La situación de agitación social en Francia se sigue intensificando día tras día, como consecuencia de las protestas contra la reforma jubilatoria impulsada por el presidente Emmanuel Macron, que fue aprobada por decreto. Este martes se vivió la décima huelga consecutiva, en rechazo a las medidas impuestas por el gobierno.

Las centrales obreras calcularon que casi 500.000 personas se movilizaron en distintos puntos de París, en donde se produjeron fuertes enfrentamientos e incidentes con la policía. También hubo quemas de contenedores e invasión a las principales vías ferroviarias de la capital francesa.

En vista de que las manifestaciones continuarán, las autoridades dispusieron la movilización de unos 5.000 policías en las calles de la capital francesa para "contener" a quienes participen de los reclamos. Industriales, comerciantes, sindicalistas y estudiantes han expresado su rotundo rechazo a las medidas económicas de Macron.

Diez huelgas consecutivas

Desde el 19 de enero, fecha de la primera manifestación, cientos de miles de personas participaron de protestas pacíficas.

Sin embargo, la tensión fue escalando y tras la última convocatoria del jueves pasado se registró un saldo de 457 detenidos y 441 policías y gendarmes heridos, en su mayoría en los disturbios que siguieron a las marchas con más de un millón de personas en toda Francia, según las autoridades.

Basura acumulada en París como consecuencia de una huelga de recolectores.

Las imágenes de batalla campal volvieron a la primera plana el sábado durante las protestas contra un embalse agrícola destinado a la agroindustria en Sainte-Soline (centro-oeste), que dejaron a dos manifestantes en coma.

Tras ese hecho particular, organizaciones de defensa de derechos humanos manifestaron su preocupación por la violencia registrada durante las protestas. "Hay un uso desproporcionado de la fuerza", dijo Jean-Claude Samouiller, de Amnistía Internacional.

En este contexto de creciente tensión, el Gobierno y los sindicatos buscan cómo calmar los ánimos pero sin ceder en sus posiciones: las organizaciones sindicales quieren la retirada o la suspensión de la reforma, algo que Macron rechaza. El presidente liberal, reelecto en abril del año pasado hasta 2027, se encuentra así bajo presión.

Además de París, se registran enfrentamientos entre manifestantes y agentes en Nantes, donde fue incendiada una sucursal bancaria y el tribunal administrativo fue atacado, pero también en Rennes, con varios daños.

En la capital, las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos contra cientos de personas vestidas de negro y con la cara cubierta (los llamados Black Blocks), que saquearon un comercio y prendieron fuego a basura, informó la agencia de noticias AFP.

La Torre Eiffel fue cerrada este martes debido a una huelga en conjunto con el inicio de manifestaciones por el décimo día de movilización contra la reforma de las pensiones. El museo del Louvre, en tanto, estuvo cerrado el lunes.

La respuesta de los sindicatos

Laurent Berger, líder del sindicato moderado CFDT, dijo que aceptaría negociar con la condición de que se "dejara de lado" la reforma que retrasa la edad de jubilación de 62 a 64 años. La dirigente instó el martes a la creación de un "proceso de mediación" para "encontrar una vía de salida" a la crisis social.

Entre las modificaciones de la reforma también fue criticada la que exige 43 años de aportes (y no 42) para acceder a una pensión completa.

Manifestantes concentrados en la plaza Republique de París.

Para este martes, el ministro del Interior Gérald Darmanin anunció un "dispositivo de seguridad inédito" de 13.000 agentes en Francia y advirtió de la presencia en París de "más de 1.000 radicales, algunos desde el extranjero".

Las autoridades esperaban "de 650.000 a 900.000 manifestantes" y alertan que la presencia de los jóvenes en las marchas "se dupliquen o tripliquen", según fuentes policiales.