“Yo soy eso otro que se te escapa, cada fucking día/ yo soy lo que te apela y contradice. Yo soy lo otro, / lo inabarcable. Lo indecible. / Soy en mí lo que soy en vos/ que sos eso que no podés ni siquiera nombrar. / Yo soy la mentira, el fuego, el deseo, / los elementos esparcidos por todos lados”.

Escribe, canta, cabalga Gabby De Cicco en su poemario La tierra de los mil caballos (2016), un tributo a uno de sus grandes amores, Patti Smith, y en especial a su disco Horses (caballos), de 1975. Su último libro es Tránsgenica, que reúne parte de una obra de más de 30 años.

A través de la poesía Gabby se propone decir lo indecible, exponer lo oculto. Hacer emerger la disidencia, en su caso, sexual. Sabe del poder de la palabra y por eso cuando le planteamos la entrevista, dejó bien claro que su identidad es no binaria y que su pronombre es “elle” y que así quiere ser nombrada. Que no es una x, a propósito del debate entorno al documento no binario que lanzó el gobierno nacional a fines de julio.

Gabby sabe del poder de la palabra y por eso le dedicó una vida. “Una voz, una gota en un océano más grande”, asegura, para no arrogarse todo el crédito, consciente que estas construcciones son siempre colectivas y siempre “in progress”.

–¿Cómo te encuentra la pandemia?

 

Me encuentra escribiendo, no se si tantos poemas como quisiera, sí estuve revisando. Estoy despuntando el vicio de la escritura de ensayo, que es algo que me gusta y suelo leer. Y está bueno porque hace muchos años que no hacía, me siento volviendo a una tierra no del todo desconocida, pero que había abandonado.

–Tu producción es muy política, trata de hacer emerger la disidencia, ¿qué es una voz disidente en la poesía hoy?

 

Las voces disidentes pueden ser muchas, en mi caso vengo a traer la disidencia sexual, y eso que parece solamente un adjetivo, hace perder la impronta de la identidad en el momento justamente de ocupar la palabra. Cualquier otra disidencia puede estar ocupando la palabra. Tuvo que ver con un proceso personal en mi caso, de venir escribiendo sin tener idea de una dimensión política que puede tener la poesía y que después, con el cruce a mediados o fines de los '80 con el feminismo, empezar a descubrir que sí la tenía, y que podíamos empezar a pensar nuestra realidad como mujeres, como lesbianas, y con el paso del tiempo mi propia reflexión, mi vida misma, fue llevando a ir viviendo todas y todes estas que soy. Eso se ha ido plasmando en la poesía como la palabra ha podido darse en cada momento y en los últimos tres libros ha sido mucha mas conciencia y tratando de traer esa voz en la poesía y reflexionar sobre este estar en este mundo desde esta identidad.

–¿Sentiste en esa búsqueda que había una poesía que faltaba?

 

Creo que siempre estamos creando algo de esa poesía que necesitamos y queremos leer. Lo que pasaba es que en el momento en el que encontré la poesía que necesitaba leer, no sabía que la estaba buscando en realidad. Siempre digo que mi llegada al feminismo se dio a partir de dos poetas lesbianas feministas, Adrienne Rich, que es una poeta norteamericana, y Diana Bellessi, que es de acá, de Santa Fe.

Entré por la poesía y lo que hubo fue un cambio, el eje se dio vuelta y empecé a leer otras voces que no leía antes, y esas voces me habilitaron a salir a jugar a un gran patio de juegos donde poder explorarme y experimentar con la palabra de una forma que no había.

Supongo que podés tener conciencia de lo que estás haciendo, pero no se gana nada, sería ser muy creide, no estoy creando la poesía que no hay. Creo que este es un momento histórico en el cual mi voz puede estar en un océano mas grande de voces travas, trans, no binaries, así como en un momento estuvo y sigue estando en el océano de las voces tortas, pero en este momento traje esa parte de las identidades disidentes porque es lo que está aflorando nuevo, no es mucho mi caso, pero sí otres poetas más jóvenes, y en el caso de la poesía trava, a partir de Susy Shock, Naty Menstrual, y Camila Sosa Villada, y vienen otras geneneraciones más jóvenes que están laburando esa identidad. Lo mío colabora, es una gotita desde hace 30 años. No puedo pensarlo como algo individual ni en soledad.

