La búsqueda de vida extraterrestre es difícil, especialmente cuando los científicos no están del todo seguros de lo que están buscando, pero los astrónomos Harrison Smith y Lana Sinapayen cambiaron el enfoque y en lugar de pensar en la forma de vida, estudian las formas de supervivencia. 

Según publicó el medio especializado Space.com, estos estudiosos se centraron en el concepto conocido como panspermia, que se asemeja a cómo las especies de plantas pueden migrar cuando las aves esparcen sus semillas. Es decir, si la vida es menos viable en un exoplaneta, la vida extraterrestre capaz de desarrollar panspermia lo intentará en otros lugares y eso se podría hacer viajando en meteoritos u otros cuerpos celestes, de acuerdo a su investigación.

Entonces, explicaron que si las condiciones son adecuadas, la vida podría prosperar y en caso de cambiar de lugar, ese espacio también podría mopdifcarse, como la Tierra cambió al acostumbrarse a los humanos.

Smith y Sinapayen tienen como objetivo identificar posibles biofirmas que los científicos puedan utilizar para detectar vida en otros planetas desde lejos. Por ejemplo, hoy en día hay mucho más oxígeno en la atmósfera de la Tierra del que habría si no hubiera vida. Esto es lo que hace que nuestro mundo acuático parezca tan verde para los observadores distantes. Las especies extraterrestres que son capaces de producir panspermia intentarían realizar esos mismos cambios en todos los planetas con los que se encontraran.

Caos cósmico

Nuestro universo es increíblemente caótico y si bien la galaxia que llamamos hogar es actualmente bastante pacífica, sufrió un pasado violento mucho antes de que surgieran los seres humanos. Se encontraron meteoritos marcianos en la Tierra que se remontan a estos años de formación.

Los científicos confían en la capacidad de la vida para "encontrar un camino". Un intento de crear vida en un exoplaneta puede fracasar, pero puede tener éxito en el siguiente: se trata de encontrar esas condiciones ideales para la supervivencia.

Pero la teoría sugiere que la vida no tiene por qué comenzar en su planeta "de origen". En cambio, la vida podría haber florecido en el exoplaneta número uno, dos, tres o 4.000. Es un concepto interesante, particularmente cuando se mira la propia existencia en esta roca espacial que llamamos Tierra.