En tiempos de crisis como la que se vive actualmente en la Argentina la mayoría de las consultas son sobre la economía familiar o personal. En la pandemia  las preguntas eran sobre la salud. Cuando el contexto es más estable el amor es el tema de los temas. Pero el tarot siempre está. De hecho, “desde 1.500 sobrevivió a varios tipos de censura”, dice Franco Valiani, practicante y maestro de esta actividad que nació como un juego. Valiani, cuya madre y hermana también son tarotistas, es uno de los fundadores de la Escuela el Mundo, que organiza del V Congreso Internacional de Tarot que se realizará el 11 y 12 de noviembre en el Hotel Ariston de Rosario y que se espera que reúna a unas 500 personas con diversos niveles de experiencia e interés en el tema. La actividad contará con la participación de grandes maestras internacionales, como María del Mar y Marianne Costa, importantes especialistas de la Argentina y artistas que trabajan sus obras con las cartas.

—¿Por qué hacer un congreso internacional de Tarot en Rosario?

—Lo más importante para mí en un congreso es que se visualice el Tarot puertas hacia afuera. Esta es una actividad que te da la posibilidad de estar abierto a todo público porque el Tarot todavía tiene algo de tabú en algunos lugares. Entonces lo más importante es que el congreso sea un lugar al que la gente pueda asistir y pueda saber de qué se trata. 

—Es decir que está abierto a gente sin experiencia. Pero también permite el contacto entre personas que ya están en la práctica.

—Claro, genera que vos te encuentres con gente que hace lo mismo que vos. Entonces de alguna forma te enriquecés, aprendés. Porque además el Tarot es un trabajo muy individual. Yo lo comparo con el tenista. En ese sentido te ayuda a que vos te encuentres también con otras miradas sobre el Tarot, que es algo que se puede abordar desde distintos lugares: terapéuticos, evolutivos, predictivo. Lo único que no hacemos nosotros es lo adivinatorio, porque creemos que eso es antiguo. De todos modos las previsiones siempre están. Yo digo que un tarotista en ocasiones es como un climatólogo o un economista: ve tendencias. Pero es importante darle al Tarot un sentido ético. 

—¿Cómo es eso? 

—Nosotros somos parte de un código ético que se creó en Barcelona en 2002. Es como un manual de todos los buenos usos que uno puede hacer con el Tarot. La idea del congreso es que la gente vea que en el Tarot puede haber una terapia que te sirve, que te hace bien; esa es la finalidad. Y además que sea un encuentro festivo, que aprendas y te diviertas.

—Vos decís que el Tarot todavía tiene algo de tabú, pero también es una actividad que parece estar un poco de moda. ¿Por qué pensás que pasa eso?

—Creo que hoy la gente está más abierta a una espiritualidad más propia, más personal, no ortodoxa. El Tarot sobrevivió desde 1500, cuando fue creado, a censuras y persecuciones. Y ahora emerge porque la gente está más abierta, prueba, y encuentra respuestas incluso desde otros lugares. Porque hay quienes trabajan desde lo artístico o que hacen meditación y tarot. En el congreso, por ejemplo, va a haber una conferencia de un escultor, Daniel Fidanza, que hace piezas con las cartas y el año pasado tuvimos tres personas que pintaban cuadros.

—Teniendo en cuenta a todo lo que sobrevivió, ¿cuál es la fortaleza del Tarot?

—Dice Alejandro Jodorowski que el Tarot es un monumento sagrado y anónimo, como todo patrimonio de la Humanidad. Yo creo que esa es su fortaleza. Y , lo digo un poco también como psicólogo, que conecta directamente con el inconsciente colectivo y los arquetipos personales. En todas las épocas hay búsquedas sobre lo que es la vida, la muerte, el amor, la salud, la justicia. Los arcanos dialogan con eso. Entonces, si vos te conectás desde ahí para mí es un mapa de la historia de la humanidad y de la historia de cada uno.

—¿Y a qué da respuesta?