–Tu obra tiene un gran compromiso político, pero al mismo tiempo es muy introspectiva, íntima, ¿ponés algún límite? ¿Hay algo que preservás para vos misme?

 

En una charla que tuvimos con Claudia Masin, otra gran poeta argentina bien contemporánea, de la cual estoy feliz de compartir esa contemporaneidad, hablamos de la poesía como reparación y hasta donde este cuerpo y esta voz puede prestarle cuerpo y voz a ciertos asuntos en el poema.

Creo que tiene que ver con un proceso creativo personal, es más como que el poema te va cantando a dónde ir, más que vos diciendo "quiero decir". Pero sí, hubo momentos donde no tenía las palabras o las formas en las que decirlas, y ahora mi preocupación es tratar de escuchar más al poema, ver para dónde me quiere llevar y ver qué palabras estoy necesitando. No es tanto de mantener una cuestión de intimidad, pueden ser algunos poemas que puedan hablar de la cuestión intersex y no dar detalles, porque no son necesarios para el poema, pero también tiene que ver con qué es lo que necesita el poema, ¿necesita que yo de un detalle? ¿que rompa lo personal y lo público? Entonces... fueron tantos años de callarnos, que cuando podemos hablar, no tiene nada que ver con el deseo. Amaba a otres chiques, no es un secreto y esta ahí en la poesía.

–¿Hubo algún libro en particular que te ayudó a constituir tu identidad no binaria?

 

Es el resultado de la vida, hay libros que me ayudaron a pensarme... en los '80 nos llamábamos lesbianas, tortes y reclamábamos el nombre “lesbiana” como marcando esa visibilidad que estaba escondida bajo el paraguas de lo que se hablaba de los derechos de las mujeres. En estos 30 años esas y otras lecturas feministas me han hollado.

La producción de escritura no binaria es muy reciente, la estamos haciendo. Hay lecturas feministas que a mí y a otres nos están ayudando.

Los ensayos de Adrienne Rich (Sobre mentiras, secretos y silencios), para mí es una voz fundamental como poeta y como ensayista. Hay artículos feministas que me ayudaron a pensar de otra manera todo. Ella por ejemplo dice: “Un cambio en el concepto de identidad sexual es esencial si no queremos seguir contemplando la reafirmación del viejo orden político después de cada revolución”. Leer esto a tus veintipicos... que no hablábamos tanto en esos términos, o con esos conceptos que tenemos ahora.

Si tomo el parámetro de cuando publiqué el primero libro en el '87, y que fue cuando me empecé a cruzar con el feminismo, toda el agua que ha corrido, todos los puentes que hemos cruzado.

Y después está la antología que tradujo Diana Bellessi (Contéstame, baila mi danza: seis poetas norteamericanas). Para mí era una pequeña biblia, como el libro de Diana, Eroica, donde hay un deseo y un cuerpo lésbico en juego.

¡Ay se podia escribir de esta forma! Podía enunciar mi deseo, mi búsqueda... sí sabía que era poete pero no sabía si eso podía ir a la poesía o no porque no tenía ejemplos, por más que siga amando a César Vallejos, no era ejemplo para eso.

Raúl Gustavo Tuñón no lo era, (Pablo) Neruda muchísimo menos, aunque en un momento me gustaba, los otros me siguen gustando, pero en ese momento fueron como esos libros que me hicieron “Wow” y lo sigo reinvindicando en este momento no binarie. Pasó el desarrollo de la teoría queer y otras lecturas más, pero poéticamente yo sigo volviendo a esto.

–En tu manifiesto “Que explote”, hacés un listado de todo lo que hay que destruir del patriarcado, ¿cuáles son las cosas que todavía cuesta dinamitar?

 

Todas, todas. Un ejemplo, lo que pasó con una laburante de la television, con Florencia (Peña). “Una mujer va a visitar al presidente, se acostó con el presidente”. Van miles de muchachos y ni siquiera al patriarcado se le puede ocurrir que un muchacho se acueste con el presidente, ¡es tan cuadrado!.

