Fabián Belay, es cura y referente de la Social Pastoral de Drogadependencia del Arzobispado de Rosario. En tiempos post pandémicos dio diagnósticos e informe muy crudos sobre el narcoconsumo y la violencia en los barrios más vulnerables de Rosario. No fue el relato de un cura detrás de un escritorio, sino de un hombre en función de Pastor que mira a los ojos a la desesperación de niños que piden ayuda y pocos se acercan a darla. “Esta ciudad abandonó a los pobres”, dijo.

–¿Cómo pensás este tiempo desde el lugar que te toca ocupar?

– Me parece que nosotros desde hace tiempo venimos viendo este proceso que se va dando en la ciudad de Rosario. No es algo improvisado que se dio de un día para el otro. Nosotros intentamos todos los días para los niños, los adolescentes y los jóvenes acompañarlos, decirles: «vos tenés un lugar en el cual te podes sentir amado, querido y podes construir un proyecto de vida y si vos estás dispuesto, te vamos a acompañar». Eso es lo que nosotros intentamos para desandar el otro proceso que es el que viene dando en la vida de nuestra ciudad.

–¿Qué ves detrás de estos chicos que tienen como única salida para su vida un arma en la cintura?

– Veo a una ciudad que tuvo un sueño, el de una ciudad turística, pujante y una ciudad con una cosmética hermosa pero que abandonó los barrios y abandonó a los pobres. Se pide mano dura pero hoy los pobres son lamentablemente los que terminan captados, los que terminan presos, los que terminan en el cementerio, los pobres son los que terminan muriendo. Entonces, es decir, esa inequidad que no fue acompañada en la inclusión, que sus calles siguen igual, sus veredas siguen igual, sus plazas están mal, que sus escuelas no tienen inversión, que sus casas son vulnerables, es decir, ese sector de la ciudad es el que hoy está arruinando el sueño de la otra ciudad. Me da la sensación de que convivimos en dos ciudades, una es la del distrito centro, la otra es la de los barrios abandonados. Esto es consecuencia de todo eso. Y hay un sistema financiero que se enriquece y también, que lamentablemente muchas veces vive a costa de las muertes de los sectores vulnerables. Cuando uno ve la realidad, te aparece en la noticia como seguir estigmatizando a un sector de la ciudad de Rosario que está viviendo las consecuencias de años de marginalidad, de décadas. Cuando vos no estás presente, cuando no hay programas que incluyen a la niñez, vos ves el sistema de niños que tenemos en la ciudad y en la provincia.

– Hace falta, como reclama el Gobierno, más y mejores policías?

– Entendemos que hoy se habla de las fuerzas de seguridad, sabemos que el gobierno local no tiene una fuerza de seguridad y que la Provincia también, hay cosas que no tiene la Nación y así; pero en realidad hay muchas cosas que hay que hacer en la prevención, que es lo que a todos nos preocupa en todo esto, porque si no ahora vamos con la mano dura pero , ¿cómo prevenimos? ¿Cómo acompañamos los procesos? No tenés un programa de infancias que acompaña a los niños y los más vulnerables, por ejemplo. Los clubes de barrio se hacen más difíciles de sostener por lo económico, la situación económica es compleja, entonces sin un montón de inversión en el desarrollo de lo social, de los cultural, de lo espiritual, bueno, se hace complejo las soluciones.

–Usted tiene que trasmitir esperanza, ¿hay salida en lo que ve? Más allá de la palabra que pueda arengar ¿ve una salida al final del camino?

–Yo creo que sí hay salida, pero la esperanza es en base a una verdad. Yo soy un hombre religioso de fe, no de magia. En la medida de que nosotros rompamos el silencio sobre este tema porque si nosotros hemos silenciado las estadísticas, no tenemos estadísticas sobre este tema, la academia está silenciada, no nos da información y los profesionales no están capacitados para comentar este problema. Muchas veces hay una realidad. Pero se ha silenciado la problematización de los consumos en nuestra ciudad. Tal vez una de las pautas publicitarias más fuertes en los medios es la del alcohol. Ese consumo lo escondemos. Lo estamos silenciando de nuestra familia porque es una realidad que también hemos naturalizado. Incluso el uso indiscriminado de psicofármacos y de alcohol. Hay que empezar a romper muchos silencios y empezar a dialogar.

–Es bueno este debate. Porque incluso ustedes tienen un ritual desde el catolicismo donde el alcohol es parte de la ceremonia. El hombre desde que es hombre parece necesitar de sustancias, clandestinas o no, que intervengan en el cuerpo para modificarlo. Ya sea como medicinas o como enfermedad. Consumimos antibióticos, alcohol, cigarrillos, lo que fuera, cada uno elegirá como transitar la vida. Tal vez sea algo que tiene que ver con la naturaleza humana.

–Y es así. Vos dijiste: 'todos elegimos', creo que eso es, al menos problematizar no quiere decir censurar, quiere decir tener una mirada crítica sobre los consumos y creo que eso está faltando como sociedad. No tenemos un análisis crítico ante la realidad, hemos optado por progresismo de escritorio del primer mundo al cual todos quisiéramos vivir pero la realidad es que estamos en el tercer mundo. Nosotros somos capaces de tener una mirada crítica ante los consumos por eso es importante problematizar. No decimos censurar. Nos está faltando el debate; que la escuela lo genere, que como familia lo generemos, que los medios los generen. Es decir, que no da lo mismo y que hay determinados sectores socioculturales que son mucho más vulnerables a determinados consumos por falta de educación y de oportunidades; cuando nosotros aplicamos la misma vara para todos, lamentablemente favorecemos a los sectores de las sociedades que tal vez tienen un mejor nivel cultural, mejor nivel socioeconómico pero terminamos perjudicando a los sectores más vulnerables. Y creo que está faltando una mirada crítica sobre este tema y de diálogo como estamos haciendo ahora, con miradas que parecen opuestas pero terminan siendo complementarias.