La industria viene perdiendo un peso considerable en la estructura económica de Rosario. Entre 2011 y 2019, la ciudad vio caer 303 fábricas, en tanto que la participación del sector en  la facturación privada total disminuyó un 24,6%. El fenómeno se entiende no solo por la caída global de la industria, sino también por el constante éxodo de empresas hacia el área metropolitana, un proceso que se profundizó a pesar de los esfuerzos de las gestiones socialistas, que terminaron siendo estériles frente a otros factores, como el valor de los terrenos y la falta de servicios. Ante esta tendencia -que impacta en la recaudación municipal-, el intendente Pablo Javkin presentó un proyecto de promoción industrial, con menos exigencias para pymes y una agresiva política de incentivos fiscales.

La semana pasada, la firma Arneg —nacida en la década de 1970 en barrio Tiro Suizo— hizo pública su decisión de construir una nueva planta en Alvear. Su intención era hacer esa inversión en Rosario, pero el precio del suelo terminó haciendo la diferencia. No es el único caso. En los últimos años, decenas de firmas definieron sus nuevas inversiones en localidades del Gran Rosario: Liliana se fue a Granadero Baigorria, la fabricante de muebles Delos SRL emigró a Alvear y la láctea La Cabaña se radicó en General Lagos, entre algunos ejemplos.

Todos los testimonios relevados por Rosario3 identifican la política implementada por la Secretaría de Planeamiento municipal como la principal causa de estas variaciones. En los tiempos del ex intendente Miguel Lifschitz (período en el que se sentaron las bases del actual marco normativo), la funcionaria que encabezó dicha cartera fue Mirta Levin, quien defiende a capa y espada su gestión: "La ciudad cambió su rol, con fuerte acento en los servicios", asevera, para luego plantear que "estos procesos de metropolitanización suceden en todo el mundo".

Para el dirigente radical Martín Rosúa, que formó parte del gabinete productivo de Mónica Fein y fue concejal entre 2013 y 2017, fue justamente esa mirada la que generó el problema. "No hubo un error de políticas públicas. Hubo una decisión de gobierno de correr a las industrias porque había una visión de compararse con algunas ciudades europeas. Ese fenómeno (de metropolitanización) que se quiso imitar, acá no se puede hacer", explica.

Una muestra de lo planteado por Rosúa es lo que le sucedió en Infya, una típica pyme familiar, que comenzó en la década de 1980 fabricando tableros eléctricos en un galpón del barrio de Arroyito. En 2016, sus dueños se dieron cuenta que “ya no había más lugar para nada” y salieron a buscar terrenos para montar una nueva planta. "Habremos estado un año y medio mirando opciones, apuntando a estar lo más cerca posible. Por diferentes razones terminamos eligiendo Pérez, pero de haber habido una alternativa similar en Rosario la hubiésemos priorizado", cuenta Facundo Frenquelli, quien junto a su hermano Mauro llevan adelante la empresa fundada por su padre.

La única área fabril que los Frenquelli visitaron en Rosario fue el Park Empresario, localizado en Uriburu y Circunvalación. Sin embargo, la terminaron descartando por no tener el estatus de parque industrial –que asegura beneficios impositivos– y por cuestiones de seguridad.

El fenómeno tiene su correlato en los números oficiales. Según el Centro de Información Económica (CIE) del Municipio –que hace un análisis en base a la facturación realizada ante el Derecho de Registro e Inspección–, en 2011 la industria explicaba $25,60 por cada $100 que generaba el sector privado en Rosario. En 2019 esa cifra bajó a $19,30, una caída del 24,6%. El comercio también mermó su participación (-7,7%), mientras que el rubro servicios trepó de $26,30 a $35,50 (un crecimiento del 35%).

Es importante destacar que todas estas conclusiones pueden hacerse en función de la política de recolección y publicación de datos que tiene la Municipalidad de Rosario. No existen estudios que permiten hacer las comparaciones con otras urbes nacionales o regionales. 

En esa misma línea de análisis, puede subrayarse que fue el sector fabril el que evidenció una mayor caída porcentual en la cantidad de locales para el período 2011-2019. Según detalla el CIE, a principios de la década había 3.399 establecimientos industriales, mientras que el año pasado cerró con 3.096 (una baja del 8,9%). En ese período –que tuvo una merma del 3,8% en la cifra global de locales–, hubo suba en construcción y servicios privados.

Autocrítica

Consultada al respecto, la edila del socialismo Verónica Irizar admite que “puede no haber habido una política activa en determinado período”, pero contrapone el hecho que “Rosario incrementó su suelo industrial disponible”. Según registros oficiales, existen actualmente más de 1.000 hectáreas que legalmente admiten la radicación de fábricas. “Es cierto, nosotros vimos varios terrenos, algunos sobre Circunvalación. Pero en muchos casos implicaba poner seguridad propia o también resultaban demasiado caros” cuenta Agustín Boggione, titular de Delos SRL, una fábrica de muebles que hoy opera en el Parque Industrial de Alvear pero tiene su origen en la zona sur de Rosario.

El relato es coincidente entre los empresarios. “Lo que vimos fue que la Municipalidad está expulsando las industrias de las zonas residenciales, lo cual es lógico, pero a la vez no ofrece un lugar para mudarse”, aporta Frenquelli, que está a punto de completar el traslado de su firma al Parque Industrial Metropolitano de Pérez, un exitoso emprendimiento de capitales rosarinos que terminó generando beneficios para la vecina municipalidad. Sus desarrolladores están ahora duplicando la apuesta, construyendo en Funes el proyecto Ciudad Industria, que con 359 hectáreas será el tercer parque industrial más grande del país.

El proceso de migración hacia el área metropolitana tiene impacto fiscal en las cuentas del municipio. Si bien no existen registros oficiales que brinden exacta dimensión del golpe, algunos guarismos permiten inferir su magnitud. El último informe del CIE muestra que en 2019 la industria facturó poco más de 91.657 millones de pesos, mientras que en 2011 esa cifra -medida a valores constantes, es decir, descontando el efecto de la inflación- estaba en 121.080 millones. Es cierto que esa caída (-24,3%) se compensó con el rubro servicios (que creció 35,8%), pero también lo es que muchas empresas fabriles siguen facturando, solo que en otros distritos.