Le sumo “cis-hetero-patriarcado” y le voy sumando más porque sacar algunas cuestiones apresuramente como el documento con una x sin escuchar al amplio colectivo no binarie que dice que no somos una x, o no todes somos una x; a algunes le puede funcionar y a otres no y eso forma tambien parte del cis-hetero-patriarcado, donde seguís pensando dentro del binario y no tenés mucha idea, y quizás estás pensando que estás haciendo una buena acción, pero en este caso lo hubiera podido ser pero una buena acción terminó siendo apresurada.

Siento que la ESI (Educación Sexual Integral) que es una herramienta fundamental, en algunos casos está muy fundada también en un binarismo de género. Ayudaría que se expanda más,diana

Hay compas y compes laburando de una forma maravillosa, pero desde los lugares que están menos en contacto con los colectivos de la disidencia sexual, quizás se les complica un poco salir y empezar a pensar herramientas que podrían ser mucho más poderosas y se quedan, porque la pibada viene arransando, no solamente en el uso de un lenguaje inclusivo o tratando de traer una realidad que antes no estaba contemplada, que no alcanzaba.

–No vas a cambiar entonces el DNI...

 

No, ya no lo pensaba. Yo soy de las personas no binarias que no sentía la necesidad de ir a cambiar, ni siquiera por el cambio de nombre, el DNI, y menos ahora. Se que hay mucha gente que hace años que está peleando, a nivel presentaciones judiciales, que tampoco van a hacer (el cambio).

Pero hay una nueva campaña, el debate no está cerrado, esto le puede servir a algunas personas, los colectivos que están. Yo no milito ni activo en esos espacios, sí acompaño y visibilizo la molestia de algunes que sentimos que no somos una x.

–Yendo al plano estético de tu trabajo, quienes te han escuchado recitar dicen que es algo maravilloso, ¿cómo pensás que el mensaje se trasmite mejor: con la musicalidad de la voz o a través del papel?

 

Creo que son dos experiencias diferentes, al menos, lo relaciono mucho a cuando escucho a cantantes que me vuelan la cabeza y a otres poetas. Escuchar a Diana (Bellessi) es hipnotizante y es una voladura de cabeza, escuchar a Claudia Masin... Para ir a amores grandes, que están afuera, Patti Smith, la podés leer y es una cosa, y en el escenario es otra, por más que te esté cantando esas mismas canciones que escuchaste en un disco.

Siempre el vivo creo que trae un plus. Eileen Myles también tiene una presencia en el momento de leer. Hace unos años, vino al festival de poesía y pudimos verle; o la escuchabas a Olga Orozco, era maravillosa en su escritura y en su oralidad.

En mi caso personal, así como sé que hay gente que no le gusta leer, a mi me gusta mucho leer (en público) disfruto, no sufro, lo preparo, quizás porque soy cantantix frustradix de una banda de rock, entonces me preparo como si fuera a dar mi pequeño conciertito en The cavern.

–¿Qué estás leyendo ahora?

 

Unas cosas muy interesantes, une filosofe argentine que acaba de publicar dos libritos, Dar (el) duelo, que sacó Galerna, una mezcla de diario y anotación poética. Son reflexiones acerca del duelo, de la pérdida a raíz de, ya hace unos años, la muerte de su hermano, y lo que hace Vir Cano en este libro, para mí es alucinante, y en estos momento de tanta pérdida, diría que pueden encontrar, no se si llamarle consuelo, pero sí un lugar de reposo, de no estar tan solix.

De Agota Kristof, ahora estoy leyendo sus cuentos (Los 25 cuentos despiadados) y esto de acá (La analfabeta) lo leí recientemente. Una húngara que tuvo que emigrar. Esta novela me pareció como una especie de pensar el proceso poético, quizás porque es muy sintética y labura con una economía de palabras muy, muy grande, que creo que tiene que ver con esa cuestión de cambios de idiomas. Súper recomiendo La analfabeta.

–En tu obra hay mucho de Clarice Lispector también, ¿cómo llegaste a ella?

