Se sabe que donde no hay palabras, donde no hay diálogo, es la violencia el método con el que se resuelven las diferencias. Por eso, que la falta de comprensión de texto y la dificultad para expresarse de manera correcta sean percibidos como los principales déficits actuales en el aprendizaje de niños y adolescentes  –algo que se refleja en la encuesta sobre educación realizada por Rosario3 y MEC consultores publicada este martes– es algo que muestra con claridad que la crisis en la escuela, que también se ve en los resultados del sondeo, es parte de un proceso mucho más amplio que atraviesa a toda la sociedad. 

Que la violencia haya dejado de ser un fenómeno para convertirse en una cultura mucho tiene que ver con esto. Sin posibilidades para la acción mediadora de las palabras, se impone el lenguaje de los puños o, mucho más grave, de las balas. Y eso, si bien puede ser mucho más visible en los sectores más vulnerados, también atraviesa a otros más favorecidos. Un ejemplo: todavía está fresco el caso de un empresario rosarino que fue detenido, en mayo de 2021, por haber contratado un sicario para matar a su socio.

La escuela, al fin de cuentas, entra de lleno en el círculo vicioso del empobrecimiento y la violencia. De allí debería surgir el cambio de paradigma que le devuelva el poder de la palabra a los jóvenes. Pero las propias instituciones educativas están condicionadas en su funcionamiento diario al ser parte del circuito de amenazas y balaceras que sacuden a diario a la ciudad de Rosario. 

La idea de que los colegios deben ser lugares sagrados, expresada por referentes políticos en los últimos días, es otra cosa más que el Estado no garantiza. En ese marco, el derecho a la educación también aparece vulnerado y eso es consecuencia y a la vez alimenta la continuidad de la crisis.

En la calle y en la escuela

La comprensión de texto y la correcta expresión escrita fueron históricamente el eje de la enseñanza en los niveles básicos. Es decir, se esperaba que aquel ciudadano que aprobaba los niveles primario y secundario supiera leer, interpretar lo que leía y lograra expresarse correctamente.

Esto es lo que, en la percepción de los encuestados, no se cumple. Algo en lo que coincide una especialista consultada por Rosario3, la doctora en Educación Carina Cabo. “Claramente hay un deterioro en la comprensión lectora y en los sectores más vulnerados también en la expresión oral. Así, hay muchas dificultades para abordar problemas y se resuelven a los gritos, con agresiones, con violencia, porque no hay posibilidad de diálogo. Se ve en la calle y también se ve en la escuela”, explica Cabo.

Que comparte con quienes respondieron el sondeo que la caída en la calidad educativa es un proceso que lleva años. “Más allá de lo que digan las pruebas Aprender lo señala Unicef, que además detalla que les va peor a los sectores bajos”, advierte.

Y apunta contra los gobiernos: “Si hay deterioro en la calidad educativa eso tiene que ver con políticas públicas no implementadas, con que la educación no es prioridad. Si lo fuera habría inversión y decisiones políticas que tengan que ver con la escuela”.

En ese marco, señaló que la infraestructura “también interviene en la mala educación”, pues “si no tenemos techos, mapas, claramente no vamos a poder mejorar”. Y sumó al debate la problemática de los sueldos en el sector: “Si un docente está debajo de la línea de la pobreza no puede pagar un congreso que sale 15 mil pesos o un libro de 5 mil, cuestiones que también hacen a su formación”.

Además, instó a repensar el cursado en los profesorados y en la escuela secundaria: "Ya es vetusta la enseñanza por disciplinas; hay que abordarla por proyectos, por problemas, para desde ahí fomentar las capacidades para el mundo del trabajo o la universidad”.

Ahí aparece otra cuestión que en la encuesta concentró coincidencias mayoritarias: que la escuela da herramientas del siglo XX para resolver problemas del siglo XXI. “Se enseñan conocimientos rígidos, teóricos, y muy pocas habilidades prácticas. Tampoco estamos fomentando habilidades cognitivas para que el alumno, cuando termine quinto año, pueda seguir formándose solo, no únicamente en la universidad. Sabemos que 7 de cada 10 chicos de la secundaria van a desempeñarse en trabajos que hoy se desconocen. No es como hace 30 o 50 años, cuando lo que aprendíamos sí servía para la sociedad del momento”.  

Universitarios para elites

   

Carina Cabo también tiene una mirada crítica sobre la enseñanza universitaria, que, por el contrario, es bien ponderada por la mayoría de quienes participaron del sondeo de opinión. Y entiende que justamente desde allí deberían surgir algunas respuestas a la crisis social, al analizar otro punto abordado en la encuesta: es mayoritaria la postura de que los universitarios deben devolver de algún modo la educación que reciben con financiamiento del Estado. 

“La universidad sigue formando profesionales para una elite. Arquitectos, nutricionistas, ingenieros para hacerles casas o ayudarlos a alimentarse a integrantes de una elite determinada. No para mejorar el diseño de las ciudades, no para enseñar a comer en los barrios. Por ahí debe pasar lo que los profesionales le devolvamos a la sociedad”, afirmó.

Justamente a cómo lo que estudiamos dialoga con el espacio social que habitamos apunta sus críticas la especialista. “Aquellas competencias que tienen que ver con el respeto a los derechos humanos, la vida democrática, con mirar las cosas desde el campo social aunque seamos ingenieros, son cuestiones que no se están abordando y debería hacerse. Además de las cuestiones o materias específicas también hay que aprender habilidades sociales como el compromiso, el respeto. Lo veo especialmente en las carreras más duras”, dijo.

Y explicó que esto incluso afecta luego el desempeño profesional. “Muchos empresarios se quejan de estas cosas cuando un joven llega al mundo del trabajo y se sorprende de que la jornada laboral es de 8 horas y que no debe llegar tarde. La buena universidad debe formar también en capacidades humanas, sociales, de comunicación”.

Para ver completos los resultados de la encuesta podés hacer click aquí.