Una valija azul solitaria, abandonada en la vereda de un barrio de Rosario, en el bucólico comienzo de una tarde fría de otoño. Ese es el paisaje que, muy lejos de lo poético, alertó a los vecinos de Lamadrid y Callao, en la zona sur de la ciudad. Generó tanta inquietud en los habitantes de la zona, bastante castigados por la inseguridad de un largo tiempo a esta parte, que decidieron llamar a la Policía. Los efectivos de la Brigada de Explosivos acudieron en auxilio de los vecinos y, ante la cámara de El Tres, ensayaron una especie de "detonación" que no fue tal

"No sé de quién será ni por qué está ahí. Lo único que sabemos es que pasó una chata blanca, bajaron la valija y la dejaron ahí", describió en De 12 a 14 un desconcertado vecino del barrio, que miraba cómo la Policía empezaba a realizar un despliegue alrededor del curioso objeto. 

Pasaban algunos minutos de las dos de la tarde y el barrio estaba expectante por el hallazgo y por la escena que montaba la Brigada de Explosivos. "Por favor, todos deben resguardarse al otro lado de la calle", pidió un uniformado. A esa altura, ya se podía ver que una larga soga estaba atada por uno de sus extremos a la valija. La otra punta estaba en manos de los expertos de la Policía.

El momento de mayor tensión se dio cuando un oficial tiró de la soga y la valija dejó su posición vertical para dar varias vueltas en el aire, producto del jalón que habían dado por el otro extremo de la cuerda, para finalmente quedar en posición horizontal sobre la misma vereda, a tres o cuatro metros de la posición en la que la habían dejado, según testigos, al bajarla de una chata de color blanco. 

No hubo explosión ni nada parecido. Seguros de que no contenía material explosivo, dos uniformados se acercaron a la valija y, echados en el piso, comenzaron a forzar la cerradura y el cierre para abrirla. La tapa superior finalmente cedió. Adentro de la valija no había nada. La tensión cedió, pero el misterio de la valija solitaria en la vereda de Lamadrid y Callao no se develó.