hoy continúa internada en sala común, con un agravante: debieron practicarle una cirugía para colocarle un botón gástrico que le permita alimentarse.

La orden médica fue que tanto su marido como sus cuatro hijos se efectuaran inmediatamente los controles, que resultaron positivos. Todos estaban contagiados.

El 2 de mayo, Sandro –marido de Raquel– y Melina, una de las hijas (25 años, obesidad) concurrieron al hospital Carrasco a realizarse el test y quedaron internados, a causa de los síntomas de la enfermedad. Pero la situación se complicó, ya que dos días después, Melina requirió pasar al área de cuidados intensivos y no había camas disponibles en Rosario, por lo cual fue derivada al hospital de Villa Constitución.

Como el caso no revestía la misma gravedad que el de su madre, aunque también presentaba dificultades respiratorias, a la joven le aplicaron una máscara de oxígeno. Mientras tanto, el padre quedó internado en el hospital Carrasco, en sala común.

Los días transcurrían y para desesperación de la familia ampliada, los positivos seguían confirmándose: el 4 de mayo, Mauro, otro de los hijos (33 años) ingresó al hospital Carrasco y a los pocos días fue derivado al hospital de Granadero Baigorria. No llegó a necesitar terapia intensiva y afortunadamente, pudo recuperarse en sala común.

La situación se complicó aún más cuando el 5 de mayo, Guido, el menor de los hijos (13 años, obesidad) quedó internado en el hospital de Niños Zona Norte, directamente en terapia intensiva, a causa de los inconvenientes que presentaba para respirar. Allí permaneció una semana y luego, siete días más en sala común.

La única que no requirió internación fue Candela, otra de las hijas (21 años), quien a pesar de dar positivo, cursó la enfermedad con escasos síntomas, lo que le permitió, pasada la etapa de aislamiento, sumarse al cuidado de sus padres y hermanos, dispersos en distintos efectores de salud de la ciudad y alrededores.

Según relató Jésica, hermana de Raquel, a Rosario3, este viernes, Sandro y Melina recibieron la primera dosis de la vacuna. A su vez, Melina y Guido comenzaron tratamientos para controlar su sobrepeso y la única que continúa internada es Raquel, con traqueotomía y mejorando de a poco. “Lo que nos ayudó es que somos muchos hermanos y nos turnamos varias veces al día –dijo la joven– porque si no, no podríamos haber acompañado a todos y al mismo tiempo cumplir con nuestros trabajos. Hace ya un mes y medio que no paramos, entre un hospital y otro”, explicó y destacó la "excelente atención médica que recibieron en todos los hospitales".