 

Es muy lindo, una deuda al cronopio de Julio Cortázar (Historias de cronopios y de famas). Cortázar en su último libro publicado en vida, que fueron poemas, pone un epígrafe, algo de la invención. Dije “Mmm... Lispector, ¿quién será?” Y me acordé que en una librería amiga, por el '90, había visto un libro que se llama La araña, por otras editoriales, se llama La lámpara. Lo conseguí y no me terminó de enganchar, pero en la biblioteca de la facu (Letras) estaba Agua viva, que puedo considerar que fue lo primero que leí entero y me enamoré, y dije “Si alguna vez quiero escribir narrativa, quiero escribir como ella... y como Marguerite Yourcenar”.

Y ese libro me volo la cabeza, y lo que pude que se conseguía, fui comprando, que eran las viejas ediciones de Sudamericana, y me lo fui tragando. El aprendizaje o el libro de los placeres, La manzana en la oscuridad... todo. Y la amé.

Hay dos poemitas en toda la obra dedicados, uno, una referencia y otro pensando en Clarice directamente. Ha sido una gran marca.

–Hay una frase que me gustó mucho: “Con Clarice aprendí que una cucaracha puede ser una puerta al conocimiento...”

 

Basado en la novela La pasión según G.H. porque hay una experiencia con ese bicho y termina siendo lo que yo sentÍ y salió ese verso. Lo más ínfimo, lo que parece lo más sucio, execrable, pensar que en otros lugares del mundo se utiliza como parte de la comida o con otros usos, también tiene que ver con cómo a ciertas identidades o sentires nos han tildados como execrables, raros, étcetera.

–Así como amaste a Clarice Lispector, ¿hay algún autore que odies o que te genere rechazo o vergüenza?

 

No se si vergüenza, todavia tengo muchos libros de Neruda, lo cual no es vergüenza, pero ya no los voy a volver a leer. Algunos me los quedo como documento, tengo los dos tomos de la autobiografía del tipo donde dice las cosas que dice, de lo poco que habla de su hija a la cual abandonó y no le importó nada, la violación no lo registré en el momento en el que lo leí, pero es por lo que las compañeras chilenas lo están ahora tratando de sacar el Nobel. Esa acción de “Neruda, callate tú”.

No vuelvo a él salvo para dar ejemplos que tienen que ver con esa escritura en la que fuimos educades durante mucho tiempo y ante la cual tenés que rearmar un imaginario y ocupar el imaginario de otra forma, desarmar esa palabra ocupada tan machirulamente, por más que escribiera bien. Hacer uso de un lenguaje de forma muy rica, lo leías a Neruda y aprendías palabras. A mí, en este momento, ya no me sirve eso, quizás sirvió a la que tenía 18 años, pero no quiero más, ni me interesa.

–¿Qué te sirve para escribir? Si es que tenés, ¿cuál es tu “condición ideal de escritura”?

 

La escritura me puede tomar en cualquier momento, de despertarme en medio de la noche, ir al baño y algo que da vuelta; o estar en medio de la calle... pero cuando reviso, o repaso, es con silencio. Pero, sí, me pasa si estoy escuchando algo de música y hay alguna palabra que me dispara a escribir, pero ha ido variando mucho, hubo un momento que era muy nocturne y escribía de noches... y después me fue tomando en distintos momentos.

Si tengo que hacer una escritura ensayística, necesito silencio porque lo otro me atrae tanto que se me va la atencion para la música.

–Patti Smith no ponemos entonces...

 

Yo me puse a Patti mientras escribía, cuando estaba revisitando algunos de los poemas de La tierra de los mil caballos, por eso hay una marcación tan fuerte a esta cuestión rítmica. Me ponía además con auriculares mientras estaba frente a la máquina, esa fue una estrategia de trabajo de esos poemas.

–¿Alguna recomendación no hecha?

 

A los que vuelvo cuando necesito escribir, uno fue mi maestro en Rosario, aparte de ser ayudantix en su cátedra, un poeta alucinante, que era Aldo Oliva. El primer libro, César En Dyrrachium, al cual siempre vuelvo y recuerdo nuestras charlas de horas y horas. El otro (libro) que tiene que ver con una reflexión sobre la escritura, como empieza la escritura y la lectura, me parece maravilloso. Todes quienes escribimos deberíamos leerlo, que es El viaje inútil de Camila Sosa Villada, trans escritura y cuenta su llegada a la escritura y a la lectura, un ensayo riquísimo y poderosísimo que me movilizó muchísimo.