La guerra de los mundos es una novela de ciencia ficción escrita por Herbert George Wells y publicada por primera vez en 1898, que describe una invasión marciana a la Tierra. Fue la primera descripción conocida de una invasión alienígena de la Tierra, y representa (como mucho de la obra de H.G.Wells) una crítica al espíritu bélico y colonialista de la historia Inglesa. De la novela de Wells se han hecho numerosas adaptaciones a diferentes medios: películas, programas de radio, videojuegos, cómics y series de televisión.

Lo más impactante fue la adaptación de Orson Welles, en octubre de 1938. Una transmisión en vivo desde los estudios de CBS en Nueva York que describía en tiempo real la invasión de naves extraterrestres en la ciudad. El programa está con un audio original subtitulado en los archivos de YouTube y transmite el rigor de un texto simulado para transmitir pánico. Sobre una idea verosímil contar en vivo una historia falsa pero que en aquel tiempo muchos creían posible. 

El episodio logró dos cosas: destacar a la radio como potente transmisor de historias que podían influir el ánimo de los “oyentes” y  catapultar al estrellato al joven Orson Wells. Seguro que no fue la primera mentira en narrarse para contagiar de pánico a la población, pero sin duda una de las más recordadas. 

Esta semana la ciudad desde donde se escriben estas líneas fue un compendio de escenas de films que vimos en otros tiempos. Mientras los Orson Wells rosarinos crearon (con muy buena coordinación de “inteligencia”) un capitulo ficcional de “Guerra de Narcos” en la noche del jueves, el pánico logro expandirse sin necesidad de utilizar los medios tradicionales y otros asumieron el riesgo subiéndose a la cubierta del “Titanic” a escuchar la música que tocaba la orquesta mientras el barco pelea contra el naufragio. 

En el mismo momento del corte de cintas en la tienda de Sarmiento y Córdoba asesinaban por “nada” a un chico recién llegado a rosario que había salido a trotar. 

Dime que película te inspira el tiempo y te diré con qué ojos ves lo que pasa. En los tiempos más espesos de la dictadura, la industria de los medios y el cine tenían como fin el entretenimiento. Contar la verdad era imposible o un estigma. No veo, no escucho, no siento, no huelo, no toco ni saboreo lo que pasa. Los flashes como morfina para el dolor. 

Los audios fakes traficados con situaciones de pánico criminal daban detalles generales pero verosímiles. Este año más de 125 personas murieron por asesinatos violentos, enfrentamientos y balaceras narcos en Rosario. Casi uno por día. Se matan inocentes de la peor manera y la reacción del Estado es tibia. Ya no duele que maten niños o adolescentes en las calles por episodios que ni la autoridad política, judicial o legislativa explica.  

Esos mensajes fake daban detalles de sucesos posibles. Grupos de narcocriminales deambulando por las calles matando al voleo a quien camine en su barrio. Eso pasa sin necesidades de las fake alertas. Las familias de Lorenzo Altamirano o de Máximo Jerez pueden dar detalles de esto.  

El viernes el ministro Marcos Corach informó en su cuenta Twitter que el Ministerio Público Fiscal de la Acusación inició una investigación penal por la circulación masiva e intencionada de audios y mensajes falsos con el objetivo de generar brotes de desestabilización social. 

La política de Santa Fe cree que hubo una operación de inteligencia para incrementar el caos. A todos les llegaron las alertas vecinales en sus grupos de wasap. El problema más grave para la conducción política es que esos audios son relatos posibles en una ciudad con historias que pueden ser ciertas. Hay un pastorcito con ovejas en un campo de alimento fresco y lobos acechando esa carne. Puede mentir por auxilio una vez, pero la hipótesis es cierta. La gran trampa es que la guerra narco en Rosario es real. Dentro y fuera de la cárcel. 

Para el ministro “es trascendental determinar si detrás de esta operación existen intereses oscuros que busquen obtener algún tipo de rédito frente a las inminentes elecciones. Falsos toques de queda, videos de tiroteos ocurridos a miles de kilómetros y mensajes anunciando el caos parecen parte de un mismo plan. La justicia ya los está investigando y toda la sociedad santafesina espera saber quién o quiénes están detrás de este siniestro armado”, escribió Corach. 

Conspiración. Como la foto traficada de Lorena Verdún (viuda del Pájaro Cantero) y Antonio Bonfatti en la campaña 2019 y la injerencia del falso abogado Dalessio en estudios jurídicos de Rosario en una causa que el juez Alejo Ramos Padilla (desde su juzgado de Dolores) impulsó en octubre de 2020. 

Jueves día bravo. Además de los audios fake con videos de crímenes y teorías de “Estado de Sitio” como el film “La purga” donde la gente salía a la calle a matar al que pase, se promocionó con éxito una pelea entre dos chicas en el Polideportivo Deliot (reconstruido hace años con Fondos de la Fundación Messi) en un barrio picante de la ciudad.

“Dai ‘La luchona’ versus Clari ‘Cucaracha’ Ramírez. No te pierdas la pelea por el “pene” de Yair describía un flyer promocional. Un delirio dramático. La convocatoria fue un éxito de espectadores.  Pero no solo los pibes del barrio. Cerca de 30 patrulleros con cien policías presentes para dispersar los efectos violentos que podía tener la convocatoria de una pelea barrial. Algo olía mal. En la ciudad desierto, la multitud de luces azules de los patrulleros también fue sospechosa.  

El terror social y la psicosis colectiva. En off se habló de una puesta de escena policial contra la conducción política. Lo cierto es que las historias se asumen con ribetes delirantes en una ciudad donde todo es verosímil.

La gravedad del asunto entre Guerra de los Mundos narcos y audios fakes, bailes en la cubierta del Titanic y las pandilleras peleando por el amor de sus chicos, también se extendió en la Cámara de Diputados. El jueves el diputado Carlos del Frade estremeció con una conjetura basada en información empresaria. 

“Estamos muy cerquita de cruzar el tremendo escalón que nos separa de la aparición de grupos parapoliciales o paramilitares que ofrezcan además su vocación de eliminar a estas mafias utilizando especies de construcciones parecidas a la que pasó en San Pablo con los escuadrones de la muerte”, dijo en el recinto de la Cámara el diputado Del Frade.

“Hay empresarios que han recibido la presencia de grupos de seguridad privada vinculado a esto que, cansados de las extorsiones, se ofrecen a hacer este tipo de cosas. ¡Ojo con esto!”, agregó minutos antes de la cita de las luchadoras, la multitud de policías y la distribución de los audios fake. Pero eso no fue todo: 

“Armas no nos faltan. Desde esta semana empezamos a escuchar eso: que la gente se está armando por cuenta propia. Se está armando por cuenta propia”, dijo el diputado en un recinto con todo el arco político de Santa Fe escuchando su información. 

Habían pasado algunas horas de los flashes en la tienda y por los rostros de los legisladores mientras sonaban las conjeturas de los Escuadrones de la Muerte el barco sigue a la deriva hacia una costa que seguro inspirará otro título catástrofe.  

Aparece la serie Lost. Tiene un pésimo final, pero algunos capítulos eran buenísimos.  El bien y el mal disputándose las almas de náufragos perdidos en una misteriosa isla. Rosario, una isla perdida en un país donde en medio de delitos que debiera combatir la justicia federal, ni a su presidente, vicepresidente incluido a sus ministros, les importa un pepino lo que pasa en sus calles. En la ciudad de la Bandera, hoy somos otro país. En la soledad más extrema, náufragos.