— A preguntas existenciales. Lo primero es eso y después pasa a lo cotidiano. Yo no soy partidario de un tarot terapéutico ciento por ciento que tenga que ver con la evolución espiritual de una persona porque creo que la persona también vive aquí ahora y necesita respuesta aquí y ahora. Pero funciona desde un lugar no lógico que da respuesta existencial. Osho cuando hizo el Tarot decía que daba respuestas a preguntas que tenían que ver con el cognoscible. Esa definición me gusta un montón porque tiene que ver con una especie de no lógica, de trabajar con lo intuitivo.

—Claro, porque en la vida hay cosas no lógicas.

—Sí, es como de repente pensar que las cosas te van a salir de una manera pero te salen de otra y es absolutamente ilógico. Me parece que las cartas trabajan con eso, con la intuición. Trabajar con ese lado intuitivo es toda una fortaleza.

—Vos sos psicólogo, ¿se complementa con el psicoanálisis?

—No se complementan, de hecho yo tuve discusiones acaloradas con psicoanalistas. Pero tampoco son incompatibles; abordan aspectos diferentes de una persona. Yo siempre digo que hay cosas que le corresponden al médico, hay cosas que les corresponden al psicólogo y hay otras cosas que le corresponden a la espiritualidad.

—¿Qué cosas le corresponden a la espiritualidad?

—La evolución personal; por ejemplo el crecimiento interior, el conocerte a ti mismo como decía Sócrates. Ahí hay una cuestión que va más allá de la psicología: la sincronicidad de la que hablaba Carl Jung. Que vos le encuentres un sentido a la vida desde un lugar inesperado o no lógico. Entonces esas cosas me parece que son experiencias que te hacen sentir que por un lado sos un granito de arena y al mismo tiempo que sos parte de un todo. 

—¿Qué cosas traen las personas a una tirada de Tarot? 

—Hoy yo tengo muchas consultas económicas. Mucha gente que con la incertidumbre quiere saber cómo le va a ir, si va a tener que buscar otro trabajo, qué va a pasar con el país. Hoy el 75 por ciento va por ese lado. En la pandemia había muchas consultas por la salud de las personas. 

—¿No es demasiado delicado meterse con el tema salud?

—Yo tengo una teoría de que un tarotista tiene que acompañar como si fuera un acompañante terapéutico. No aconsejarle a la persona lo que tiene que hacer, sino poder devolverle algo de lo que te está planteando para ayudarlo a aclarar las cosas. Pero de ninguna manera ser el médico.  

—Entonces las cartas no te responden directamente la pregunta que te hace el consultante.

—Te responde de alguna manera algo que te puede ayudar. Pero no te cura el cuerpo físico. Cuando la consulta es económica también es una guía para aclarar algo.

—¿Y el amor no aparece?

—Cuando las cosas están más o menos estables, hay más consultas sentimentales claro. Yo siempre digo que uno puede acompañar, puede guiar, pero después el consultante es el que tiene la palabra y decide. Yo a nadie le diría lo que tiene que hacer. Y ahí también está lo rico del Tarot: hace que te hagas cargo de tu propia vida. La idea de un camino con el Tarot que sea evolutivo tiene justamente que ver con que esa persona pueda resolver eso que le pasa con una guía, con una ayuda, pero por ella misma.

—Comentabas que el Congreso tiene un carácter festivo también y eso me hace pensar que el Tarot nació como un juego.

—Hoy muchos autores están de acuerdo en que nació en 1500 como un juego llamado juego de los triunfos, entonces lo lúdico desde ahí. Pero estaba prohibido. Entonces la cartomancia, el juego, nacieron de lugares que podría podríamos imaginar como oscuros. Eso me lleva a pensar el Tarot como algo que ilumina. Después el juego se transformó en algo predictivo con todos los ocultistas de Francia del siglo 17 y 18. Y se fue adaptando a las épocas y yo diría que eso que nació como un juego terminó siendo, a nivel psicológico, una herramienta de autoconocimiento.